Hugo Armand Pilón: “ El movimiento de la fe consiste en poner continuamente a las personas en estado de interrogación”

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URUGUAY

Entrevista a Hugo Armand Pilón, pastor de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata y miembro de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay, luego de su participación en el programa televisivo “Esta Boca es Mía”, el 7 de octubre de 2014. Pilón fue convocado a dar su opinión sobre la relación entre política y religión como consecuencia de un documento que publicaron Iglesias cristianas en pos de las elecciones nacionales en Uruguay.

¿Qué sintió al haber recibido la invitación para ir al programa Esta Boca es Mía y opinar sobre política y religión?

Lo primero que sentí fue el desafío de contar con un espacio para decir algo sobre un tema que me gusta, y creo que los cristianos y cristianas y por consiguiente como valdenses también, tenemos para compartir, aún conociendo mis limitaciones y los estilos de programa y el medio televisivo que están comercialmente muy determinados.

¿De qué manera ve la relación entre la religión y la política actualmente en Uruguay y a nivel América Latina?

-Cuando en Uruguay, – y creo que en gran parte de América Latina, se habla de política, generalmente se entiende aquello relacionado a los partidos políticos o al ejercicio del poder que procuran personas que se especializan por gestionarlo y mantenerlo a nivel de toda la sociedad gracias a las estructuras del Estado. Y por religión, generalmente se entiende todo aquello que atañe a las iglesias, con una sensibilidad muy especial hacia aquellas evangélicas o no católico-romana, hasta no hace mucho catalogadas genéricamente como “sectas”. Aún con esas limitaciones conceptuales, la separación entre iglesia y Estado desde principios del siglo XX, nos permite en Uruguay, evaluar continua y críticamente esa relación. La irrupción polémica del tema en tiempo preelectorales no es sino una manifestación clara de esa tensión entre dos realidades que no deben confundirse ni pretender mezclarse o manipularse, so pena de desvirtuarse mutuamente. Los partidos políticos (PP) o las personas en particular, que utilizan la religión en general o la fe cristiana en particular, procurando imponer su visión o recibir algún beneficio, definiéndose incluso algunos PP como cristianos, no han hecho más que menoscabar el rol profético y liberador del Evangelio que la iglesia como comunidad de fe debe proclamar a todas las personas sin distinción ni discriminación alguna. A su vez, las religiones o iglesias que procuran un status especial de poder en la esfera secular en un Estado de derecho para todos los ciudadanos sin distinción alguna, caen en la tentación se desvirtuar su misión que no es la de imponer, sino la de servir, para que en el mejor de los casos, aquellos que los vean y quieran imitar su ejemplo lo hagan por convicción y libertad y no por obligación, miedo o imposición. Demás está decir que cuando las religiones e incluso las iglesias pretenden ponerse por encima del Estado o reemplazarlo directa o indirectamente a través de su influencia, ya estamos en presencia de imperialismos religiosos que nada tienen que ver con el Evangelio de Jesucristo y con los principios y doctrinas originales de la mayoría de las expresiones religiosas que conocemos.

¿Cómo cambia la manera de concebir la relación con Dios a partir de la Reforma Protestante?

-Sin duda que el tema es apasionante y difícil de desarrollar en pocas palabras. La Reforma Protestante del siglo XVI en Europa, a partir de la sistematización de su pensamiento básicamente a través de Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrico Swinglio y otros, produce un cambio radical en la manera de concebir la relación con Dios, eliminando las mediaciones establecidas por el clero entre Dios y las personas comunes (burocracia de personas vivas y muertas luego reconocidas con un poder especial). Con el énfasis en el solo Cristo como único y suficiente mediador entre Dios y el creyente, la Reforma da lugar al surgimiento de una implicación y participación individual en la fe. Esto no significa individualismo, sino todo lo contrario, es la concepción que el juicio y la gracia de Dios, se experimenta siempre en relación y con la participación plena de la persona como individuo. Es importante señalar también el énfasis de los reformadores sobre el concepto de pacto como forma de relación, sea entre Dios y sus criaturas como entre los seres humanos. Por lo cual no hay burocracia ni “obediencia debida” que permita una auto justificación o evasión del individuo frente a Dios y frente a los demás, sino el único camino de la responsabilidad, como capacidad de poder responder por sí mismo, reconociendo los propios errores y contradicciones. Dios es aquel que nos interroga individualmente: ¿Dónde estás, dónde andas? o ¿dónde está tu hermano? (Génesis 3,9; 4,9) y Jesús nos pregunta: ¿Quién decís que soy? (Marcos 8,29) ¿Crees tú eso? (Juan 11,26). El movimiento de la fe de esa manera, consiste en poner continuamente a las personas en estado de interrogación. Y aunque el contenido de la fe pueda cambiar según las épocas y según las personas, siempre es respuesta y confianza (fe y fidelidad), que obliga al discernimiento y a la decisión individual, de la cual también individualmente debo hacerme cargo y responder por mí mismo. De esa manera la libertad de conciencia para la Reforma Protestante, no surge como voluntad idealmente libre, o libre albedrío en sentido humanista, sino básicamente como superación de una obediencia ciega y acrítica, a una burocracia humana, como una respuesta y un compromiso desde la consciencia individual, donde ninguna otra persona legítimamente puede inmiscuirse.

