Édgar Moros Ruano: “Estados Unidos actúa en nombre de una supuesta libertad contra una inexistente dictadura”

Sin título

Dr. Édgar Moros Ruano

MÉXICO-

Por Leopoldo Cervantes-Ortiz-

El doctor Édgar Moros Ruano ha pertenecido a la Iglesia Presbiteriana de Venezuela prácticamente durante toda su vida. Ha sido pastor y profesor en su país y fuera de él. En los próximos meses cumplirá 80 años, motivo por el cual lo hemos buscado para conversar. Particularmente interesantes son sus opiniones a la luz de lo que está sucediendo en las últimas semanas en Venezuela. Entre sus publicaciones está el libro “La filosofía de la liberación de Enrique D. Dussel: ¿alternativa al marxismo en América Latina?”(1995), además de numerosos artículos y ensayos. Agradecemos su disposición para este diálogo, así como la mediación de su hija Matilde. Un reportaje sobre su labor reciente puede leerse en el sitio Presbyterian Outlook

Es un placer saludarlo. Está por llegar a la feliz edad de 80 años. ¿Cuál es su visión actual de la vida y la fe?

Voy a cumplir 80 años el 25 de octubre del presente año. He vivido, gracias a Dios, una larga existencia. Estimo la vida como un precioso don de Dios. A pesar de situaciones difíciles y problemas que parecen inevitables, disfruto de la naturaleza, aprecio enormemente la belleza de amistades sinceras y hermosas, procuro dar amor y ofrecer solidaridad y aliento a los necesitados y desvalidos. Echo de menos a mi esposa quien ya está con el Señor, pero gozo del cariño de mis hijos y nietos. Amo profundamente a mi iglesia y a la congregación que pastoreo. Reconozco que he recibido de Dios múltiples bendiciones y que todo lo que soy se lo debo a su amor y misericordia. En la presente etapa de mi vida sigo buscando la orientación del Espíritu Santo para los días que me queden sobre la tierra.

Comprendo más que nunca que he de aprovechar este tiempo para contribuir en la medida de lo posible a que mi iglesia (la Iglesia Presbiteriana de Venezuela, IPV) crezca espiritualmente y se desarrolle y madure teológicamente, como una iglesia profética que dé un testimonio valedero en la sociedad en que Dios la ha colocado. Igualmente entiendo que todavía puedo hacer un aporte a mi país en el esfuerzo por lograr una sociedad más justa, más humana y más fraterna. Mi experiencia de vida me ha enseñado que como cristiano, como pastor, como teólogo, no podía mantenerme encerrado en la institución de la iglesia. La vida misma me ha llevado a insertarme en lo que se denomina “lo secular”. He sido a la vez pastor de la IPV y profesor universitario en la Universidad de Los Andes (ULA) y la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). He militado políticamente, como una exigencia que ha partido de mi fe cristiana. Esta fe ha guiado mi pensamiento y praxis en la iglesia y en la sociedad.

Háblenos de sus años formativos, de su familia, de su experiencia inicial en la Iglesia. ¿Quiénes fueron sus modelos a seguir?

Nací en un hogar cristiano. Mi padre (venezolano) fue pastor durante más de 50 años. Mi madre (guatemalteca) fue educadora cristiana. Ambos estudiaron en el Instituto Bíblico en San José, Costa Rica. En los primeros años de mi vida crecí en la Iglesia Escandinava (hoy OVICE), en San Cristóbal, Táchira, donde mi papá era pastor. A partir de los 8 años mi ambiente de iglesia fue la Iglesia Bautista en Caracas, donde pastoreó mi padre. La influencia de mi hogar materno-paterno ha sido determinante en mi vida. A pesar de la formación teológica conservadora recibida por mi padre en Costa Rica, él nunca fue un fundamentalista, antes por el contrario, siempre asumió posiciones liberales, rechazando el literalismo bíblico. Su apertura en lo teológico me marcó desde mi juventud. A partir de los 11 años mi iglesia fue la Iglesia Presbiteriana de Venezuela (IPV), donde se empezó a congregar mi familia. Me bauticé a los 15 años y me hice miembro activo de la Iglesia Presbiteriana del Este, en Caracas. Mis cuatro primeros años de bachillerato los cursé en el Colegio Americano, de la IPV. Mi quinto año en el Liceo Andrés Bello. El Colegio Americano contribuyó a mi formación, no sólo en lo escolar-académico, sino también en lo espiritual. Tres predicadores me impresionaron mucho en estos años, el Rev. Cecilio Arrastía, cubano, el Dr. Alfonso Lloreda, colombiano, y el Dr. Alfonso Rodríguez Hidalgo, cubano.

