ARGENTINA-
Cuando los conflictos producen persecución y división
Por Carlos Valle-
La formulación de un problema es más importante que su solución. Albert Einstein
Cuando entendemos que no debemos escaparnos de nuestros problemas y dolores, sino que debemos movilizarnos en la búsqueda de soluciones, esos dolores se transforman en expresiones de nuestra esperanza. Henri Nowen
Como se ha indicado, después de la experiencia de Pedro en Cesárea con la conversión de los gentiles, la información de lo sucedido, como no podía ser de otra manera, corrió por toda Judea llegando a los oídos de “los apóstoles y los hermanos”. No bien Pedro llegó a Jerusalén, discutían con él “los que eran de la circuncisión” (Cap.11). Las quejas eran dobles: por qué había entrado en casa de incircuncisos y por qué comió con ellos.
Las tensiones, que se vivían en la primitiva comunidad, indican los conflictos que se crean por la defensa de convicciones que tienden a producir distanciamientos y descalificación para quienes no comulgan con esas posiciones. Los judaizantes cuentan con el peso de una tradición religiosa sobre la que se apoyan. Así, reclaman que para ser cristiano se requiere, primero, pasar por el judaísmo. Seguramente era muy difícil cuestionar las tradiciones que estaban arraigadas en la cultura popular.
Los cambios de hábitos generados en una particular concepción religiosas son siempre una barrea muy difícil de superar. Los quiebres sociales comienzan por repercutir en la vida familiar y también en la comunidad circundante. Por otra parte, la predicación de los primeros cristianos, que registra Hechos, no hace otra cosa que reforzar la creencia de que, lo que ha sido prometido en el pasado judío, ha llegado a su realización en la persona de Cristo. Desligar el peso de esta historia milenaria, que han reconocido como culminación de sus esperanzas en Jesús, era un argumento muy importante como para suponer que se pudiera obviar que los nuevos creyentes no pasaran por los requerimientos del judaísmo.
En medio de este clima, la respuesta de Pedro no se hace esperar. Relata, una vez más, con todo detalle su experiencia en Jope sobre la que Hechos había redundado. La argumentación de Pedro destaca la presencia del Espíritu Santo, que se derramó sobre los gentiles como se había derramado sobre ellos. Les recuerda que Jesús había dicho que Juan había bautizado con agua, pero que ellos serían bautizados con el Espíritu Santo. Por eso, su argumento es que si Dios les ha dado el mismo don que “a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo”, él no podía ser un impedimento a la voluntad de Dios. El argumento parece sonar como inapelable, y solo les queda a sus acusadores que se sorprendan porque “también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida” (11:18)
Las tensiones son difíciles de moderar
Sin embargo, no todo parece estar solucionado. Los cristianos esparcidos a causa de la muerte de Esteban, que se habían ido hasta Fenicia, Chipre y Antioquia solo ponían la atención en los judíos. No obstante había otros, que provenían de Chipre y Cirene que, en cuanto entraron a Antioquia, hablaron también a los griegos y muchos creyeron. Esto muestra que la división estaba aumentando antes que disminuyendo. La segmentación territorial entre los que sostenían la circuncisión y quienes la obviaban abría una división que no podía seguir creciendo. Este conflicto, sin lugar a dudas, debía ser encarado. Informada la iglesia de Jerusalén de la situación que se atravesaba decide enviar a Bernabé a Antioquía, donde es muy bien recibido. Bernabé era reconocido como “varón bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe” (11:24), y un gran número de fieles se une a los ya existentes. Bernabé hace palpable lo que argumentaba Pedro: abolir la discriminación para la aceptación de la fe. No hay mención que de esta manera se moderaba la tensión.
Hacia un salto cualitativo de la fe cristiana
Ya se ha indicado que, el grupo de los que habían ido a Chipre y Cirene y pasaron por Antioquía, se dirigieron también a los griegos (11:20). Lo que da a entender que no aceptaron concentrarse solo en los judíos. Todo refuerza la importancia de la tarea que llevó a cabo Bernabé.
