URUGUAY
Por Oscar Geymonat-
“Nos sorprende este pedido de perdón igual que sorprendió a todo el ámbito ecuménico, de las comunidades y de la sociedad en general”, dijo la pastora Carola Tron cuando radio El Espectador de Montevideo le pidió su impresión sobre el histórico acontecimiento de Turín en su calidad de vicemoderadora de la Mesa Valdense.
Inmediatamente reconoció sin embargo que esta actitud es coherente con otras que este papa viene teniendo. Y lo celebramos enfáticamente.
Lo que no debe sorprendernos es que nos sorprenda.
El arrepentimiento y el perdón son pilares de la fe cristiana tan fundamentales como esquivados. Y son actitudes de la vida social tan necesarias como escasas. Y su ausencia la hiere de muerte. Son medicinas insustituibles en una búsqueda de salud integral que sin embargo pocos laboratorios tienen interés en fabricar.
Aristóteles decía que el ser humano es social por naturaleza pero parece que no hubiera algo que nos costara más que cumplir con esa vocación de vivir en sociedad.
Desde toda la vida venimos aprendiendo a «convivir» y seguimos perdiendo el examen. Nunca se habló tanto de «convivencia», de «tolerancia», de «respeto en la diversidad». Pero al mismo tiempo conductas racistas, xenofóbicas, violentas gozan tristemente de buena salud.
«Lamentablemente – afirmó el papa ha sucedido y sigue sucediendo que los hermanos no acepten sus diversidades y terminen por hacerse la guerra uno contra otro». O yo diría «empiecen por hacerse la guerra.» Que la afirmación resulte casi una obviedad es doblemente lamentable. Por eso su oración en la que dijo: «pido al Señor que nos dé la gracia de reconocernos todos pecadores y de saber perdonarnos recíprocamente», marca un camino por el cual no podemos no transitar. Pero nos sorprende que alguien lo transite, porque no es el que tiene el tránsito más intenso.
Crecimos en una cultura que entroniza héroes que han vencido en guerras, poderosos que han impuesto sus leyes, constructores que muchas veces admiramos por sus obras destructivas. Pero se nos ha enseñado a despreciar al débil, a tener por menos a quien reconoce su error, a ocultar el arrepentimiento de quien queremos que sea admirable, a desconfiar de quien pide perdón y no menos de quien perdona.
Por eso me cuento entre los sorprendidos, entre los agradecidamente sorprendidos. Entre los que piden al Señor la gracia de reconocernos pecadores, entre los ingenuos que creen que cambiando la manera de pensar, puede cambiar la manera de vivir. Y entre los que celebran este 22 de junio como un mojón en el camino.
El autor es pastor valdense en Colonia Valdense, Uruguay
Grazie per questo bell’articolo! Buona giornata 🙂