El miedo no debe vencer

valdense

ITALIA-

En un mundo que se siente dolido, golpeado, que nos conmueve y nos desafía como comunidades de fe, creemos oportuno reproducir el discurso del pastor Eugenio Bernardini, dado en Torre Pellice, en el marco del Sínodo Valdense y Metodista, el 25 de agosto de 2017.

¿Qué sentido tiene  plantar un manzano cuando el mundo explota? Tiene sentido, ya que incluso un pequeño y simple gesto simbólico puede llegar a ser profético y movilizar energías impensables.

El futuro de la Reforma

Este año, el Sínodo se ha desarrollado teniendo en nuestra memoria los 500 años de la Reforma: un aniversario que no está pasando desapercibido incluso en Italia. Por supuesto, no convoca a las masas, sino aquella parte de nuestro país más sensible culturalmente y religiosamente: esta Italia se ha acordado de Lutero, y no tiene miedo, como lo ha recordado Paolo Naso en la sesión pública del lunes por la noche.

El repertorio de publicaciones, también del calendario de celebraciones, conferencias académicas, iniciativas de las bases, incluso algunos actos institucionales como la dedicación de calles a Martin Lutero es sorprendente. En un país que se dedica al analfabetismo religioso como Italia no es un resultado de poca importancia.

Un segundo elemento que podemos extraer del análisis de las iniciativas tomadas por otros y que anunciaron, es cualitativo: no sólo se habló mucho de la Reforma, sino que se ha hablado mejor, no cargándole más todos los males de la sociedad moderna – el principio del fin del régimen del cristianismo, la causa de los males de la secularización, la cuna del individualismo y el relativismo ético… – sino  dando espacio a nuevos y más positivas interpretaciones.

Mérito sobre todo de la Iglesia Católica, y del papa Francisco en particular, que tomó el “desafío” de las celebraciones, aceptando de participar y contribuir activamente en varios eventos y sobre todo deponiendo la tesis del cisma y la división para discutir las perspectivas del camino común también con las Iglesias hijas de la Reforma.

Una determinada perspectiva, no sólo por la urgencia de la historia, de los sufrimientos de la humanidad – que ya sería motivo suficiente para un camino común – sino también por un nuevo registro espiritual que emerge constantemente (véase la carta de Francisco y la intervención de Mons. Malvestiti en nombre de los obispos italianos) y que el presidente del Sínodo, pastor Peter Ciaccio, ha sintetizado señalando que “hemos pasado de orar juntos por la unidad de los cristianos, a orar unos por otros.” Un pasaje espiritual que no es poco.

Todo esto diseña un nuevo horizonte de nuestra responsabilidad de testimonianza – como ya he dicho el lunes por la noche – un horizonte ecuménico e internacional / intercultural.

(Chiesa Valdese)

(Chiesa Valdese)

Ecuménico porque ahora que ya no podemos más concebirnos  afuera de  tal contexto: son los protestantes que han “inventado” el ecumenismo ya desde finales del ochocientos y hoy somos conscientes de que no podemos vivir y testimoniar la fe cristiana sin tener en cuenta que no somos los únicos depositarios. Esto nos permite valorar los dones de Dios que también están presentes en otras iglesias, promoviendo nuevas colaboraciones, la fraternidad y también la corrección recíproca constructiva.

Internacional / Intercultural porque el cristianismo del Sur del mundo creció, se convirtió en adulto, quiere ser escuchado y quiere contribuir a escribir la agenda de prioridades sin subirla a los cristianos del norte del mundo. Es un cambio de época para todos nosotros.

No sólo: norte y sur ahora conviven en las mismas ciudades del norte del mundo, no sólo en las grandes asambleas eclesiásticas o en los organismos ecuménicos, sino en nuestra cotidianeidad, civil y religiosa. Lo que hace mucho más complejo y urgente este reajuste intercultural.

De aquí la importancia del trayecto Ser Iglesia Juntos, es – lo hemos dicho muchas veces – más una dinámica que un hito, ya que nos permite probar, experimentar, valorizar las experiencias de estos años para producir una nueva realidad, posiblemente no conflictiva o no generadora de futuros conflictos.

Necesitan nuestras iglesias, de hecho todas las iglesias, pero lo ha necesitado también la sociedad que debe encontrar los instrumentos para integrar culturas ahora más diversa de aquella que todavía existen entre los cristianos de diferentes orígenes geográficos, se trata de integrar diversas culturas, religiones. No es fácil, no es fácil …

Pero no intentar es peor, mucho peor, creo que es más fácil y más eficaz decir, “en nuestra casa se hace como decimos nosotros,” bueno, es engañarse a sí mismo y a los otros. Porque no es la referencia al principio de autoridad que resuelve las situaciones complejas.

Los motores del desarrollo económico

Una complejidad resulta aún más problemática por las tensiones internacionales.

Hace diez años, se encendían las señales de una grave crisis económica-financiera mundial. Al crac de algunos fondos inmobiliarios Americanos (9 de agosto de 2007), siguió unos meses después la quiebra de grandes bancos de Estados Unidos: comenzó la Gran Depresión que está transformando el equilibrio (tal vez debería decir desequilibrios) mundiales, reduciendo la protección social en los países del primer mundo y generando, junto con las guerras en las puertas de Europa, que el flujo temporal de refugiados y migrantes “irregulares / indocumentado” que conocemos bien – antes de la Gran Crisis las puertas de Europa estaban abiertas a los flujos constantes, si bien contingentes, de inmigración del sur del mundo.

En pocas palabras, es como si se hubieran roto los tradicionales motores del desarrollo económico de Occidente, sí, ahora parecen iniciar nuevamente, pero no funcionan como antes, por lo que se espera que va a consolidar el área del trabajo precario y menos pagado, el desempleo juvenil, bloqueo o la drástica limitación de los flujos regulados de trabajadores inmigrantes.

Así que tenemos ante nosotros un horizonte difícil que seguirá requiriendo una intervención exigente para llevar asistencia, alivio, cuidado, y juntos buscar la equidad y la justicia. Este compromiso seguirá viendo en primera línea a nuestra diaconía pero también las iglesias, sobre todo para contrarrestar las tensiones y conflictividad social y – como ha declarado este Sínodo – para contrarrestar el odio que el terrorismo, por un lado y el extremismo Ideológico por el otro nos querrían empujar.

“En la tranquilidad y la confianza estará tu fuerza”, dice Isaías 30:15.

Y en II Timoteo 1,7 leemos: “Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, amor y dominio propio.”

El futuro está en las manos de Dios – siempre hay que recordarlo – pero Dios nos ha llamado a ser sus testigos y colaboradores ” y me ha puesto a su servicio” (I Timoteo 1:12).

Es por esto que nos hemos comprometido a seguir – junto con muchos otros, gracias a Dios – el camino de la solidaridad y del respeto recíproco, de  la convivencia y el diálogo entre culturas, diferentes religiones, “en la empresa de tejer y retejer la paz  para la única familia de Dios”, como ha dicho Mons. Malvestiti.

El miedo no debe ganar.

Ciertamente, no puede vencer a los cristianos.

Recordemos que Lutero afirmó: “Aunque supiera que mañana el mundo se acabaría, plantaría lo mismo en mi jardín un árbol de manzanas.”

¿Qué sentido tiene  plantar un manzano cuando el mundo explota? Tiene sentido, ya que incluso un pequeño y simple gesto simbólico puede llegar a ser profético y movilizar energías impensables.

Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

 

 

 

 

 

 

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