Los argumentos que aducen, los que sostienen el ingreso irrestricto de los llamados “gentiles”, es que en verdad Dios no hace “acepción de personas”, porque el llamado al arrepentimiento no presupone un camino intermedio para aceptarlo. Este planteo indica que la fe cristiana adquiere una dimensión universal que la despega de una tradición que la tenía como de su pertenencia. El conflicto entre estas dos miradas es mucho más importante que lo que prevé una discusión doméstica.
Se está prefigurando una visión de fe que mira al mundo de una manera que lleva a recrear los lazos tradicionales. De todas maneras, no se percibe en los escritos del Nuevo Testamento que esta visión de apertura influyera en el desarrollo de una teología que quisiera comprender de una nueva manera su concepción de fe. El libre acceso de los gentiles señalaba una nueva visión que parece estar contenida en cueros viejos (Luc. 5:38).
Seguramente sería mucho pedir ese salto cualitativo a una incipiente comunidad que estaba inserta mayormente en un contexto muy influenciado por el judaísmo. Las discrepancias entre los cristianos se fueron multiplicando a medida que la dimensión del cristianismo se fue expandiendo y, lamentablemente, no han acabado. Ha tenido altibajos, y se presenta como una inevitable situación que no se puede evitar.
Lo que sucede en la iglesia primitiva es un ejemplo que no hay que obviar. La discriminación, la marginalización de pueblos y etnias, por razones que se repiten en la historia hasta hoy, expresan reclamos de inexistente pureza, a la vez que de conflictos de clase sociales que se cubren con artilugios religiosos. Lo que pasaba en la incipiente comunidad cristiana es una muestra de confrontaciones que resultan ineficaces para cualquier desarrollo de la vida en paz.
Los elementos dogmáticos que obvian la caridad humana tienden a la división y a la fragmentación de la comunidad toda. Es posible que Hechos haya recordado esta situación por una razón histórica ineludible aunque, al mismo tiempo, para poner de manifiesto que esta visión universal del mensaje está presente en los tempranos tiempos difíciles, marcados por el conflicto, que los cristianos debieron enfrentar. Los avances y retrocesos que se generan muestran los avances y las claudicaciones de todo grupo humano.
Pedro encarcelado y liberado
En medio de esta situación, no se indica, si siguiendo instrucciones o a pedido de la iglesia de Jerusalén, Bernabé se va a Tarso a buscar a Pablo, un Pablo que reaparece después que el relato lo dejara en su ciudad natal para evitar su persecución (9:30). Bernabé lleva a Pablo a Antioquía alentándolo por todo lo que allí estaba sucediendo. La relación entre Bernabé y Pablo es digna de ser resaltada. Es Bernabé quien lo presenta a los apóstoles y lo sostiene, y que ahora lo va a buscar para que juntos trabajen en Antioquía. La decisión parece acertada: “se congregaron todo un año con la iglesia”. Se recuerda que allí es donde a los discípulos se les “llamó cristianos por primera vez.” (11:20). Se supone que, hasta ese momento, eran conocidos como los “de este camino” (9:2) Son ellos dos los que se encargarán de enviar ayuda a los hermanos de Judea cuando se anuncia que el hambre afectaría “toda la tierra habitada”.
Mientras tanto, las persecuciones continúan. Herodes mata a espada a Jacobo hermano de Juan y, dado que eso había sido del agrado de los judíos, encarcelan también a Pedro (Cap.12) y le ponen una fuerte custodia, “cuatro grupos de cuatro soldados”, lo que demuestra el gran temor de ellos. Lo que sucede a continuación, la liberación de la prisión, que una vez fue por decisión del Concilio aquí lo será por el poder romano. Pedro duerme encadenado entre dos soldados. En ese momento, un ángel le dice que se apure a levantarse al mismo tiempo que las cadenas caen de sus manos. Llamativamente el ángel le pide que ate sus sandalias y se cubra con su manto.
