ARGENTINA-
Por Leonardo Félix-
Por varias décadas, especialmente en los ámbitos internacionales, no se han discutido políticas destinadas a lograr un desarrollo más democrático de las comunicaciones que posibiliten la participación de toda la comunidad. Se trata de una situación que, si bien tiene dimensiones comerciales y técnicas -preeminentes, y a veces exclusivas, en la consideración del tema- posee connotaciones sociales profundas que han sido dejadas de lado en los foros de debate. Esta dimensión humana del problema y sus efectos sobre la vida de la comunidad toda, reclama su consideración y es aún una materia pendiente.
El mundo de la comunicación atravesó una época de optimismo con el convencimiento de que era no solo necesario sino posible reivindicar el derecho de los pueblos a desarrollar y sostener su propia cultura comenzando por democratizar las comunicaciones. La comunicación como derecho humano debía ponerse en práctica a través de políticas nacionales e internacionales. Es esta búsqueda la que lleva a la UNESCO a iniciar un largo proceso en la prosecución de una comunicación más libre y equilibrada para lo cual constituye la Comisión McBride que produce el desafiante documento llamado “Nuevo Orden Internacional de la Comunicación y la Información” [i](NOMIC). Como todo informe que trata de conciliar posiciones diversas, se torna ambiguo, contradictorio y deficiente. Su implementación pronto comenzó a ser resistida. A fines de 1984, EEUU, Gran Bretaña y Singapur se retiran de la UNESCO alegando, entre otras cosas, que el NOMIC representaba un intento de restringir la libertad de prensa y la iniciativa privada. Se trata de una historia no tan lejana pero, lamentablemente, maltratada, criticada y olvidada por muchos.
No es por casualidad que el desarrollo de este proceso por una comunicación más libre y balanceada haya estado emparentado con la búsqueda de un nuevo orden económico, que involucró a los países del Tercer Mundo. Esta búsqueda se basaba en la convicción de que el crecimiento por sí mismo no representa la solución para los problemas de los países más desfavorecidos, y que el mercado libre no es el mecanismo más eficaz para producir una distribución más justa de los recursos.[ii]
Me permito ahora, desde esta breve introducción, cambiar el orden de las preguntas planteadas….comenzando con la última de ellas.
¿Cómo los medios confesionales pueden interpretar la demanda de paz y convivencia que la sociedad está esperando, y qué responsabilidad tienen los comunicadores en esta tarea?
Cuando hablamos de paz y convivencia, hablamos de algo más que “un manual de tolerancia” sobre aquello que se debe comunicar o no en nuestros días. La comunicación desde los medios confesionales no puede, o no debería ser acrítica a ciertos cuestionamientos a la comunicación en general. El comunicar desde un medio confesional, y esto es parte de la tarea diaria de ALC Noticias en el continente, debe poder narrar consistentemente la voz profética en nuestra sociedad de lo que las comunidades de fe hacen a diario en favor de la vida.
Desde este lugar, debemos poder cuestionar ciertos puntos fundamentales:
- Cuestionar a la comunicación, especialmente la comunicación masiva, por ser verticalista y unidireccional en el envío de sus mensajes.
- Cuestionar que el poder de la comunicación esté en manos de unos pocos, cuyo propósito básico es su propio beneficio.
- Cuestionar que los medios comerciales, tan potentes y penetrantes, están básicamente al servicio del consumismo, donde el ser humano es considerado “masivamente”, no como un ser libre y creativo, sino como un potencial consumidor que necesita ser estimulado a consumir, un ser que debe comprender que en el consumo satisface sus necesidades más primarias.
- Cuestionar que la comunicación tradicional sea “masiva” por su influencia sobre los aspectos que contribuyen a la ausencia del ejercicio de la libertad: la pasividad, la inercia, el debilitamiento de la capacidad de pensar y decidir.
¿Cuál es el aporte que los medios de comunicación están haciendo en la promoción de la convivencia y el diálogo interreligioso?
Desde lo descripto, los medios de comunicación en general deben poder fijar su mirada, en estos condicionamientos (asumidos y naturalizados mayormente), para hacer aportes válidos que permitan una convivencia real y un diálogo fructífero entre los distintos sectores religiosos que de un modo u otro, quieren seguir narrando lo que la “fe” hace, en medio de un mundo divido y fraccionado por guerras (muchas veces justificadas y validadas como “necesarias para imponer paz y orden”); narraciones y acciones tendientes a la construcción de puentes que permitan conectar lo diverso y plural no como un conflicto inevitable de distintos procesos civilizatorios, sino como un encuentro posible y necesario.
Poder asumir, desde la comunicación, la historia, cultura y territorialidad que cada dimensión de fe en particular expresa es también, parte del ejercicio necesario comunicativo y narrativo que los grandes medios tienen que poder expresar para hacer un aporte renovado y éticamente comprometido con las distintas realidades que se viven en nuestro mundo.
[i] El Informe MacBride, también conocido como “Voces Múltiples, Un Solo Mundo“, es un documento de la Unesco publicado en 1980 y redactado por una comisión presidida por el irlandés Sean McBride, ganador del premio Nobel de la Paz. Su objetivo era analizar los problemas de la comunicación en el mundo y las sociedades modernas, particularmente con relación a la comunicación de masas y a laprensa internacional, y entonces sugerir un nuevo orden comunicacional para resolver estos problemas y promover la paz y el desarrollo humano.
[ii] Valle, Carlos. “la comunicación, una materia pendiente”. El autor es ex secretario general de la WACC (World Asociation in Christian Comunication) y pastor de la iglesia evangélica Metodista Argentina. Citado con permiso del mismo.
Ponencia presentada en el Salón Dorado de la Legislatura durante el Foro Buenos Aires Ciudad del Encuentro y el Diálogo Interreligioso organizado por el Gobierno de la Ciudad a través de la Dirección General de Cultos.