Una mujer condenada a muerte encuentra puntos en común con teólogos

Gissendaner con el teólogo Moltmann en 2011, cuando completó su programa de estudios teológicos en prisión

ESTADOS UNIDOS

Mark Oppenheimer para The New York Times, 27 de febrero

Versión para ALC: Leopoldo Cervantes-Ortiz

Muchos convictos encuentran a Dios en la prisión. Algunas de sus historias alcanzan nivel literario, como sucedió con Oscar Wilde y Malcolm X. Otros son menos sinceros; las juntas de libertad condicional de todo el país se ocupan de miles de estas historias. Pocas son como la de Kelly Renee Gissendaner, de 46 años, quien sería ejecutada el lunes 2 de marzo mediante una inyección letal. Ella se convirtió en amiga por correo de uno de los más prominentes teólogos del mundo.

En 1998, Gissendaner fue sentenciada a muerte por persuadir a su novio de asesinar a su esposo. El crimen, según admitió ella misma, fue brutal. Muchos, incluyendo a los familiares de su esposo, querían que muriera. Y así será probablemente; el Buró de Indultos y Libertad Condicional de Georgia rechazó su petición esta semana .

Durante las audiencias y en testimonio presentado por su abogado, los defensores de Gissendaner solicitaron el perdón. Entre ellos se encuentran amigos y consejeros espirituales; sus profesores de teología de los cursos en prisión y un teólogo, Jürgen Moltmann, cuyos libros sobre la Esperanza, el sufrimiento y la liberación han contribuido a definir el pensamiento protestante de la posguerra.

En 2010, Gissendaner se inscribió en un curso de teología para prisioneros patrocinado por un consorcio de escuelas del área de Atlanta, incluyendo a la Universidad Emory. Durante su año de estudio, se convirtió en una estudiante apasionada de pensadores cristianos como Dietrich Bonhoeffer, quien fue apresado y asesinado por los nazis, y Rowan Williams, anterior arzobispo de Canterbury. También se sintió atraída por el trabajo del profesor Moltmann (88 años), quien vive en Alemania. Cuando supo que su profesora, Jennifer McBride, lo conocía, Gissendaner decidió buscarlo. “Me preguntó si sería apropiado escribirle”, recuerda McBride, quien ahora enseña en el Colegio Wartburg, en Iowa. “Le dije que por supuesto”, agrega; así que le escribió y comenzó esa amistad.

Gissendaner envió al profesor Moltmann un escrito suyo sobre Bonhoeffer. Él quedó impresionado y le contestó. Los dos cristianos —una convicta por asesinato en georgia y un teólogo retirado en Tübingen— se volvieron amigos. En cuatro años, intercambiaron “20 o 30 cartas”, dice Moltmann desde su casa en Alemania. Discutieron “asuntos teológicos y de fe”, agrega. “Y he comprendido que es una persona sensible y no un monstruo, como dicen los periódicos. Además de que es muy inteligente”. Él la considera como alguien completamente rehabilitada. “Ha cambiado su mente y su vida”.

En octubre de 2011, Moltmann expuso conferencias en Emory, y le preguntó a la profesora McBride si podría visitar a Gissendaner en prisión. Su visita coincidió con la ceremonia de graduación para alrededor de 10 estudiantes y accedió a decir unas palabras. Luego de la ceremonia, “nos reunimos los tres”, recuerda McBride. “Hablaron sobre su experiencia común en la cárcel y sobre el tiempo que pasaron en el ejército”, pues él participó en la Segunda Guerra Mundial, además de que fue prisionero poco después. “También dialogaron sobre la experiencia de leer la Biblia en la cárcel”.

Gissendaner comenzó sus estudios en la prisión Metro State, cerca de Atlanta. Inicialmente, estudiaba con sus compañeros, pero a la mistad de sus cursos una nueva administración no le permitió salir de su celda para ello. De modo que sus maestros comenzaron a visitarla. “Fui con ella y le di clase a través de los barrotes”, dice la profesora McBride. “Eran sesiones de dos horas cada viernes, durante seis meses”.