Los episodios mencionados de la liberación de Pedro y otros creyentes de la cárcel, a la que habían sido llevados por el Concilio y la autoridad romana, conllevan un contenido simbólico muy claro: el mensaje de los apóstoles no puede ser retenido por ningún poder de esta tierra. La espectacularidad de la liberación en ambos casos tiene el claro propósito de graficar la supresión de todo tipo de ataduras.
Todo suceso registrado en Hechos, que rompe los límites de un proceso natural tiene, en sí mismo, la intención de acentuar la importancia y la trascendencia de lo que relatan. La redacción de Hechos tiene un desarrollo muy llano y hasta doméstico que se quiebra con actos que exceden los límites racionales. ¿Eran necesarios tales actos? ¿Cuál era su importancia? La manifestación de la fe por medio de la imaginería de lo sobrenatural es parte de una forma muy tradicional que procura dar certeza a lo que se comunica. Pasar de allí a suponer que se trata de hechos reales es dar un salto de interpretación que se convierte en una tergiversación de lo que se estaba comunicando. Un testimonio del pasado debe ser recibido en el envoltorio de la cultura en que fue forjado.
Pedro estaba convencido que se trataba de una visión, porque franqueaba una y otra guardia sin dificultad, hasta que la puerta de hierro que daba a la ciudad se abrió por sí misma. Hasta ahí, lo acompañó el ángel. Cuando se vio solo en medio de la calle, entendió que lo suyo no había sido una visión sino que Dios lo había librado de la mano de Herodes “y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba” (12:11) Entonces se dirige a la casa de María, la madre de Juan, donde muchos estaban reunidos orando.
Golpea la puerta y una muchacha, llamada Rode, reconoce su voz, y antes de abrir va a dar alborozada la noticia de que estaba Pedro, pero no le creen. Piensan que puede ser un ángel, y cuando lo ven se quedan atónitos. Pedro les cuenta como Dios lo había sacado de la cárcel. Les pide que avisen a Jacobo y a los hermanos y, a continuación, decide ir a otro lugar no mencionado.
La salida de Pedro de la cárcel, la muchacha que es la primera en alegrarse por su llegada y la negativa de los reunidos en casa de María a creerle, tiene ecos del relato de la resurrección de Jesús. Son las mujeres que ven por primera vez a Jesús, son ellas las que van a contárselo a los discípulos y son ellos los que no les creen, tal como se relata en Lucas (24:1-12). Se podría argumentar que el autor de Hechos conoce esos relatos y ha encontrado una manera de contar su historia, que entronca con recuerdos o episodios muy sensibles.
La desaparición de Pedro, por supuesto, causa tal alboroto entre los soldados como la ira de Herodes que resuelve, ya que es imposible dar con él, ajusticiar a los guardias. Después de lo cual se va a Cesárea. Poco tiempo después, se produce la muerte de Herodes en un confuso episodio en el que se da a entender que, por obrar como si fuese Dios, el ángel de Señor lo hiere y expira “comido de gusanos”. Como contraste, se señala que “la palabra del Señor crecía y se multiplicaba” (12:24).
¿Adiós a Pedro, bienvenido Pablo?
Pedro ha sido hasta aquí la figura predominante pero, a partir del capítulo 13, la figura destacada se vuelve Pablo. Pedro aparece solo una vez más en Hechos cuando sostiene, sin mencionarlos directamente, a Pablo y Bernabé en medio del conflicto entre los que defendían la circuncisión y los que incluían a los gentiles. Repite Pedro, una vez más, lo afirmado como su fuerte convicción: Dios no hace ninguna diferencia entre los seres humanos y da a todos el Espíritu Santo (Hechos 15:1-11).
Después de allí, no sabemos nada más, ni de Pedro ni de los otros apóstoles. Es llamativo que la historia de la iglesia primitiva, sobre la que Hechos dice relatar “las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”, deje de lado, no solo a uno de los líderes más destacados desde el comienzo de su relato, sino también al resto de los apóstoles y se concentre, desde ahora, en la `persona y misión de Pablo.
