Entre la vida eclesial y la comedia: entrevista con la pastora suiza Carolina Costa

Carolina Costa

MÉXICO

Por Leopoldo Cervantes- Ortiz

En las últimas semanas ha causado revuelo en Suiza y Francia una serie de internet sobre el caso de un español agnóstico casado con una pastora reformada suiza. Gentilmente, Carolina Costa accedió a responder este cuestionario aprovechando la facilidad del idioma, aunque también lo hizo en francés, para ampliar la información sobre tan interesante historia. De padre italiano y madre danesa, la vida de la pastora Costa es fascinante y enriquecedora.

Ha sido muy refrescante conocer su historia y la manera en que, junto con su esposo, ha decidido compartirla con el público de habla francesa en un formato poco común: una serie de comedia que se transmite por internet: Mi esposa es pastora- ¿Qué nos puede decir al respecto?

Conocí a mi esposo en París en 2006, en una escuela de canto. Luego me fui de Ginebra, donde yo acababa de terminar mis estudios de teología, pero entonces soñaba con convertirme en cantante. Mi marido había salido de España hacía 8 años y ya era actor. Nos enamoramos y empezamos a compartir el escenario en la mezcla de música y teatro (www.ataprod.ch). Este amor me reconcilió conmigo misma y me puso de nuevo en la búsqueda del amor absoluto de Dios.

Después de un largo viaje, finalmente me decidí volver a Ginebra para convertirme en pastora. Esto fue una gran sorpresa para mi marido, sobre todo porque no conocía el protestantismo. Cuando llegamos, comencé mi desarrollo pastoral y seguimos en paralelo la obra de teatro y nuestra serie de televisión y web Bienvenue Chez Nous (www.bienvenuecheznous.ch), que relata con humor la integración de un extranjero (español) en Suiza. Poco a poco, mi marido comenzó tener la idea de escribir sobe la vida de un esposo de pastora y este año el proyecto fue posible para convertirse en Mi esposa es pastora.

En México, y en buena parte de América Latina, no es tan común saber de pastoras que, además de servir en una iglesia, tengan el don artístico como usted. ¿Cómo ha logrado combinar sus labores pastorales con la actuación?

¡Tenga la seguridad de que esto no es tan evidente en Europa! Creo que el mayor obstáculo está en la cabeza. Nuestras barreras y limitaciones comienzan primero por nosotros. El maestro de mi vida se llama Jesucristo y es el hombre más libre que he conocido. Para mí es la encarnación del amor. Y vive en el amor, crece en lo abierto, no en el juicio, en la aceptación incondicional y por lo tanto, libre. Así que intento, modestamente, seguir este camino.

¡He resistido durante mucho tiempo y aún me sucede! Al principio de mi viaje pensé que tenía que elegir entre el arte y la espiritualidad. Y un día leí este versículo en la Primera Epístola de Pablo a los Corintios: “Todo el mundo debe seguir viviendo según el don que el Señor le ha dado y de acuerdo a lo que era cuando Dios lo llamó”. Entonces pensé que si Dios me había creado como soy, con mis capacidades, y él me llamó a seguirlo, ¡tal vez era sólo para utilizarme en el servicio de amor y libertad! Del mismo modo que no fue fácil para Jesús, no siempre lo es para mí tampoco. Pero esta búsqueda de la libertad y el amor dan un gran sentido a mi vida y puede ayudar a las personas que conozco. ¿Entonces por qué impedirme ser lo que soy?

Sabemos que en el ámbito de la tradición reformada existe mucha apertura para desarrollar los dones o talentos de una persona. ¿Cómo ha reaccionado su iglesia desde que comenzó sus estudios teológicos y qué opina ahora que su historia está saliendo de las fronteras de Suiza?

Fui consagrada el año pasado por mi iglesia que sigue mis aventuras artísticas desde nuestro regreso a Suiza. Así que eran plenamente conscientes y reconocen mi ministerio en su conjunto, lo que fue un momento muy emotivo para mí. Además, el proyecto Mi esposa es pastora existe gracias al apoyo de las tres iglesias reformadas de Suiza: Ginebra, Neuchâtel y Vaud que reflejan una gran apertura.

Llama la atención que su esposo Víctor (Thomas en la serie, Clara es usted), no es creyente, pero ante lo cual ustedes han tomado con humor y mucha creatividad las consecuencias de este tipo de matrimonio. ¿Cómo se decidieron a trasladar a la pantalla su situación tan peculiar?

Mi marido es agnóstico. Eso no quiere decir que no crea, sino que busca y no quiere estar en una religión en particular. Es por eso que nuestras discusiones son a menudo ricas y a veces crean dudas para uno como para el otro. Crecemos mutuamente y humanamente en la apertura, el no-juicio, en el amor.

En ese sentido, usted ha escrito un libro sobre el matrimonio (Mariage: en route pour l’aventure!, El matrimonio: ¡en camino hacia la aventura!). ¿Qué se propuso hacer con dicho libro? ¿A quiénes va dirigido?

Durante mi trayectoria pastoral, me sentí frustrada de encontrar muy poco material reformado para acompañar la preparación para el matrimonio. Mi principal preocupación era poder hacer frente a las preguntas de las parejas que me parecían esenciales para la preparación, sin parecer demasiado entrometida en su vida personal pues en general acabo de conocerlas. Así que escribí este libro, que ofrece la oportunidad a las parejas de explorar su funcionamiento, para decir la verdad y conocer sus fortalezas y debilidades. Una manera en que puedan construir una sólida base espiritual y humana sobre la que basar su casa.

¿Actualmente usted ejerce directamente labores pastorales? ¿Cuál ha sido la reacción de su parroquia y de sus colegas ante la aparición de la serie?

Yo trabajo 50% en un ministerio fuera de la parroquia, al encuentro de jóvenes adultos que asisten muy poco a nuestras iglesias de hoy. Dicho esto, mis antiguos feligreses se rieron mucho y he recibido muchas respuestas positivas que nos animan enormemente.

¿Cuál es su orientación teológica como pastora? ¿Se considera usted feminista o se ubica en alguna otra posición? ¿Qué autoras teológicas son las que más le han interesado?

Me parece que es siempre difícil de posicionarse teológicamente. Algunos dirán que soy liberal, otros evangélica, otros pietista, otros un cripto-católica. Me divierte porque realmente teológicamente yo me sitúo en el terreno donde la libertad y el amor se cruzan. Me siento feminista en el sentido de que es aún una de las causas que hay que defender, pero también antirracista o ecologista por ejemplo. Actualmente, estoy muy cerca de un escritor como Jean-Yves Leloup, nos hace redescubrir palabras como pecado que se traduce en “falta de amor”, por ejemplo. Yo también soy muy sensible a las lecturas que combinan la psicología y la teología. Dicho esto, ¡los autores que con mayor frecuencia leo son los autores bíblicos!

Finalmente, ¿qué le diría usted a las mujeres mexicanas y latinoamericanas que deseen combinar sus labores eclesiásticas con alguna otra afición o vocación como la suya?

Yo podría invitarlas a redescubrir a Sor Juana Inés de la Cruz, que también combinó maravillosamente su faceta religiosa y como poeta en el siglo XVII. Y yo sólo repito lo que Jesús ha predicado continuamente a lo largo de su vida: “Sigue tu corazón y ten fe. Para Dios no hay nada imposible. Puede ser muy difícil, pero no imposible”.

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