Red Tepali: Abrazo sororo rompiendo cadenas de opresiones y silencios

Primer encuentro Red Tepali Cono Sur (C Florentin)

ARGENTINA-

Por Claudia Florentin-

Lleva tiempo soñar y trabajar por concretar los sueños. Exige esfuerzo, planificación, horas quitadas a las obligaciones y recursos económicos. No es sencillo. Pero se llega a verlos concretados conformando un equipo con entusiasmo, compromiso y mucho amor por aquello que creemos y vivimos. En nuestro caso, la fe cristiana que nos mueve a trabajar por una sociedad libre de violencias y donde las mujeres podamos tener vida digna y plena.

En la Red de Teólogas, Pastoras, Lideresas y Activistas Cristianas-Tepali/Cono Sur empezamos a soñar el primer momento de abrazarnos, conocernos, reconocernos, dialogar y planificar, hace meses. Primero éramos tres, luego cinco y así fuimos dando cuerpo a ese encuentro tan esperado y necesitado.

Casi pareció a propósito que el sábado amaneciera frío, como si supiera que el abrazo sororo nos cobijaría, cual mantas amadas de nuestras madres y abuelas que supieron abrigar infancias y dolores. De a una fueron llegando, nombres nuevos, rostros diversos, pero la expectativa igual de motivadora y entusiasta. Seguimos esperando y cuando acordamos éramos 25 mujeres dando vida a ese sueño que empezó chiquito, esa levadura mínima que leuda y leuda hasta ser pan.

La historia de la teología desde la vida y pensamiento de las mujeres me fue ubicando en los años que llevo transitando estos caminos y reflexionando desde la fe con una mirada que nos incluya y contenga.

Mi mirada recorrió la ronda que escuchaba a Cristina Conti con atención y sorprendentemente el promedio de edad no superaba los 35 años. Por primera vez me sentí dentro de las “mayores”, entre las mujeres maduras…y la verdad, ¡es una sensación rara!  Estaba acostumbrada a reunirme en grupos de mujeres teólogas con un promedio mayor de edad, como si el paso del tiempo nos diera la confirmación de lo andado. Los tiempos han cambiado. ¡A Dios gracias!

Y no solo cambió la configuración de las edades de quienes caminamos estos espacios sino la realidad de las protagonistas en cuanto a los vínculos con las comunidades de fe. Tiempo atrás la mayoría pertenecíamos inevitablemente a las estructuras eclesiales y contábamos con avales formales o tácitos de las jerarquías para transitar espacios de teología.

En el encuentro fuimos compartiendo realidades y dolores, esperanzas y conflictos en el seno de las comunidades y cada historia coincidía con otra, cada dolor secaba lágrimas en otros rostros, cada alegría contagiaba, porque aunque mínima, despertaba esperanzas. Y la mayor alegría fue saber que estamos juntas, que no somos pocas, que estamos unidas y que transitamos tiempos similares que requieren fortaleza, amor y mucho compromiso.

Un dato clave y que muestra la realidad que se vive en muchas comunidades de fe católicas y evangélicas en el país y la región, es que la mayoría de las jóvenes que participaron se encuentran en-podríamos decir- las márgenes de sus comunidades, cuando no fueron excluidas, expulsadas o marginadas de las mismas. Quienes aún permanecen en sus iglesias hacen preguntas, cuestionan el sistema eclesial patriarcal que penaliza toda conducta, pensamiento, reflexión que se salga de lo que han normado como “natural”, “ley divina”, “normal”, llamándolo pecado, desviación, rebeldía. Y vivir la fe en Jesús desde esas preguntas las deja expuestas a la violencia de quienes no permiten más que sus palabras como autoridad.

(C Florentin)

También nos encontramos con “migrantes eclesiales”, personas que transitan diferentes espacios buscando esa comunidad que las abraza, contenga, escuche y sea capaz de pensar desde la fe y el amor que abre ventanas y tiende puentes, que no blinda sus puertas ni construye muros.

Reunirnos nos permitió ver que caminamos por las márgenes y recordé los tiempos de estudio donde hablábamos de teología desde las periferias en contraposición a las teologías de los centros de poder.

Creo firmemente que la teología de este tiempo que vivimos las mujeres en las calles defendiendo derechos, acompañando a las amigas que sufren violencia, generando espacios nuevos, se está gestando en las periferias de las instituciones eclesiales, desde la praxis, entre lágrimas de abandonar los espacios “seguros” y las alegrías que trae el abrazo de cada hermana que logra romper las cadenas de opresiones y silencios.

Y será esa teología que vamos construyendo, disidente, rebelde, cuestionadora, liberadora, amorosa, la que, unida a quienes nos precedieron y se animaron en tiempos muy difíciles, nos permitirá continuar en la fe del Maestro de Galilea sin rendir pleitesía a “señores” que se constituyen en dueños de lo que bíblicamente es la asamblea de quienes creen, no el feudo de un puñado de varones y sus familias.

Conscientes que el camino que tenemos por delante es duro y frío, pero que esta manta cálida del sábado sigue con nosotras aunque transitemos distintos espacios, nos animamos a salir y seguir, llevando el Credo en nuestro espíritu, agradecimiento en el corazón y en los labios la canción de caminantes:

Porque el camino es árido y desalienta.
Porque tenemos miedo de andar a tientas
Porque esperando a solas poco se alcanza
Valen más dos temores que una esperanza

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