Se argumenta que en Hechos estamos con relatos del mismo Lucas, que fue compañero de Pablo en varias misiones, de allí que registre esta historia en forma parcial. Esto es posible pero, a la vez, suscita preguntas sobre la selección que ha llevado a cabo y sus motivaciones. Así nos encontramos con la nula información acerca de esos doce apóstoles a quienes, el mismo Hechos reconoce como los testigos que tienen el mandato de testificar. No sabemos si el redactor tenía interés o predilección por destacar una dimensión de la historia de la misión cristiana. Se podría mencionar, asimismo, que los registros de toda esta tarea misionera no son tan exhaustivos y detallados como se esperaría en el día de hoy. Más bien hay que entender que se está ante textos seleccionados con determinados propósitos, los que se van poniendo de relieve a lo largo del escrito.
Una historia armada con retazos
La recopilación de los sucesos de la vida de Jesús abarca varias decenas de años, y su registro es considerado, en buena parte, un genuino compendio de una variedad de sus palabras y hechos. Es posible que, dado que los testigos pertenecían a una cultura dominada por la palabra oral, algunos de los recaudos sobre el registro de información que se demandaría hoy, no formaba parte en aquel momento de su forma de registrar hechos y palabras. Por esto, se debe entender que la historia de los primeros años de la iglesia, que se ha recibido, está hecha de retazos, muchos desconectados entre sí, que hablan de un grupo que no se ve sí mismo como una institución sino como una comunidad que muestra, en forma destacada, su trabajo de proclamación en la figura de ciertos misioneros. Esta situación puede, para algunos no resultar satisfactoria por lo que hay quienes, en la historia de la iglesia, han tratado de cubrir esas carencias. Para ello se ha recurrido a la imaginación para urdir hechos y circunstancias que procuran forzar ciertos presupuestos. De todas maneras, aunque se pudieran reconocer buenas intenciones, no ayudan a justificar la existencia de sucesos incomprobables.
El misterio del Espíritu Santo
Cuando Hechos pone el acento sobre los testigos oculares, cuya misión es comunicar lo que ha ocurrido con Jesús, el factor decisivo es la presencia del Espíritu Santo. De alguna manera, el Espíritu Santo es el personaje central que vincula a los testigos y se hace presente en la vida de los que se incorporan a la comunidad. Para Hechos esta presencia inmaterial es el elemento aglutinante y sostén de toda la misión.
Como se indica en otra parte, la formación de una iglesia institución es ajena a la descripción de este movimiento, sostenido por una fuerza fuera de ellos mismos. No hay una explicación sobre lo que significa el Espíritu Santo. En la historia de la Iglesia se encuentran variadas interpretaciones que van confiriendo a esa presencia de variados atributos y jerarquías. Todos los cuales están ausentes en el libro de los Hechos. La falta de una explicitación de lo que significa el Espíritu Santo no obvia, que su objetivo es dar testimonio de su presencia y acción, y destacar el papel central que asume. Pedro y Pablo son importantes, cada uno en su misión, pero la acción de ese Espíritu está más allá de ellos. Cómo la historia posterior de la iglesia cristiana añadió títulos y lugares especiales a algunos de ellos y al Espíritu Santo mismo, debe reconocerse que esto está alejado de la visión que describe Hechos.
Primera aventura misionera
En la iglesia de Antioquía había, y se mencionan aquí por primera vez, “profetas y maestros” (13:1) entre los que se nombra a Bernabé y Saulo. El Espíritu Santo pide que aparten a estos dos “para la obra a la que los he llamado”. Oran con ellos y le imponen sus manos antes de despedirlos.
Bajan a Seleucia y de allí navegan a Chipre. Les acompaña como ayudante Juan, que tenía por sobre nombre Marcos. Cuando arriban a Pafos se encuentran con cierto “mago, falso profeta, judío” llamado Barjesús que traducen como Elimas, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, quien quería escuchar la palabra de Dios. El mago trata de apartar al procónsul de la fe. Es Saulo (“que también es Pablo”) quien le recrimina con fuerza diciéndole que es “hijo del diablo, enemigo de toda justicia”, y le advierte que la mano de Dios está contra él y que no verá el sol por un tiempo. El mago, habiendo caído sobre él “oscuridad y tinieblas”, solo atina a pedir que alguien le conduzca de la mano. Viendo lo que había sucedido el procónsul “creyó maravillado de la doctrina del Señor”.
