Sara Ávila Forcada: las iglesias pueden promover una visión de las consecuencias ambientales del crecimiento económico

Sara Ávila Forcada

Sara Ávila Forcada

MÉXICO-

Por Leopoldo Cervantes-Ortiz-

Hace pocos meses, Sara Ávila Forcada estuvo en la ciudad de México para completar los trámites de su doctorado en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Vino desde Princeton (EU), donde ha vivido en los últimos años y donde también hizo una estancia doctoral. Antes, había cursado la maestría en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la licenciatura en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Durante dos periodos trabajó para una instancia gubernamental, ha dado clases recientemente en la Universidad de Columbia, (Nueva York) y colaborado en diversas publicaciones.

Debido a su militancia evangélica de toda la vida, nos permitimos entrevistarla para compartir su experiencia y perspectiva sobre la economía y el medio ambiente, un asunto que cada vez adquiere mayor importancia en todo el mundo.

¿Podrías decirnos en qué área de especialización se concentró tu tesis doctoral?

Mi tesis doctoral trabaja un caso de pagos para la conservación (Contratos para la conservación. El caso de la compra de redes en el Alto Golfo de California). Se trata de dar incentivos a cierto sector de la población para que sea de su interés privado proteger a cierta especie. En el caso particular de mi tesis se trataba de los pescadores del Golfo de California que atrapan “vaquitas marinas” al pescar camarón. Solamente quedaban 300 ejemplares de vaquitas marinas, unos delfines muy carismáticos que solamente vive en el Golfo de California. La principal causa de la muerte de vaquitas es que se atrapan en las redes de enmalle que los pescadores usan para pescar camarón.

Una idea de política fue la inversión en artes de pesca que eviten que la vaquita se atrape. Mientras se desarrollaba esta tecnología las vaquitas seguían muriendo. Dada la urgencia por evitar su desaparición, se decidió hacer un programa para pagar a los pescadores por dejar de trabajar en un área donde viven las vaquitas. El programa era voluntario en un principio. La pregunta entonces era: ¿quiénes participan en estos programas? ¿Cómo podemos hacer para que más pescadores quieran participar en estos programas voluntarios?

El gran público a veces no capta la relación entre economía y ecología. ¿Qué podrías decir al respecto?

Por un lado, casi todos los problemas ecológicos tienen su raíz en una actividad económica, por el otro lado, los instrumentos económicos suelen ser las herramientas más eficientes para solucionar problemas ambientales. Por esta razón la economía tiene mucho que aportar a la discusión ambiental.

Hay una rama de la economía que se denomina economía ecológica. La economía ecológica no solamente estudia los instrumentos económicos que pueden solucionar problemas de deterioro ambiental de manera eficiente sino que incorpora dentro del análisis la dinámica ecológica junto con la dinámica económica y social. Asume que hay límites para el desarrollo económico dados por la dotación de recursos naturales.

¿Consideras que en la iglesia se ha enseñado adecuadamente el respeto hacia el medio ambiente? ¿Qué opinas de la interpretación que se ha hecho de Génesis 1 sobre la supuesta superioridad del ser humano sobre el resto de la creación de Dios?

En México el tema ambiental comenzó a cobrar importancia a mediados de los años ochenta. Cuando los niveles de contaminación en la ciudad eran tan altos que los niños tenían prohibidos recreos e incluso los pajaritos aparecían muertos en invierno. Las escuelas comenzaron a incorporar estos temas, pero en las iglesias no se habló del tema. De manera implícita se asume que el cuidado del medio ambiente no es tan importante como los temas que sí abordaba (al menos entonces), como no mentir, no bailar, no beber alcohol o no fumar.

Afortunadamente hubo unos poquitos miembros de la iglesia y estudiantes del seminario que estudiaban la visión de que Dios se manifiesta en su creación y que, como mayordomos, tenemos la obligación de cuidar los recursos. De hecho, una de las maneras más reales de expandir el Reino de Dios es mediante el cuidado del medio ambiente.

¿Es posible promover en el ambiente evangélico una visión más completa de las implicaciones ecológicas de los procesos económicos?

