Yosledi: “Que nuestros hijos no vivan una guerra”

Yosledi: “que nuestros hijos no vivan más guerras” (C.Florentin)

COLOMBIA-

Por Claudia Florentin-

Conocí a Yosledi por su bebé, un bello y sonriente niño de tres meses que me convocó desde su sonrisa y su tranquilo transcurrir en una hamaca, en el calor de enero en Tierra Grata, Cesar, noreste de Colombia.

“Hijos de la paz”, les han denominado a quienes nacieron en el tiempo de post Acuerdo de la Habana. Hijos e hijas de la Paz, son una apuesta a la vida y la esperanza de tiempos nuevos, donde el odio no gane la partida, donde la reconciliación sea posible, donde quienes lucran con las guerras sean vencidos por el anhelo ferviente y las acciones concretas de convivencia en paz.

Yosledi tiene 34 años y vive en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Simón Trinidad en la vereda Tierra Grata, Cesar. Ingresó a FARC- Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- con 17 años.

Tiene un hijo de 18 años que nació antes de su ingreso a Farc; ese hijo quedó con su madre cuando tenía un año. No tuvo contacto con él hasta octubre de 2017 cuando volvió a re vincularse con la familia, post Acuerdo.

“Fue muy feliz el encuentro, ya que no habíamos vuelto a tener contacto, ahora hay que armar el vínculo de madre-hijo porque no está. Fue muy emotivo ya que por años pensaron que estaba muerta, no sabían nada de mí. Hace 3 años supieron de mi, y fue una alegría inmensa”, nos cuenta emocionada.

La pregunta obligada, ¿qué te llevó a ingresar a la guerrilla?

Yo soy de descendencia campesina y en los 90 los paramilitares reprimían a mi zona, con masacres, eso me daba miedo. Soy campesina y no podía ni pensar en irme a la ciudad, pues me enredaba de solo pensarlo. Entonces pensé que la mejor decisión era venirme a la organización.

Ellos hablaban con una, explicaban, no era que yo entendiera mucho porque en esa época era una adolescente; yo no era consciente. La violencia paramilitar me mató familiares, tíos, hermanos, primos… entonces pensaba que no me iba a quedar ahí con los brazos cruzados. Y pensaba que a eso había que vengarlo.

Pero cuando ingresé acá me dijeron “no, aquí nadie viene por venganza”. Es una organización revolucionaria que las ideas son la toma del poder y el bienestar para el pueblo y no solo el pueblo sino toda América Latina. Entonces ya comencé a vivir la vida comunitaria, que me aclararon que no era venir a comer y a pasar el tiempo, sino a aprender y trabajar. Me prepararon y con ellos aprendí muchas cosas durante la guerra, cosas para la vida.

En ese tiempo dentro formaste pareja y apostaste a la vida con un niño gestado en tiempos de firma del Acuerdo de Paz…

Formé pareja dentro de la FARC y vamos andando, ahora con este niño que es de alguna manera lo que me alienta cada día, que me trae a la vida cotidiana, mientras me habitúo a esta nueva vida en este espacio que es tan diferente a lo anterior. Él me da una rutina que cumplir…antes teníamos un sistema de trabajo y de disciplina que levar adelante a diario…

¿Cómo imaginas una Colombia para él?

Mi mejor anhelo es que ellos no vivan la guerra que nos tocó vivir a nosotros. Fueron 60 años casi de guerra y no queremos más porque ahí sufrimos todos.

¿Cómo ves tu vida 10 años adelante, acá en comunidad en un ETCR o fuera?

Ahora pienso en que somos un partido legal, FARC-Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común-, y que debemos trabajar fuerte para ganar la confianza en el pueblo. Nos toca trabajar duro porque en los medios no se habla bien de nosotros y hay que cambiar eso que se inculcó en años.

Yo me imagino que podemos lograr en 10 años algo diferente para la salud, la educación de nuestros hijos, lo que necesitamos como derechos y si puedo vivirlo y trabajarlo desde acá, sería bueno.

 

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