Las prácticas de ISIS y las resonancias lejanas de la Biblia

Wynarczyk

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ARGENTINA-

Por Hilario Wynarczyk-

Ñ Revista de Cultura, del Diario Clarín de Buenos Aires, produjo una valiosa  “edición especial / el ISIS y la nueva guerra” en el número 364, del 21 de noviembre de este año. El texto lleva un segundo título que dice: “inmersos en un nuevo terror atávico”. Las páginas 10 y 11 exponen fragmentos de “La gestión del salvajismo”. El singular aporte del semanario cultural, que siempre le dedica un espacio a las ciencias sociales, fue posible gracias al abordaje del estadounidense William McCants (The ISIS Apocalypse) y la traducción de Ana Pietro, quien a su vez también se especializa en el tema.

De esta forma, el dossier de la revista Ñ nos permite asomarnos al texto titulado Idarat al-Tawahhush  (La gestión del salvajismo), del norafricano Abu Bakr Naji, autor doctrinario en el ámbito de la acción beligerante de lo que podríamos llamar, concientes de la imprecisión de los términos, un “islamismo radical”, afín  a la idea del establecimiento del califato. Su trama argumental y su modo expositivo revelan un estratega sutil y, de hecho también, dejan percibir la lógica de un sociólogo notable, aunque posiblemente resulte muy difícil o muy incómodo designarlo con esos adjetivos. Abu Bakr Naji produce una teoría pragmática de la autoinmolación, el sacrificio de soldados propios y la crueldad absoluta denominada “salvajismo”, con el objetivo de generar, entre los más poderosos de un sistema de fuerzas asimétrico, estados de tensión, desgaste económico y voluntad de negociar.

Reflexionando ahora en forma comparativa sobre el texto del norafricano beligerante, resulta notorio que el mencionado “salvajismo” causante de sobresaltos y pánico en el año 2015 coincide en varios aspectos básicos con sistemas de acción aplicados hace miles de años en similares regiones. Los relatos en la Biblia muestran raids de pillaje contra los “idólatras”, robo de niñas y ganado, matanzas de niños varones y mujeres, destrucción de objetos religiosos de los politeístas, matanzas de sus sacerdotes, profanación de sus huesos e incendios. Se trataba de arrasar y robar, en nombre del combate a la religión de quienes –de otros pueblos pero también del propio pueblo– adoraban ídolos de dioses. Una especie de guerra cultural brutal, muy pre-gramsciana. Para ilustrarlo en mínimos ejemplos, podemos citar el Libro Segundo de Reyes, capítulo 23, versículo 20. Josías “mató además sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, y quemó sobre ellos huesos de hombres”.

Debemos suponer que eran los huesos de los sacerdotes. Por estos motivos suena razonable suponer que estamos “inmersos en un nuevo terror atávico”, como dice el segundo título de esta edición de la Ñ, a la que sus editores le dieron extensión en el número subsiguiente, 635, del 28 de noviembre, incluyendo las manifestaciones del mismo fenómeno en el África. Sin embargo, una sideral diferencia se encuentra en la sistematización de la estrategia y las tácticas sobre un fundamento de tipo sociológico, al  que yo me refería al comienzo de este ensayo de reflexiones. Y sucede miles de años después. A escala global.

El autor es Doctor en Sociología por la Universidad Católica Argentina (UCA), Máster en Ciencia Política con mención en Teoría y Método por la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG, Brasil), Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). En la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) es Profesor Titular de Metodología y Taller de Tesis de Posgrados en Gestión Ambiental y Economía y Negocios.

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