Esta breve, pero curiosa historia, se cuenta con cierto detalle como, por ejemplo, el nombre del mago y su traducción. Por su parte, Saulo tiene un encuentro con el procónsul del que nada se dice, salvo la reacción del mago que, por razones diferentes a la experiencia tenida por Pablo, pierde temporariamente la vista. La buena disposición del procónsul, denominado como un “varón prudente”, viendo lo que ha sucedido, decide creer “la doctrina del Señor”. La trascendencia de lo que se supone ha producido Pablo en Elimas, no pareciera un argumento muy estimable para llevar al procónsul a creer “la doctrina del Señor”. Pareciera ser que el shock que afectó al mago dominó la construcción de un relato, que está más centrado en valorar la acción de este Saulo, llamado Pablo. Algunos otros incidentes, en los que aparecen ciertos oscuros manipuladores de la religión, también tienen lugar en el relato de Hechos, pero básicamente para desacreditar su validez y la nula recepción que tienen en la comunidad (Hechos 8:9; 19:19).
Una controvertida predicación de Pablo
El próximo relato ubica a Bernabé y a Pablo en Antioquía (13:14) de visita a una sinagoga en el día de reposo. Después de la lectura de la ley y los profetas, como era la costumbre, invitan a quien quiera dar una palabra de exhortación para el pueblo. Es Pablo, que con un gesto de autoridad alza su mano para pedir silencio y ser escuchado (13:16), ofreciendo el primero de los discursos de Pablo que registra Hechos.
No se indica quién y cómo ha sido elaborado este resumen de su exposición. Hace un breve recorrido por la historia de Israel para concluir con el reinado de David, lo que le da pié para decir que, de su descendencia, Dios levantó a Jesús “por salvador de Israel”. Recuerda a Juan, que bautizaba mientras decía que tras él venía alguien de “quien no soy digno de desatar el calzado de los pies” Aquí cita una fórmula que parece estar muy arraigada en la tradición, que reproducen los cuatro evangelios (Marcos 1:7; Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:27).
Destaca, además, que, quienes lo están escuchando son “hijos del linaje de Abraham”, y que para ellos es enviada la palabra de salvación. Trata de acentuar la responsabilidad de los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, señalándolos no solo como desconocedores de Jesús sino de “las palabras de los profetas”, porque fueron ellos los que “pidieron a Pilato que se lo matase”, con lo que excusa aquí a las autoridades romanas de toda responsabilidad en la muerte de Jesús.
Una forzada retórica
Además, la resurrección de Jesús se acentúa con citas del AT que hablan de un David rey que murió y vio corrupción, cosa que no había ocurrido con Jesús, por medio del cual se les anuncia lo que no se logró con Moisés: “el perdón de los pecados”. Pone de relieve que apareció Jesús junto a los “que habían subido con él de Galilea a Jerusalén” Estos son “sus testigos ante el pueblo”, a los que Pablo y Bernabé se unen, porque ellos “también anuncian el evangelio”.
Es muy especial la interpretación teológica de la historia de Israel y, especialmente, lo referido al Rey David y a Moisés. La intención retórica para convencer a los judíos tiende a resultar un tanto forzada para asegurar su recepción. No es solamente aquí que se hace una lectura forzada de hechos anteriores, ya se lo vio en el caso de la historia de Judas Una argumentación tal, puede resultar aceptable para oídos interesados en establecer lazos que unan a toda la tradición y hacerla más creíble y aceptable, pero no llega a ser comprensible para quienes la tradición no les es propia. De todas maneras, Pablo busca relativizar el lugar del Rey David y de Moisés en la relación con Jesús, como una manera de entender la historia a la espera de que resulte fácilmente aceptable para la tradición judía.