La prisión Metro cerró y Gissendaner fue trasladada a la cárcel del condado de Lee Arrendale State, en Habersham, adonde se le permitió reunirse con sus profesores en un cuarto de visitas. McBride se cambió pronto a Iowa. En una carta del 10 de febrero de 2012, Moltmann le dijo que no había sabido nada sobre Gissendaner “durante un buen tiempo”. “Querida Kelly”, le dijo, “Friede sei mit dir” (“Que la paz sea contigo”). Él había disfrutado mucho el libro devocional Journey of Hope by Faith (Viaje de esperanza por la fe), que escribió ella como proyecto final para su certificado de teología; le pareció “muy inspirador”.

“¿Puedes continuar tus estudios teológicos?”, le preguntó. “¿Quién está a cargo ahora que se fue Jenny? Yo sigo estudiando a mis 85 años para descubrir nuevas ideas. Es una aventura de ideas, no sólo de fe. Teología es amar a Dios con la mente”. En un comentario que hizo a su abogada, Susan Casey, Gissendaner le dijo que se había interesado en Moltmann porque era un teólogo de esperanza, y la esperanza y la fe la habían sostenido.

En la petición de perdón para Gissendaner, la cual incluye testimonios detallados de compañeras y custodios, una de éstas últimas se refirió a la manera en que ella es capaz de tranquilizar a quienes desean suicidarse o han tenido afecciones mentales. “Las otras reclusas podían ver cuando las internas eran escoltadas por el patio con los brazos vendados por intentos de suicidio, y cómo le gritaban a Kelly al respecto”, dice una ex custodio, Marian Williams, quien disfrutaba al charlar sobre la Biblia con Gissendaner. “Kelly podía hablar con eas mujeres y ofrecerles algo de esperanza y paz”.

Susan Bishop, una capellana que conoció a Gissendaner in 1998, escribió: “He visto mucha ‘religión carcelaria’, pero su experiencia no es algo superficial”. Cathy Zappa, pastora episcopal que sucedió a McBride como directora del programa de estudios teológicos en prisión, dice que Gissendaner sigue estudiando nuevos teólogos incluso después de su graduación, luego de un año. “Estamos leyendo a Dorothy Day”, dice, refiriéndose a la co-fundadora del Movimiento del Trabajador Católico. “Y algo de Reconciliación, de Michael Battle, sobre la teología del obispo Desmond Tutu.

“Está haciendo fuertes cuestionamientos sobre Dios”, agrega Zappa. Luego de perder una apelación, se pregunta dónde está Dios, o dice: ‘Estoy loca, tengo problemas para orar’”. “Eso es real, no un simple show”. La profesora McBride vio a Gissendaner momentos después de que su petición fue rechazada. “Fue lo más horrible que haya yo visto antes”. Y escribió en Facebook: el jueves pasado: “Fue pura maldad envuelta en respetabilidad y legalidad”.

Suceda lo que suceda el lunes, Gissendaner sobrevivirá en la literatura. La profesora McBride planea citar textos suyos en su próximo libro sobre el trabajo con reclusas. El profesor Moltmann, quien ha escrito acerca de su propio remordimiento por haber luchado en el ejército alemán, ofreció su idea de lo que le espera a su amiga: “Si el Estado de Georgia no tiene piedad, ya ha recibido el perdón del cielo”.

NOTA DE LA EDITORA: La ejecución de Gissendaner ha sido postergada una vez más el mismo día en que estaba prevista. Las autoridades argumentaron problemas con la inyección letal que le iban a suministrar cuatro horas después de las 7.00 pm ET , cuando se tenía planeado ejecutarla.

Las autoridades, que no dieron una nueva fecha, decidieron postergar la ejecución como medida de precaución porque el coctel letal aparentaba estar “turbio”.

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Foto: Gissendaner con el teólogo Moltmann en 2011, cuando completó su programa de estudios teológicos en prisión. (Ann Borden/ Emory University)

 

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