Es difícil hablar de las implicaciones ecológicas de los procesos económicos en cualquier foro. El crecimiento económico tiene el potencial para brindar una mejor calidad de vida a las personas, puede generar empleos, puede hacer más productivas las horas de trabajo, etcétera. Pero hay evidencia de que también genera deterioro ambiental. Una de las características más importantes del deterioro ambiental es la inequidad que genera: los sectores ricos de la sociedad y los países desarrollados disfrutan del crecimiento económico relativamente más que los sectores más pobres o los países menos desarrollados. Mientras que los costos del deterioro ambiental suelen sufrirse en los países más pobres o en las comunidades más pobres. Las iglesias, que son lugares donde se ve por el más pobre, por el más marginado, podrían ser foros donde se pueda

En tu opinión y experiencia, ¿piensas que aún es viable que los gobiernos tomen medidas efectivas para contener el calentamiento global o ya es demasiado tarde?

El tema de calentamiento global será particularmente popular al acercarse la Conferencia de las Partes de la Convención Macro de Cambio Climático en París en diciembre de 2015. Llevamos más de 20 años en la negociación de la reducción de gases efecto invernadero, que son los principales causantes del cambio climático. Es muy difícil llegar a un acuerdo para disminuir estos gases porque la economía mundial está basada en el uso de combustibles fósiles, que generan gran parte de las emisiones. Como sociedad global queremos disminuir los efectos perversos del cambio climático, pero como individuos y como países individuales no queremos dejar de crecer. Entonces los incentivos privados son emitir más.

Poco a poco se desarrollan tecnologías alternativas al uso de combustibles fósiles y también tecnologías que podrían capturar Gases de efecto invernadero. Sin embargo, en el corto plazo seguiremos emitiendo. Mi particular punto de vista es que no debemos esperar grandes soluciones en diciembre en París. No veo un cambio en una dinámica que lleva 20 años. Sin embargo, no todo está perdido: por el momento hay dos rutas de avance: por un lado, cada país ha hecho una “promesa de abatimiento” (técnicamente se llaman Contribuciones Nacionales, National Intended Contributions). Por el otro lado, será necesario contar con un “acuerdo sombrilla” que permita mejorar la medición, el monitoreo y que sea flexible para modificarse conforme haya avances.

De forma paralela a los acuerdos de abatimiento está el asunto de financiamiento. Los países ricos han prometido una bolsa de 100 mil millones de dólares al año a partir de 2020 para apoyar a los países por pérdidas y daños debido al cambio climático. Las reglas de este fondo, así como las contribuciones de Europa, Estados Unidos y Canadá serán fundamentales para poder compensar a países pobres que enfrentarán costos catastróficos en el mediano plazo. Cabe señalar que la sociedad civil a nivel nacional e internacional ha tenido un papel fundamental en los avances que se han podido lograr.

¿Las grandes empresas transnacionales realmente llevan a cabo acciones que contribuyan a frenar mayores daños al medio ambiente?

No sé. Pero no creo que sea una prioridad en su agenda. Creo que sus intereses están claramente definidos como maximización de ganancias.

En tu paso por una institución gubernamental, ¿percibiste una auténtica preocupación por estos problemas?

Yo fui parte de la Secretaría de Medio Ambiente en los años 1996-1999 y luego en 2001-2008. Prácticamente fui de los primeros empleados de este órgano de gobierno. Fue durante el gobierno de Ernesto Zedillo y gracias a presiones internacionales (se acababa de firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLC) y a presiones nacionales (la sociedad civil producto del sismo de 1985 era capaz de exigir un mejor nivel del aire sobre todo en la ciudad de México), se puso como cabeza del sector a Julia Carabias, investigadora de la UNAM. Independientemente de sus errores, yo creo que se hizo un esfuerzo por contratar a expertos en el tema que genuinamente tenían preocupación por solucionar problemas ambientales.