Se establece, por otra parte, una clara distinción entre los que fueron testigos oculares y los nuevos creyentes. Pablo concluye su presentación con una advertencia que anuncian los profetas, lo que puede sobrevenirles si no llegaran a creer. Un grupo de judíos y “prosélitos piadosos”, al término de la predicación, siguieron a Pablo y a Bernabé, que los persuadían para que “perseverarán en la gracia de Dios”. Posteriormente se conocerá cómo cayó esa peculiar interpretación de la historia de Israel y su culminación con la historia de la que ellos ahora son testigos.
Un grupo de gentiles les pidieron que fueran a hablarles, lo que ocurrió al día siguiente. Dado que Pablo había suscitado la atención de un gran número de personas, los judíos se sintieron molestos y empezaron a rebatirle “contradiciéndole y blasfemándolo”. La respuesta de Pablo y Bernabé es clara. Comienzan por decirles que era necesario hablarles “primero a ellos”, pero como los judíos rechazaron su mensaje, decidieron: “nos volveremos a los gentiles”. Esto alegra especialmente a los gentiles, pero no a los judíos, que “instigaron a mujeres piadosas y distinguidas”, (13:50) para que se levantaran contra Pablo y Bernabé “y los expulsaron de sus límites”, por lo que ellos dos deciden dirigirse a Iconio.
Es significativa la incitación a destacadas mujeres de la comunidad dado la relativamente poca autoridad que se les concedía en general a las mujeres. Se da a entender aquí que estamos con una realidad social que rompe con las limitaciones culturales y hasta religiosas. Es indudable el importante papel de ciertas mujeres en la toma decisiones.
El ambiente de conflicto es descripto brevemente, pero en forma muy clara. No se indica si los judíos que atacaban a Pablo habían estado de acuerdo con su mensaje en la sinagoga. Es más factible entender que, no importa la conclusión a la que arribó Pablo, estos judíos creen que, todo el contenido de la tradición a la que apeló Pablo, les pertenece. De manera que, no pueden aceptar que esa tradición sea compartida abiertamente con los paganos.
La posición de Pablo y Bernabé es llamativa porque señalan que era a los judíos en primer lugar a quienes tenían que anunciar la salvación. Ante el rechazo de los judíos deciden “volver” a los paganos. No se entiende aquí si se trata de una opción por descarte, por sentirse agraviados o porque es lo que corresponde Llama la atención está decisión, porque la misión a los paganos era el acento de la predicación de estos discípulos.
Una vez más, Hechos reitera las diversas situaciones de conflicto y tensión en la comunidad cristiana en particular y con la comunidad en general. Mayormente no se trata de un conflicto centrado en lo discursivo porque la persecución, la cárcel y los juicios siempre están presentes. No describe Hechos la imagen de una comunidad floreciente y armoniosa alejada de situaciones problemáticas. El cristianismo transcurre sus inicios enfrentando objeciones y rechazos, que son una continuación de las amenazas y peligros que enfrentó el mismo Jesús.
Nuevas incursiones y dificultades en Icono, Listra y Antioquía
En Icono (Cap.14) no abandonan su trabajo en la sinagoga, como se presuponía, después de la experiencia en Antioquía. Comienzan un trabajo de predicación que parece ser bien recibido. Sin embargo, en poco tiempo, “la ciudad estaba dividida”. Aquí, por primera vez, judíos y gentiles se unen junto con los gobernantes porque “se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos”. No sabemos cuáles fueron las razones este llamativo circunstancial acuerdo. La historia nos ha sido mostrando que grupos antagónicos, ya sea religiosos, políticos o hasta económicos, siempre han encontrado el camino para acordar represalias frente a un común opositor. Ante esta situación, Pablo Bernabé deciden ir a Derbe y Listra “Y allí predicaban el evangelio”.