Como parte de una generación de creyentes y pensadores evangélicos que vivieron una etapa muy compleja en la conformación de una teología más propia, ¿cómo resumiría su trayectoria personal, eclesial y teológica?

Mi trayectoria personal fue marcada en primer lugar por mi hogar materno-paterno. La influencia intelectual y apertura teológica de mi padre me señalaron un sendero que no he abandonado a lo largo de mi vida. La IPV, el Colegio Americano de esta iglesia, el ambiente cosmopolita de la ciudad de Caracas, moldearon en buena medida mi modo de ser desde mi infancia y juventud.

Igualmente reconozco el impacto en mi vida de haber vivido y experimentado diferentes etapas de la vida política de mi país. De muy niño viví bajo el gobierno liberal de Isaías Medina Angarita. Experimenté todavía niño (8 años) la llamada “Revolución de Octubre”, en 1945, que derrocó a Medina, momento que quedó grabado en mi mente ya que vivía en Caracas muy cerca del palacio de Gobierno de Miraflores y sentí los aviones sobrevolando, las bombas y la balacera y, el temor que vivimos en mi familia. Viví también momentos difíciles cuando el presidente Rómulo Gallegos fue derrocado en 1948. Recuerdo el allanamiento de que fue objeto el edificio donde vivía en Caracas, cuando militares irrumpieron buscando al político Jóvito Villalba, cuya esposa vivía en uno de los apartamentos del edificio. Viví los terribles años de la dictadura de Pérez Jiménez y los no menos terribles de la 4ª República, bajo el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando mi hogar fue allanado y fui detenido por ser el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado Táchira, lo que me hacía sospechoso de actividades subversivas. He vivido últimamente en la Revolución Bolivariana, durante los gobiernos de Chávez y Maduro Moros, en los grandes esfuerzos por construir una nueva realidad.

Con mi formación básica recibida del Movimiento Estudiantil Cristiano (FUMEC en Venezuela) e Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) y del Seminario Teológico de Princeton (STP) y de la teología latinoamericana de la liberación (TLL), ingresé al pastorado de la IPV. Allí formé parte de un grupo de pastores venezolanos formados en centros teológicos diferentes (ISEDET, Campinas en Brasil, Puerto Rico, PTS). A pesar de lo diverso de estos centros educativos donde nos formamos, coincidimos en nuestra orientación bíblico-teológica. Constituimos un pequeño equipo (tipo caucus), que denominamos “Los pastores jóvenes”, y comenzamos a realizar un diagnóstico de la realidad de la IPV a la luz de la realidad del país y del continente. Formulamos severas críticas a diferentes aspectos de la vida de nuestra iglesia: lo administrativo, lo pastoral, lo bíblico-teológico. Elaboramos un documento con nuestros análisis y críticas, que fue presentado en una reunión del Presbiterio de Venezuela en 1971. Ciertamente cometimos una muchachada. No seguimos los canales regulares para introducir dicho documento. Por supuesto que el asunto no aparecía en agenda. La decisión del Presbiterio fue dar por no recibido el documento, ante lo cual los autores del documento que estábamos presentes nos retiramos de la reunión y posteriormente todos los integrantes del equipo renunciamos a nuestra membresía en la IPV. Los renunciantes fuimos, el Rev. Juan Chipamo, yo mismo, el seminarista graduado y en espera de la ordenación Andrés Oramas, los seminaristas estudiantes en Puerto Rico y Argentina, Ángel Suárez y Gustavo Astudillo. Del grupo se reinsertaron muy pronto Suárez y Astudillo.