Cuando después de 70 años, hubo una alternancia de partido político en la presidencia de México, Vicente Fox enfrentó un conflicto para definir al secretario de medio ambiente. Por un lado González Torres, el líder del Partido Verde, aspiraba a la secretaría, pero por el otro, la sociedad civil organizada se oponía a ese nombramiento. Fox entonces acudió a headhunters que le sugirieron a Lichtinger, un académico que estaba al frente de la Comisión de Cooperación Ambiental del TLC.

Lichtinger nombró personas con experiencia en posiciones clave de la secretaría. Pero al mismo tiempo, Fox nombró a gente cercana: al director de la Comisión Nacional del Agua (con 80% del presupuesto), al director de la Comisión Nacional Forestal y al Subsecretario de Gestión. Desde el principio hubo una pugna entre la gente de Fox y la gente de Lichtinger. Lichtinger renunció y su cargo lo ocupó el director de la Comisión Nacional Forestal, un panista cercano a Fox: Cárdenas Jiménez (véase: Jordi Díez, “Political Change and Environmental Policymaking in Mexico”).

Como todos lo vivimos, con el Partido Acción Nacional, el sector industrial cobró una fuerza que no se veía desde hacía décadas. La agenda ambiental se vio relegada a los intereses de Coca Cola Femsa, empresarios del turismo, empresarios de maquiladoras y de los grandes corporativos. La administración calderonista siguió con esa tendencia. Pero cabe señalar que México tuvo dos aciertos muy grandes en estos años del panismo: el programa de pagos por servicios ambientales que revierte los efectos de la deforestación y México se convirtió en líder en las negociaciones de cambio climático.

Actualmente, casi todos los funcionarios de la “primera” Secretaría de Medio Ambiente han sido sustituidos por funcionarios nuevos. En algunos puestos clave hay panistas y miembros del partido verde que no son expertos en el tema, sino que han llegado como una tajada [cuota] política (véase: Angélica Enciso L., “Verdes con formación administrativa se han apoderado de la Semarnat”, en La Jornada, 26 de octubre 2015). Los funcionaros con experiencia han ido acomodándose en la academia o en organismos no gubernamentales desde donde todavía hacen trabajo sumamente relevante para la política nacional.

¿Cómo relacionas tu fe con el área en la que eres experta? ¿Cómo dialogas en tu trabajo con tus convicciones?

Hacer investigación en materia de economía ambiental es precisamente una de las formas de expandir el Reino de Jesús. Hacer buena investigación que provea soluciones a los problemas de contaminación, deterioro ambiental e inequidad es una de las formas más tangibles de compartir el amor de Dios. Es mi manera de adorar y de servir a Dios.

¿De qué forma transmites a tus hijos estas preocupaciones? ¿Las relacionas al hablar con ellos con la fe que comparten?

“Las palabras se las lleva el viento”, dice el dicho. Más que hablar con ellos de la fe que compartimos y cómo se relaciona con el cuidado del medio ambiente, lo que sucede es que ellos observan lo que hago y lo que no hago también. Los hijos ven que a veces me pongo a leer y a estudiar. A veces escuchan mis clases y a veces leen mis escritos. Saben que el trabajo es una bendición de Dios, porque yo así lo veo. También que es un placer y una dicha hacer “nuestra parte en la vida”, que en mi caso particular es hacer investigación en economía ambiental.

¿Qué mensaje darías a los dirigentes eclesiásticos sobre la necesidad de incluir estos temas en la espiritualidad, el culto y la práctica cristianas?

Desafortunadamente, los dirigentes eclesiásticos que conozco no están en condiciones de escuchar temas que cuestionen su manera de ver la vida. En cambio, las personas que son parte de la iglesia sí quieren saber más, porque la capacidad humana para cuestionar y aprender es un aspecto natural.

Creo que el entorno natural ha sido un instrumento de acercamiento con Dios desde tiempos inmemoriales y así seguirá siendo. Ojalá estemos dispuestos a tomar medidas para conservar ese entorno natural y para pelear por los derechos de quienes sufren los costos de la degradación ambiental que, al ritmo que llevamos, parece que serán nuestros hijos y nuestros nietos quienes sufrirán las consecuencias de nuestra inacción presente.

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