Varios líderes religiosos emprenden una peregrinación a Hiroshima y Nagasaki para pedir el fin de las amenazas nucleares

Campana de la paz en la iglesia de Aegidius en Hannover. La ciudad de Hiroshima regaló la campana a la ciudad de Hannover, en memoria de las víctimas de la bomba atómica, tras el acuerdo de hermanamiento entre ambas ciudades en 1983. © EKD/Susanne Erlecke

Campana de la paz en la iglesia de Aegidius en Hannover. La ciudad de Hiroshima regaló la campana a la ciudad de Hannover, en memoria de las víctimas de la bomba atómica, tras el acuerdo de hermanamiento entre ambas ciudades en 1983. © EKD/Susanne Erlecke

SUIZA-

Los líderes religiosos de siete países que están en el proceso de adoptar la histórica decisión de apoyar o rechazar la prohibición de las armas nucleares emprenderán una peregrinación a principios de agosto hacia las dos ciudades japonesas que hace 70 años fueron diezmadas por las bombas atómicas.

Estos líderes religiosos –que representan a las iglesias miembros del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de los Estados Unidos, Alemania, Japón, República de Corea, Noruega, Países Bajos y Pakistán– estarán en Hiroshima y Nagasaki para conmemorar los bombardeos atómicos de los días 6 y 9 de agosto de 1945.

En Japón los delegados se reunirán con los supervivientes de los bombardeos atómicos, con miembros de iglesias, líderes religiosos y funcionarios del Gobierno. Desde las dos ciudades niponas los delegados trasladarán a sus respectivos países un llamamiento internacional para que se adopten medidas. El paso fundamental consistirá en instar a sus gobiernos a unirse a un nuevo compromiso intergubernamental para “cerrar la brecha legal” y establecer una prohibición formal de las armas nucleares. Esta iniciativa humanitaria ya cuenta con el apoyo de 113 países.

La Obispa de la Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos, Mary Ann Swenson, vicemoderadora del Comité Central del CMI, encabezará la delegación.

“Estaremos en Hiroshima y Nagasaki para recordar el horror de la bomba atómica y reafirmar el mensaje de una cada vez más amplia mayoría de la Asamblea General de las Naciones Unidas de que “por el bien de la supervivencia misma de la humanidad, las bombas atómicas no debería utilizarse nunca más, bajo ninguna circunstancia”, dijo Swenson.

“Este centro de acción de la peregrinación de justicia y paz del CMI es muy importante”, añadió Swenson. “Estando en lugares que fueron devastados hace 70 años por la más mortífera de las armas, tomamos conciencia de que aún hoy 40 gobiernos dependen de las armas nucleares; nueve Estados poseen arsenales nucleares y otros 31 Estados cuentan con que los Estados Unidos utilicen armas nucleares en su nombre”, dijo.

Las armas nucleares son hoy noticia por las conversaciones con Irán y por el discurso amenazante en la crisis de Ucrania, destacó Swenson. “No sabemos dónde surgirá la próxima amenaza ni cuando una de ellas puede degenerar en una destrucción real”, declaró.

Y añadió: “Invitamos a los cristianos de todo el mundo a unirse a nosotros en la oración durante esta peregrinación”.

“El septuagésimo aniversario de los bombardeos atómicos es un acontecimiento importante”, dijo Peter Prove, director de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI)

“La fecha llega en buen momento porque la mayoría de los supervivientes de los ataques de 1945 tienen ahora unos 80 años. Aún es necesario que se escuchen sus voces clamando el ‘nunca más’”, comentó Prove. “Este es un asunto urgente porque las potencias nucleares están modernizando sus arsenales en lugar de suprimirlos como habían prometido hacer. También hay esperanzas porque se está uniendo una creciente mayoría internacional para prohibir las armas nucleares, y las iglesias miembros del CMI están participando en ese proceso”.

Las siete iglesias miembros que participan en la peregrinación están bien posicionadas para adoptar una postura en contra de las armas más destructivas del mundo. Todos sus gobiernos –los de Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur, Holanda, Noruega y Pakistán– prometen apoyar el desarme nuclear pero siguen dependiendo de las mismas armas que causaron tanta destrucción hace 70 años y que representan hoy una amenaza para la humanidad. A excepción de Pakistán, que tiene su propio arsenal nuclear, todos los gobiernos mencionados están dispuestos a que los EE. UU. use sus armas nucleares contra sus enemigos. Cuatro de ellos aceptan esta postura propia de la Guerra Fría en calidad de miembros de la OTAN, y dos de ellos (Japón y la República de Corea) lo hacen como aliados de E.E. U.U. en el Pacífico.

“Esta peregrinación terminará presentando ante los gobiernos que aún hoy dependen de las armas nucleares una crítica moral y espiritual del dilema que se inició con el ataque a Hiroshima hace 70 años”, dijo la doctora Isabel Apawo Phiri, secretaria general adjunta del CMI. “El objetivo es ayudar a los responsables de política exterior a entender la oportunidad única que se les presenta, a saber, poder alinearse con la mayoría y promover el bien común en lugar de perpetuar el peligroso, injusto e inestable estatus quo”.

La misión a Japón y a otros seis países que dependen de las armas nucleares es parte de la peregrinación de justicia y paz del CMI.

Además de la Obispa Swenson, los miembros de la delegación fueron el La Rev. Dra. Chang Sang, de la Iglesia Presbiteriana en la República de Corea y Presidenta del CMI para Asia; el Obispo Dr. Heinrich Bedford-Strohm, presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD); el Rev. Baekki Heo, de la Iglesia Cristiana Coreana en el Japón; y, por parte del programa, el Arzobispo Nathaniel Uematsu, de la Comunión Anglicana en el Japón; el Obispo Tor Jorgensen, de la Iglesia de Noruega; la Rev. Karin van den Broeke, de la Iglesia Protestante de los Países Bajos; el Obispo Samuel Azarías, de la Iglesia del Pakistán; el Rev. Dr. Stephen Sidorak, responsable ecuménico de la Iglesia Metodista Unida con sede en los EE. UU. y miembro de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI); así como el director de esa Comisión, Peter Prove, y el consultor del CMI, Jonathan Frerichs.

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