El Centro Educativo Latinoamericano inauguró la Cátedra José Míguez Bonino

ARGENTINA-

El Centro Educativo Latinoamericano, de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina en Rosario, inauguró el pasado 10 de setiembre la Cátedra José Míguez Bonino. 

(IEMA)

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La Cátedra lleva el nombre del José Míguez Bonino, (1924-2012) quien fue pastor metodista, trabajador infatigable de la causa ecuménica, luchador por los derechos humanos y teólogo de la liberación de amplio reconocimiento en Argentina y América Latina. Sus actividades desbordaron ampliamente el marco de la comunidad metodista a través de una interlocución permanente con los actores protagónicos de la sociedad civil, en todas las causas por la justicia y en defensa de la vida.

Nació el 5 de marzo de 1924 en la ciudad de Santa Fe, estuvo casado con Noemí Nieuwenhuize  y tuvo tres hijos. Hizo estudios de teología  y alcanzó el título de Doctor en Teología del Union Theological Seminary de Nueva York (1959). Fue profesor y luego Director del Instituto Superior de Estudios Teológicos (Buenos Aires) y su producción teológica, reflejada en numerosos libros e incontables artículos y publicaciones, fue traducida a varios idiomas y sigue siendo parte de los textos obligatorios en seminarios y universidades, tanto protestantes como católicos. Fue invitado como observador evangélico al Concilio Vaticano II, donde tuvo encuentros personales con los papas Juan XXIII y Pablo VI. Allí forjó amistad con teólogos católicos latinoamericanos, con los que después compartiría líneas de trabajo y producciones, formando la Asociación de Teólogos del Tercer Mundo. Fue también observador invitado en II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín 1969). Desarrolló una intensa actividad ecuménica que lo llevó a ser presidente del Consejo Mundial de Iglesias. (CMI).

Durante los años de la dictadura militar Miguez Bonino contribuyó a fundar y fue parte del Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, siendo repetidas veces orador principal en las manifestaciones organizadas por los movimientos de Derechos Humanos en el país. Fue electo Convencional Constituyente (1994), siendo, junto con el obispo católico Jaime de Nevares, los dos clérigos presentes en la Convención. Respecto de la lucha por los derechos humanos, Miguez Bonino sostuvo que “en términos directos, la defensa de la vida humana, fue vista por muchos cristianos como el inexcusable reclamo de amor”. Y él mismo fue consecuente con esta apreciación dedicando gran parte de su vida, por una parte, a la tarea de defensa de los derechos humanos y, por otra, a la denuncia de “la opresión, la crítica de las ideologías dominantes que inspiran al nuevo imperio” y a la búsqueda de “nuevas alternativas de futuro” a través de la “lucha por la vida y la justicia” desde “nuestra fe y nuestro compromiso cristiano”.

 

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