Una vez más, Hechos describe el complejo panorama que debe enfrentar la comunicación del evangelio, que en Listra toma otra derivación. Se informa de la curación de un hombre. Para la gente que lo presenciaba eso significa el descenso de “dioses bajo semejanza de hombres” y llamaban a Bernabé Júpiter y a Pablo Mercurio, porque él llevaba la palabra. El sacerdote de Júpiter, que tenía allí su templo quería hacer sacrificios. No podían convencerlo que eran “hombres semejantes a ustedes” y se oponían a esos propuestos sacrificios. Judíos venidos de Antioquía, malquistados con la prédica a los gentiles, “persuadieron a la multitud” lograron que apedrearan a Pablo, lo arrastraran fuera de la ciudad y lo dejaran allí porque “pensaron que estaba muerto”. Auxiliado por los discípulos, Pablo y Bernabé se van a Derbe, donde se indica que hicieron muchos discípulos y vuelven a Listra, a Iconio y a Antioquía.
Hay dos menciones llamativas en el contexto de esta conflictiva situación. Primero, en la errónea interpretación de la curación por parte de la gente, se habla de la reacción de “los apóstoles Bernabé y Pablo” (14:14), como única mención en Hechos. No hay ninguna mención o indicación que se llamara apóstoles a discípulos fuera del grupo de los doce. No hay base para suponer que esta denominación fuera ampliada en algún momento. Este será uno de los misterios sin explicación que Hechos menciona como al pasar. La segunda mención es la constitución de “ancianos”, es decir responsables en las comunidades que se habían ido formando. No se indica ningún tipo de organización que se hubiese desarrollado. Seguramente, en el momento que se escribe Hechos, ya se ha constituido algún tipo de organización en las comunidades establecidas en las varias ciudades.
Sin referencias sobre la situación político social
Después de esa accidentada misión vuelven a Antioquía donde destacan como se “había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (14:27) y permanecen allí un largo tiempo. La misión transcurre en este conflictivo ambiente. Hechos no hace ningún comentario sobre la situación político social en la cual transcurre la propagación de la fe. Los conflictos parecieran tener un carácter doméstico, como de bandos que actúan aisladamente. Así, se manifiesta en la recurrencia de las protestas de los judíos a las autoridades romanas y la reacción de ellas.
Los judíos consideran una afrenta la predicación a los gentiles, mientras los romanos entienden que lo que se les reclama, es un problema que no les concierne. Seguramente, al momento de redactar Hechos muchas cosas han cambiado en el mundo judío y en el romano, pero dejar de lado en este relato todo lo que significaba la dominación romana en tierras de Israel, por lo que se esperaría que fuera más claro en este punto. El mensaje no estaba exento de connotaciones concretas con la vida de aquellos pueblos lo que parecía reclamar alguna mención explícita.
El, por momentos, descontextualizado relato de los sucesos, sin ningún tipo de reflexión político social, es extraño. Se podría pensar que los lectores de Hechos conocían la situación que afectaba la vida del pueblo, pero es llamativo que solo aparezcan las autoridades judías y romanas, que jugaban diferentes papeles, como protagonistas en los casos en los que se afectaba la comunicación del Evangelio. Por alguna razón, que Pablo no lo explica, solo en un momento, reclama ser tratado como afirma ser: ciudadano romano, lo que abrirá un camino diferente en su vida y en su tarea misionera sobre lo que se informará más adelante. + (PE)
Imagen: “El Puño De La Lucha” de Oswaldo Guayasamín, pintor, dibujante, escultor, grafista y muralista ecuatoriano “El puño izquierdo, simboliza la actitud de los trabajadores e indígenas del Ecuador; su unidad y poder social, aún en fase de maduración, emergente, se evidencia en la expresión de la mano al no tener el puño totalmente cerrado: es un puño en formación, que se hará fuerte cuando llegue el momento”
El autor es Teólogo, con estudios en Alemania y Suiza. Pastor (j) de la Iglesia Metodista Argentina. Director del Departamento de Comunicaciones del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, 1975-1986. Presidente de Interfilm, 1981-1985. Secretario General de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC), Londres, 1986-2001. Autor de los libros Fe en tiempos difíciles (982) Comunicación es evento (1988); Comunicación: modelo para armar (1990); Comunicación y Misión; En el laberinto de la globalización (2002) y Emancipación de la Religión (2017)