Varios años después yo me reincorporé al pastorado de la IPV, donde permanezco hasta el día de hoy. Juan Chipamo y Andrés Oramas han permanecido alejados de la IPV hasta el momento presente. Después de mi reincorporación ocupé diversos cargos en el Presbiterio de Venezuela y en el nuevo Presbiterio de Occidente, llegando a servir como moderador, igualmente fui moderador del Sínodo de la IPV. He luchado por la creación de una iglesia profética, que desde la fe reformada y el Evangelio liberador dé un testimonio que responda a la realidad del país y del mundo en que vivimos.

¿Cómo afrontó desde su país natal, Venezuela, el surgimiento de una teología más propia de América Latina, incluso antes de los inicios de la teología de la liberación?

Parte de la respuesta a esta pregunta ya ha sido ofrecida en la pregunta anterior. Dos importantes influencias en lo eclesial y teológico, previo a los estudios de seminario en Estados Unidos, fueron el MEC e ISAL-Venezuela. En el MEC e ISAL adquirí lo que ha sido mi orientación teológica fundamental. El estudio de la realidad latinoamericana a la luz de la fe liberadora ya estaba presente allí. Es cierto que se ha profundizado y expandido este estudio a lo largo de los años posteriores con la teología y filosofía de la liberación, pero el germen fundamental, desde mi perspectiva, nació del MEC e ISAL.

Estudió usted en Estados Unidos. ¿Cómo marcó esa experiencia su labor pastoral, eclesial y teológica?

En enero de 1958, poco antes de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, marché a ese país para realizar estudios universitarios. Pérez Jiménez había cerrado las universidades en Venezuela y mis deseos de proseguir estudios se veían frustrados. Fui aceptado y becado para estudiar en el Maryville College, en Tennessee, institución de la Iglesia Presbiteriana. En este periodo se fortaleció grandemente mi vida eclesial. Recibí una formación académica que me preparó para mis estudios a nivel de seminario. Allí conocí a la que sería mi esposa y compañera de vida durante 52 años, Donna Laubach. Juntos realizamos estudios teológicos en el Seminario Teológico de Princeton en Nueva Jersey. Es de resaltar la gran influencia que recibí de dos profesores: Richard Shaull y Charles West. Shaull (misionero y profesor de seminarios en Colombia y Brasil durante largos años) fue uno de los precursores protestantes de ISAL y de la teología latinoamericana de la liberación. West era un gran conocedor de la ética cristiana y del marxismo. Los cursos tomados con estos dos profesores fortalecieron mis conocimientos y opción teológica. También fue importante para mí el legado de John Mackay, quien ya no era el rector del Seminario pero cuyo impacto permanecía y permeaba el ambiente general del mismo. Dejó honda huella en mí su amor por todo lo hispano y lo latinoamericano. De Mackay aprendí también a apreciar la obra de don Miguel de Unamuno, gigante del pensamiento español contemporáneo.

Mis años de seminario coincidieron con la realización del Concilio Vaticano II, el cual impactó positivamente al estudiantado y profesorado del STP. Regresé a Venezuela en 1965. Asumí el pastorado en la Primera Iglesia Presbiteriana de Maracaibo, en el barrio San José. Allí entré en contacto directo con la realidad de pobreza y miseria existente en gran parte de mi país. A la vez estaba leyendo obras de Rubem Alves y Gustavo Gutiérrez. Junto con varios sacerdotes católicos y pastores protestantes (luterano y metodista) iniciamos un equipo ecuménico de estudio. La experiencia fue enriquecedora. La CELAM de Medellín [1968] y varias obras de los primeros teólogos de la liberación nos acompañaron. El equipo funcionó hasta el momento en que uno de los sacerdotes españoles en el grupo le comentó al obispo de Maracaibo lo que estábamos haciendo e inocentemente le dijo que, entre otras cosas, estábamos estudiando marxismo. Lamentablemente los sacerdotes católicos se tuvieron que ausentar del equipo y esto llevó a la disolución del grupo.

