Michelle Bachelet: “debemos impulsar con la mayor energía, la presencia de mujeres en los espacios de decisión y liderazgo”

Michelle-Bachelet

CHILE

Santiago de Chile-

Discurso de S.E. La Presidenta de la República, Michelle Bachelet, Al Inaugurar Evento de Alto Nivel “Las Mujeres en el Poder y en la Toma de Decisiones: Construyendo Un Mundo Diferente”, el pasado 27 de febrero.

Amigas y amigos:

Hace casi 100 años, Gabriela Mistral, poeta y Premio Nobel chilena, decía que “las mujeres formamos un hemisferio humano”. Decía que “toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura, nos ha dejado por largo tiempo en las sombras, que siempre hemos llegado al festín del progreso, no como el invitado reacio que tarda en acudir, sino como el camarada al que se invita con atraso y que luego se disimula en el banquete”.

Hace casi un siglo, la postergación era la realidad más común de las mujeres en el mundo.

Hoy podemos valorar importantes avances, avances vitales, pero también debemos reconocer pendientes y retrasos impostergables.

Hoy topamos con las barreras más resistentes de la desigualdad, que no han sido derribadas, pese al consenso ético y normativo transversal sobre la necesidad de la igualdad de género.

Pese a los avances, topamos con el núcleo duro de la desigualdad, que hunde sus raíces en el poder y en el control de su ejercicio en nuestras sociedades.

Por eso debemos impulsar con la mayor energía, la presencia de mujeres en los espacios de decisión y liderazgo. No sólo como un fin en sí mismo, sino como la verdadera palanca que nos permitirá cambiar la inercia de las desigualdades, de todas ellas, y especialmente las de género.

Y únicamente en la medida que el poder se distribuya de manera más equitativa y se ejerza de manera más transparente y democrática, en la medida que incorpore a los dos hemisferios de la humanidad en su seno, será también más legítimo el sistema político y el orden institucional de nuestras sociedades.

Ésta es hoy la urgente pertinencia de este encuentro sobre las Mujeres en el Poder y la Toma de Decisiones.

Nos decía tanto la querida directora ejecutiva de ONU Mujeres como el secretario general de Naciones Unidas, que hace 70 años, la Carta de las Naciones Unidas asumió un compromiso con –y voy a citar la frase exacta- “la igualdad de derechos de hombres y mujeres”. Un compromiso que se refrendó y extendió en México, en Copenhague y en Nairobi y, por supuesto, en Beijing.

Hace décadas que esta reivindicación es un acuerdo internacional y hoy es una necesidad impostergable de la humanidad entera.

Por eso quiero agradecer desde el fondo de mi corazón su presencia en esta jornada. Muchas de ustedes han venido de muy lejos, algunas de más cerquita, pero muchas gracias por este compromiso, como siempre, con los derechos de las mujeres.

Es un honor acoger en Chile a tantas mujeres -también a hombres, pero, sobre todo, aquí hay muchas mujeres-, que desempeñan un trabajo fundamental para abrir la huella y avanzar hacia la igualdad de géneros.

Este encuentro, así como la serie de actividades que ONU Mujeres ha organizado para conmemorar los 20 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, es un hito para reforzar el trabajo que los gobiernos y las diversas instituciones desarrollan para eliminar las discriminaciones existentes. Pero además, es un momento adecuado para ver cuánto hemos andado y cuánto nos queda por andar.

Sabemos que en estos años desde Beijing, hemos conseguido mejoras significativas, mencionaba tanto Angela Merkel como Hillary Clinton, por ejemplo, en el acceso a la salud o a la educación primaria y secundaria.

Hoy la cifra de mujeres que mueren por complicaciones en el embarazo, es la mitad de lo que teníamos en 1994. Y los embarazos adolescentes también se han reducido casi en un 50%.

Hoy, el porcentaje de niñas que asisten a la educación primaria ha pasado de un 77% hace 20 años, a un 88%.

Y si hace dos décadas la brecha entre niños y niñas en educación primaria era de 7 puntos porcentuales, hoy es menos de 2.

Hoy, hay más del doble de mujeres en los Parlamentos del mundo o como Jefas de Gobierno, y el triple de Jefas de Estado respecto de 1995.

Y ha aumentado considerablemente su presencia en altos cargos dentro de las empresas.

Ahora, cuando uno dice “el triple”, claro, de haber sido casi nada, hay tres, ya es el triple. No estamos hablando que es un avance muy sustantivo, pero igual hemos avanzado.

Pero los cambios no se han producido a la velocidad que esperamos. Según el Informe del Foro Económico Mundial sobre Brecha de Género, las desigualdades entre hombres y mujeres sólo se han reducido en un 4% en los últimos 9 años. Es decir, a ese ritmo, necesitaríamos 81 años para eliminar las discriminaciones que persisten. O sea, ese bebé de 50 años, ni siquiera ahí, probablemente, ya cuando tenga 81 años, podría mirar un mundo con igualdad.

