Declaración del Consejo de Iglesias Cristianas sobre la integridad de la Creación

URUGUAY-

 El Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (C.I.C.U.) emitió una declaración bajo el título: Los cristianos y la integridad de la creación. En ella llama a todos los uruguayos “a cobrar conciencia de la grave situación existente en nuestro país en este tema: uso descuidado de agro-tóxicos, suelos erosionados, ríos y cursos de agua contaminados, baja calidad del aire que respiramos por las emanaciones de gases en la atmósfera”.

Compartimos la Declaración:

“Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestra descendencia, y con toda alma viviente que os acompaña: las aves, los ganados, y todos los animales de la tierra” (Gn. 9, 9-10). Palabras de Dios a Noé y sus hijos cuando salieron del arca.

El Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (C.I.C.U.) reúne en el Uruguay a varias Iglesias en torno a una base común: proclamar el Reino de Dios para que él pueda realizarse en la sociedad de la cual somos parte, y tiene como uno de sus fines: discernir, a la luz del Evangelio, los signos de los tiempos en la comunidad nacional y mundial, para ayudar a la formación de la conciencia social y pronunciar eventualmente una palabra en común.

Dentro de esa línea, este Consejo expresa la firme voluntad de las Iglesias que lo integran, de trabajar unidas en favor de la integridad de la Creación, a todos los niveles y por todos los medios a su alcance, conforme los grandes principios contenidos en las Sagradas Escrituras, así como a apoyar todas las expresiones que realcen el alcance de dichos valores en medio de la sociedad uruguaya.

Desde hace décadas las Iglesias cristianas, a la luz de la Palabra de Dios y de su fe, vienen discerniendo y proclamando la necesidad de que los seres humanos y los líderes mundiales, cobren conciencia de que esta “casa común” que habitamos, precisa, si queremos que sobreviva, de que se establezca ya, entre la naturaleza y nosotros (que también la integramos), una relación sana, seria y responsable. Recordamos en este sentido documentos del Concilio Vaticano II (Gaudium et Spes – 1965), del Consejo Mundial de Iglesias (Vancouver, 1983 y Seúl, 1990), de la Comunión Anglicana (1988) y de las Iglesias Ortodoxas, quienes designaron el 1° de setiembre de cada año como el día de oración por la preservación de la creación de Dios y la adopción de una actitud para con la naturaleza que tome en cuenta el uso de elementos naturales en la Santa Eucaristía. Cabe también recordar la fecha del 4 de octubre, en que se recuerda a Francisco de Asís, como figura señera y precursora del movimiento ecológico, y últimamente la carta encíclica “Laudato si’ ” del Papa Francisco (24/05/15), sobre el cuidado de la “casa común”.

Ésto conlleva a una reconsideración de las enseñanzas bíblicas, en lo referente a las prioridades en el orden de la creación, ya que la misma tiene una dignidad intrínseca, anterior y superior al valor de uso para los propósitos humanos, y que por tanto no puede ser utilizada como mera fuente de materias primas para su explotación desmedida por una civilización tecnológicamente orientada.

La naturaleza y el ser humano como parte de ella, son una realidad que reconoce su origen en el acto divino de la creación; ambos están inextrincablemente unidos y ninguno debería ostentar un puesto de privilegio, y sí de armonía.

De esta visión se genera el concepto teológico de mayordomía responsable del mundo.No somos propietarios sino administradores de algo que no es nuestro, y que debemos preservar y transmitir a las generaciones futuras si queremos que este planeta donde vivimos, pueda continuar siendo la “casa común” de toda la humanidad.

El Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay llama pues, a todos los uruguayos a cobrar conciencia de la grave situación existente en nuestro país en este tema: uso descuidado de agro-tóxicos, suelos erosionados, ríos y cursos de agua contaminados, baja calidad del aire que respiramos por las emanaciones de gases en la atmósfera. Ésto requiere, tanto de gobernantes como de gobernados un cambio de mentalidad y conductas, un cuidado extremo de nuestras acciones, normas que regulen de forma efectiva situaciones que han salido de control, así como que se proporcione e incremente la necesaria información y educación al respecto a toda la población, especialmente a aquellos en edad escolar, para crear hábitos adecuados de conservación del medio ambiente, y así poder enfrentar mejor esta situación calamitosa por la que estamos pasando.

Nosotros, como Iglesias, por nuestra parte, también continuaremos en la tarea de concientización, educación y colaboración con las autoridades y con la sociedad en la cual estamos insertos, y haremos cuanto esté a nuestro alcance, de forma de sumar esfuerzos para preservar este “mundo-hogar” que recibimos de Dios como una muestra de su amor. De esa forma, los cristianos nos sumamos al Amor de Dios por la Creación, que nos convoca a cuidarnos unos a otros y a la naturaleza.

 

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