Una de sus disciplinas de estudio ha sido la filosofía. ¿Le parece que desde América Latina se han producido obras sobresalientes en ese campo?

Claramente sí se han producido obras sobresalientes en el campo de la filosofía en América Latina. Toda la obra de Enrique D. Dussel es sobresaliente. La ética de la liberación y la filosofía política de la liberación han impactado grandemente. Es interesante señalar, como ejemplo del impacto de la obra de Dussel, que el presidente Hugo Rafael Chávez Frías bebió de esas fuentes e incorporó buena parte del pensamiento de Dussel en su comprensión de la realidad latinoamericana. El pensamiento filosófico de Dussel está presente en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

¿Qué opinión le merece el trabajo de estudiosos como Leopoldo Zea, Paulo Freire o Enrique Dussel en la conformación de un pensamiento genuinamente latinoamericano?

Leopoldo Zea es para mí un pionero y precursor del pensamiento genuinamente latinoamericano. Paulo Freire aparece ante mis ojos como el gran gestor de la educación liberadora, no sólo en América Latina sino a nivel mundial. La pedagogía del oprimido tendrá validez mientras haya oprimidos o víctimas en nuestro mundo. Freire es un digno continuador de don Simón Rodríguez, cuya obra igualmente sigue siendo válida para nosotros hoy. De la obra y pensamiento de Dussel tenemos que estar infinitamente agradecidos. Dussel ha sido y continúa siendo uno de los principales forjadores de un pensamiento genuinamente latinoamericano. Es nuestro maestro a emular; gigante del pensamiento liberador en muchos campos: filosofía, ética, política, teología, historia de la Iglesia, estudios sobre Marx y muchos otros.

Vivió algunos años en España. ¿Qué nos puede decir sobre el contacto directo con las iglesias evangélicas de ese país?

Mi trabajo específico en España fue el de profesor en el Seminario Evangélico Unido de Teología (SEUT), en colaboración con la Iglesia Evangélica Española, iglesia que tiene raíces presbiterianas y metodistas. El Seminario también está conectado con la Iglesia Española Reformada Episcopal. Moverse en aquella realidad secularizada como creyente y pastor-profesor protestante lo ubica a uno como una rara ave. Sin embargo, hay desafíos aún más serios para los protestantes españoles y sus instituciones. Son una minoría poco apreciada, a pesar de la Constitución posfranquista. Gran parte del clero católico es muy poco ecuménico y parece menospreciar a los protestantes. Hay importantes excepciones, claro está. La Universidad de Comillas (jesuita) está abierta a los protestantes y algunos han obtenido maestrías y doctorados allí. El desafío para la iglesia protestante es grande. El periodo de la Guerra Civil Española y luego los años del franquismo fueron de hostigamiento terrible. Dar un testimonio valiente era cosa de héroes de la fe. Aún hoy se sienten los efectos de aquel periodo. La iglesia, sin embargo, está resurgiendo con un testimonio y acción profética. El Seminario juega un importante papel en la formación del liderazgo necesario para guiar a las iglesias en el cumplimiento de la misión de anunciar la Buenas Nuevas del Evangelio hoy en España.

El Seminario también tiene la tarea de formular toda una reflexión teológica sobre el momento que se vive, así como de rescatar lo mejor del pensamiento protestante de la iglesia en España, desde Juan de Valdés hasta los pensadores, pastores y teólogos de la resistencia y clandestinidad del periodo de la Guerra Civil y el franquismo. Doy gracias a Dios por haberme permitido en alguna pequeña medida, participar en el esfuerzo por poner en vigencia en España una evangelización integral y transformadora, así como de aportar la visión liberadora desde la perspectiva latinoamericana.

¿Cómo percibe usted la situación tan compleja que vive su país en estos meses?