¿Cuál es el documento que publicaron Iglesias cristianas en pos de las elecciones nacionales al que hace referencia la presentadora del programa?

-El documento es una declaración realizada el 23 de pasado, luego de un trabajo acordado entre las siguientes entidades: Consejo de Representatividad Evangélica (CREU), Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay (FIEU), Departamento de Pastoral Social y Caritas de la Iglesia Católica Uruguaya, Consejo Latinoamericano de Iglesias (Mesa de Uruguay), Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay y Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina. Es decir una amplia gama de organismos integrados por diversas denominaciones cristianas. El documento está dirigido a todas las colectividades políticas que se presentan a las próximas elecciones del 26 de octubre próximo y consiste en tres niveles básicos de preocupaciones: – El primero referido a las relaciones entre las personas. La necesidad de mejorar la redistribución de la riqueza, a superar la exclusión social procurando superar la barrera que separa a ricos de pobres; la necesidad de una cultura de la convivencia que sea igualitaria, equitativa y solidaria, prestando especial atención a la vulnerabilidad de la niñez, la adolescencia y la juventud; la necesidad de normas de responsabilidad civil que eviten la exacerbación del consumo y la distorsión de la información y preservando la libertad de expresión para un ejercicio responsable de la ciudadanía. – El segundo referido al cuidado de la naturaleza, especialmente al modelo de desarrollo por su impacto en el ambiente, procurando no solo legislar al respecto y especialmente con relación a la producción en gran escala, sino también apuntando a propuestas de producción amigables con el cuidado de los recursos de la tierra, el agua, el aire y toda la comunidad humana. La creación, la vida en todas sus formas es responsabilidad humana.
– El tercero, referido a la relación entre las expresiones religiosas y la sociedad. Como creyentes valoramos la dimensión espiritual y religiosa del ser humano. Expresamos el convencimiento de mantener la laicidad del Estado como principio general recogido en la Constitución de la República y la libertad de cultos. A su vez proponemos superar lecturas polarizadas del proceso de secularización en nuestro país, donde lo religioso y lo ciudadano se conciben como contrapuestos y hasta excluyentes. Es importante que las diversas expresiones se manifiesten libremente respetando al mismo tiempo el espacio de las instituciones públicas que hacen a la convivencia y a la construcción de una sociedad común. Las iglesias nos ofrecemos para ello envistas de un Uruguay inclusivo y solidario y los cristianos estamos convencidos que podemos contribuir con algo, construyendo esperanza, en educación, en voluntariado, en atención a carenciados, en cárceles desde donde ya estamos trabajando.

¿Por qué cree importante que la religión interactúe en la política? ¿qué podría aportarle la religión a la política?

-Interactuar es una palabra muy rica, porque implica un diálogo, un ir y venir, una acción y una reacción, y creo que en ese sentido las iglesias – al menos, como una parte de las expresiones religiosas, interactúan con la política, con el Estado y con la sociedad, en tanto son parte de ella e institucionalmente necesitan de un marco jurídico-social. De allí a las formas en que las iglesias interactúan con la sociedad y con el Estado, hay un largo y sinuoso camino. El ámbito de la política no puede negar la existencia de la religión y viceversa. Y ambas se conjugan en la persona como individuo. Ahora bien, el individuo puede participar tanto de una comunidad de fe, como de un PP y de un club de fútbol y de un colegio privado, y sin embargo no se confunde ni confunde los ámbitos de desempeño. Ahora bien, que utilice el poder y las influencias que tiene en uno, para influir sobre otro, es posible y de hecho se hace, la pregunta es si es legítimo, en qué medida, en qué circunstancias está bien, o está mal? Y más aún podemos plantearlo desde las instituciones, instituciones como grupos de personas organizados y legitimados jurídicamente, que llegado el momento por el peso de su institución también influencian sobre otras, ¿es legítimo, está bien, en qué circunstancias, o está mal? ¿Qué tipo de influencias se utilizan? Es interesante y lo advierte el propio documento dirigido a las colectividades político – partidarias, sobre la influencia que algunas personas ejercen sobre otras por medio de la manipulación de la información y la publicidad profesionalizada (religión de hoy), cosa para la cual es difícil establecer normas de responsabilidad. De la misma manera, para el uso y el abuso de influencias que la religión en general, e incluso hasta el propio cristianismo ha hecho, ha sido difícil también poner coto. Y de eso se trata. Ahora bien, lo que la fe cristiana puede aportarle a la política, es sin duda una diversa concepción del poder y de la autoridad: poder de servir y para servir a otro que siempre es distinto y más vulnerable, y autoridad no como imposición o privilegio, sino como reconocimiento, donde quien tiene autoridad no es quien impone, sino quien es reconocido por los demás. Pero eso necesita encarnarse en personas que no necesiten el hábito ni la publicidad para ciertamente servir digna y honestamente a los demás.

Fuente: http://www.iglesiavaldense.com

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