Y claramente éste es un plazo inaceptable para las mujeres del mundo, y más aún para las nuevas generaciones, a quienes no podemos cargar con las injusticias del pasado.

Si la política no puede mostrar resultados contundentes, en tiempos perceptibles en la experiencia real de las personas, ¿cuáles son las esperanzas de los ciudadanos, que los ciudadanos puedan depositar en ella?

Es inaceptable también que hoy un tercio de las mujeres del mundo sufra algún tipo de violencia física o sexual.

Es inaceptable que cada año, tres millones de niñas enfrenten el trauma de la mutilación genital.

Que 14 millones de niñas sean casadas antes de cumplir 18 años.

Y que mueran 70 mil adolescentes, como consecuencia de complicaciones evitables en el embarazo y el parto.

Es inaceptable que un 65% de la población analfabeta del mundo sean mujeres.

Y a cada una de esas mujeres que no están en este encuentro, que sufren opresión, discriminación, inequidades o maltratos, les debemos un renovado esfuerzo en nuestras luchas por la igualdad.

Y para ello, el liderazgo de quienes tenemos el privilegio, el honor de ser escuchadas en nuestras comunidades y en el mundo, es esencial. Porque sabemos cuán difícil es acceder a espacios reservados tradicionalmente para los hombres. Sabemos que para que haya cambios verdaderos, las palabras y los consensos deben ser seguidas por acciones y políticas concretas. Y eso no se consigue sin liderazgo.

No es casualidad que 32 de las 39 cámaras parlamentarias que tienen más de un 30% de mujeres, cuenten con cuotas o medidas especiales pro equidad.

Desmantelar las barreras y los prejuicios que impiden, en la práctica, que las mujeres ejerzan sus derechos en igualdad de condiciones que los hombres, es una tarea que requiere conquistar cuotas efectivas de poder.

Porque estas barreras, que son el fundamento del retraso y la postergación en el camino por conseguir la equidad de género, encuentran su apoyo en la desigualdad estructural de nuestras sociedades.

Esas barreras no van a desaparecer automáticamente con el simple crecimiento económico o la modernización.

Para generar ese cambio fundamental, la incorporación de más mujeres líderes en el debate político y en todos los debates, es necesario nuestra presencia y liderazgo en los distintos ámbitos de la sociedad, pues sólo de esa manera cambiará la cultura, la mirada que precede a las leyes y a la conducta de las organizaciones.

Es fundamental nuestra incorporación amplia al mercado laboral, porque no hay mayor transformación que impulsar y permitir el ingreso de las mujeres al trabajo de calidad, que disminuye su dependencia económica y su vulnerabilidad.

Y para eso son necesarias acciones gubernamentales y estrategias políticas definidas.

En Chile nos hemos planteado importantes desafíos en este sentido. Estamos impulsando ampliamente la capacitación de las mujeres, especialmente las más pobres. Y durante este Gobierno, mi Gobierno, se van a formar 300 mil mujeres con oficios de alta demanda en el mercado, lo que les va a permitir mejorar su empleabilidad y sus ingresos.

También continuaremos ampliando la red de cuidados a los niños y a los ancianos, que va a permitir a las mujeres, a las madres, que todavía en nuestro país asumen la mayor parte de las tareas, contar con un apoyo efectivo para asumir sus trabajos y desarrollarse.

Y en materia de liderazgo, estamos modificando nuestra legislación y nuestras instituciones, para que respondan adecuadamente a los desafíos modernos de la equidad.

Es cierto que Chile ha elegido, por segunda vez vamos a decir, una mujer Presidenta de la República; es cierto que nuestra presidenta del Senado, aquí presente, es una mujer; es cierto que la dirigente máxima de los trabajadores, Bárbara Figueroa, aquí presente, es una mujer; y es cierto que varias líderes estudiantiles son mujeres.

Yo siempre digo “esto podría significar que Chile es el paraíso para las mujeres”. No. Sabemos que no, chiquillas, sabemos que no. Pero es una buena señal, es un avance.

Pero la presencia de mujeres en el Parlamento, y aquí tenemos a varias parlamentarias, sólo alcanza al 16%, mientras el promedio de América Latina y la OECD, es de un 26%.

Por eso es una gran noticia que la Reforma al Sistema Electoral ya aprobada permita perfeccionar nuestra democracia y además asegurar que al menos un 40% de las candidatas al Poder Legislativo sean mujeres.

Como saben muchos de nosotros, yo quería que fuera el 40% de las elegidas, no de las candidatas. Pero, bueno, partimos por lo menos con las candidatas.

Pero esto, además de ser un acto de justicia, ayudará a legislar sin prejuicios de género, con la perspectiva amplia y diversa que toda democracia sana requiere.