La llegada del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías al poder en Venezuela, en 1998, marcó un verdadero punto de inflexión para la nación. Desde la época de la Conquista y Colonia el país había vivido bajo las riendas de clases dominantes minoritarias, que a lo largo de los siglos sufrieron cambio de nombre, pero permanecieron fundamentalmente las mismas (blancos criollos, grandes terratenientes, pseudo-burgueses y pseudo-empresarios viviendo de la renta petrolera). Lamentablemente la iglesia mayoritaria, la Católica, ha formado parte de las clases dominantes durante todo el largo periodo desde la Conquista y hasta nuestros días. Desde la época del dictador Juan Vicente Gómez, esas clases y el Estado venezolano como un todo, pasaron a estar bajo la égida de Estados Unidos, fundamentalmente por causa de la riqueza petrolera. Venezuela fue realmente parte del patio trasero de Estados Unidos. Por otra parte, las grandes mayorías de la población, fueron explotadas desde la Conquista y Colonia, por ser indígenas, por ser negros esclavos, por ser mestizos, por no poseer tierras, condenados a la pobreza y la miseria, desposeídos de su dignidad y explotados en su fuerza de trabajo. Durante los 40 años de la llamada 4ª República (1958-1998) se vivió en Venezuela de la renta petrolera. Se impuso el neo-liberalismo.

Con la llegada de Chávez se inició un periodo de cambio radical. La Constitución de 1999 introdujo una nueva forma de democracia, protagónica y participativa y no meramente representativa y la creación de un nuevo Estado soberano. Se estableció que “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo” (CRBV, Artículo 5) como un todo y no en alguna clase o estamento en exclusión de las mayorías. Las clases dominantes con la revolución bolivariana han perdido mucho del poder que mantuvieron durante siglos, mientras que las mayorías empobrecidas han comenzado a ejercer el poder popular, se han ido empoderando por medio de la educación, de políticas de salud pública, vivienda digna y han aprendido a decir su palabra.

Las relaciones con Estados Unidos han cambiado mucho, buscando el mutuo respeto. Ellos ven en esta nueva relación un grave peligro para su seguridad ya que significa pérdida del control que han tenido durante muchos años e independencia por parte de uno de sus antiguos súbditos. Desde un primer momento las clases dominantes al interior del país y Estados Unidos han visto en la revolución bolivariana, pro socialista, una grave amenaza.

Ya van casi 18 años de ataques contra ella. No pudieron derrocar a Chávez, aun cuando le dieron un golpe de Estado. Han tratado por todos los medios de derrocar a Maduro Moros y acabar con la revolución. En el momento presente están desesperados y han lanzado una terrible guerra económica, violencia terrorista de tipo paramilitar, con destrucción de propiedades del Estado y propiedad privada, quema de personas vivas y otras formas de asesinatos, anarquía y destrucción utilizando a jóvenes armados, drogados y enloquecidos que actúan como bestias salvajes, todo Sin título. Los medios de las clases dominantes acusan al gobierno de causar la violencia, cuando evidentemente es la oposición la causa de ésta.

El gobierno no ha sacado el ejército a la calle. La Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana usan bombas lacrimógenas y agua para tratar de mantener el orden, contra bombas molotov, bombas de excremento, piedras, balas y granadas de mano que utilizan los terroristas. Es cierto que algunos guardias y algunos policías han hecho uso de armas de fuego, contraviniendo las órdenes de sus superiores y del Presidente de la República, comandante en jefe de las fuerzas armadas del país; estos están siendo juzgados y están presos. El presidente Maduro ha convocado a una Constituyente, facultado por la vigente Constitución, con el fin de lograr la paz y perfeccionar la Constitución de 1999. La situación del país es muy difícil y como iglesia tenemos que estar en oración constante y abogar por el diálogo y la paz. El diálogo entre el gobierno y la oposición parece requisito indispensable. Igualmente, la Constituyente. Estas parecen ser las únicas opciones para evitar una gravísima confrontación que puede llevar a una guerra civil o una invasión extranjera.