Además, sabemos todos que cuando las mujeres están en distintos lugares, hay temas que muchas veces no se consideran de prioridad política que son incorporadas en la discusión.

Pero, por ejemplo, hace unas semanas enviamos un proyecto de ley para despenalizar la interrupción del embarazo -que en Chile está prohibido bajo cualquier circunstancia- en los casos en que exista riesgo para la vida de la madre, en el caso en que el feto no tenga posibilidades de sobrevivir luego del parto y en caso que el embarazo sea producto de una violación.

Éste es un proyecto que las personas pueden tener distintas visiones, distintas opiniones, y eso es muy legítimo, y requiere un debate democrático al respecto. Y va a ser discutido y sancionado en un Parlamento compuesto en un 84% por hombres.

Ese es el tipo de sesgo que tenemos con urgencia que corregir. Necesitamos un Parlamento donde las mujeres tengan también una representación importante a la hora también de discutir temas que son importantes para las mujeres.

Pero además de aumentar la representación femenina en puestos de liderazgo político, estamos fortaleciendo la institucionalidad en torno a los temas de género.

El Congreso aprobó la creación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Ahora vamos a promulgarlo muy prontamente. Esperamos que este 8 de Marzo, ese va a ser uno de los hitos fundamentales. Así reforzaremos la capacidad del Estado para llevar adelante políticas de equidad y hacer de éste un tema no del Ministerio de la Mujer, sino un tema transversal en nuestra sociedad.

Cada país y región debe avanzar hacia la igualdad y la inclusión con las atendibles diferencias de medios, posibilidades y énfasis, pero consciente de la urgencia de la tarea.

La participación plena de millones de mujeres en los procesos productivos, políticos y sociales, será el motor fundamental de un cambio cultural profundo, capaz de remover los cimientos de la inequidad, los prejuicios y las discriminaciones.

Ninguna nación, ningún pueblo puede permitirse desperdiciar el talento que está repartido, en partes iguales, entre hombres y mujeres. Del mismo modo, ninguna nación puede, por sí sola, resolver este desafío que corresponde a la humanidad entera. Y en ambas tareas, las mujeres líderes estamos llamadas a actuar.

El antiguo secretario general de Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali, fue quien participó en la Conferencia en 1995 en Beijing, y él decía ahí, “el logro de una igualdad de hecho y de derecho entre hombres y mujeres, es el gran proyecto político del siglo XX”.

Ya estamos en la segunda década del siglo XXI y no podemos continuar aplazando este proyecto.

Y hoy quisiera yo reconocer especialmente el rol esencial que ha tenido el actual secretario general de Naciones Unidas, mi ex jefe, Ban Ki-moon, que ha hecho de esta cruzada por la igualdad un énfasis contundente de su mandato. Y quiero también aquí recordar sus palabras. Él ha dicho: “Hasta que no se logre liberar a las mujeres y a las niñas de la pobreza y la injusticia, todos nuestros objetivos, la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible, correrán peligro”.

Gracias secretario general, por su compromiso con las mujeres del mundo.

Hay demasiado en juego. Esta misión de justicia, de decencia, de humanidad, es urgente, es tarea de hoy. Y debemos tener la confianza de que podemos avanzar juntos, como siempre hemos hecho las mujeres, pero esperamos que también con los hombres, asociándonos, apoyándonos, generando lazos y acciones conjuntas entre mujeres líderes, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, entre continentes y regiones -y por eso es que bueno que aquí hay gente representando distintas regiones del mundo-, entre mujeres de todo el planeta.

Amigas y amigos:

El poder de las mujeres se ha filtrado con ingenio entre las barreras impuestas. Ha crecido con una creatividad inagotable, se ha tejido con las hebras del diálogo y ha iluminado y transformado sus comunidades.

Entre todos y todas, junto a los gobiernos y organismos internacionales, debemos hacer que las barreras más duras y persistentes caigan, para que las mujeres de un mañana muy próximo vivan sin la carga de desigualdad y de discriminación del presente.

Ustedes han construido sus vidas y sus capacidades en circunstancias muchas veces complejas. Saben de las batallas que hay que dar en familia, en el espacio privado y en el espacio público, en el terreno laboral, en la cultura. Porque tienen esa experiencia, saben que no hay que desfallecer.

En cada liderazgo que están haciendo en la política, la economía, la ciencia, el arte, el pensamiento, se juega el destino de las mujeres y niñas de todas partes del mundo, se juega un futuro más justo para el conjunto de nuestras sociedades.

Éste es el tamaño de nuestro desafío. Ésta es la tarea que asumimos con toda nuestra fuerza, y espero que este encuentro nos permita identificar áreas claves donde podamos empujar para hacer de nuestro planeta, un mejor planeta para hombres y mujeres.

Muchas gracias.

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