Finalmente, ¿qué percepción tiene de la actualidad teológica en América Latina y qué aconsejaría a quienes ahora mismo se están formando para servir en las comunidades del subcontinente?

La realidad del Continente hoy en día exige nuevas líneas de pensamiento y acción. La TLL ha buscado nuevos desarrollos. Sin abandonar la causa del pobre y oprimido a nivel de clase social, se ha profundizado en la lucha a nivel de género, en búsqueda de la superación del patriarcalismo y el machismo en la sociedad y en la iglesia.

Las teologías feministas y mujeristas buscan diagnosticar situaciones de alienación y proponer caminos de liberación. Áreas nuevas presentan nuevos desafíos. La ordenación de la mujer a los diversos ministerios constituye un desafío para iglesias donde prevalece aún una visión patriarcalista y machista.

Más desafiante parece ser la realidad gay y transexual y, aún más allá, el colectivo LGBTQ y otros, realidades que requieren cuidadoso estudio y consideración por parte de la Iglesia en la formulación de nuevas teologías. La toma de conciencia de las negritudes está exigiendo una comprensión teológica que busque erradicar todo racismo en la sociedad y en la iglesia. Un nuevo despertar de nuestros pueblos aborígenes y originarios con la reafirmación de su visión de la realidad y teologías ancestrales constituyen igualmente desafíos para teologías cristianas tradicionales, ancladas todavía en un pensamiento colonial o neo-colonial.

Mi consejo a aquellos que ahora mismo se están formando para servir a las comunidades del subcontinente, desde la orientación cristiana, es que profundicen en dos vertientes: (1) abrirse a la nueva realidad del continente, en sus diversas manifestaciones, que buscan liberarse de lazos coloniales o neo-coloniales, del patriarcalismo y del machismo, del racismo, de la explotación a nivel de clase, a nivel de género, liberarse de una gerontocracia castrante hacia los jóvenes o, el desprecio y rechazo de las personas de la tercera edad; y (2) hacer una lectura renovada de la Escritura a la luz de la realidad de nuestro continente, utilizando las mejores herramientas exegéticas y hermenéuticas. La profundización y estudio renovado de la realidad y de la Escritura prepararían adecuadamente a la nueva generación para el servicio en las comunidades del subcontinente.

One comment on “Édgar Moros Ruano: “Estados Unidos actúa en nombre de una supuesta libertad contra una inexistente dictadura”
  1. MI FELICITACIÓN A MI AMIGO Y HERMANO EDGAR MOROS POR ESTAR PRÓXIMO A SUS OCHO DÉCADAS SIEMPRE PRIMAVERALES. QUIENES HEMOS ASUMIDO POSICIONES DE COMPROMISO CON NUESTRO PUEBLO VENEZOLANO Y LATINOAMERICANO, DESDE NUESTRA OPCIÓN DE FE, DEBEMOS MUCHO A LÍDERES QUE COMO EDGAR, ORAMAS, ASTUDILLO, CHIPAMO Y SUARES, ENTRE OTROS, ALUMBRARON NUESTRO CAMINO, DESAFIANDO LA DERECHA RELIGIOSA DE AQUELLOS AÑOS. NO OLVIDO, TAMPOCO, LAS SEMANAS QUE COMPARTIMOS EN LA COMUNIDAD TEOLÓGICA EN CIUDAD DE MÉXICO EN LOS AÑOS SETENTA, MIENTRAS TOMÁBAMOS EL CURSO SOBRE PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO. UN RECUERDO AFECTUOSO PARA SU QUERIDA ESPOSA DONNA, YA EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR, QUIEN GENEROSAMENTE ME PRESTÓ VALIOSOS APOYOS CON MATERIALES QUE ME SIRVIERON PARA COMPLETAR MI TESIS DE MAESTRÍA EN HISTORIA. EN LA UCAB. !ADELANTE ESTIMADO HERMANO, AÚN TIENES MUCHOS APORTES QUE ENTREGARNOS! !QUE DIOS TE BENDIGA

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