Existen feministas negras en Argentina

 

Afroféminas

 

Por Helena Ceneviva –

Helena Ceneviva es periodista, brasileña, especializada en relaciones internacionales y visitó Buenos Aires durante las jornadas de formación en Corresponsalía Internacional organizadas por “Jornalismo Sem Fronteiras”. En este artículo propone una reflexión sobre las narrativas de la desaparición de la población de ascendencia africana y cómo esto ha sido normalizado en ciertos sectores de los feminismos en Argentina.

Protagonizada por los movimientos feministas, Argentina está experimentando en la actualidad un proceso importante en torno a la legalización del aborto. Es la primera vez que un proyecto de ley de este tipo se discutió en el Congreso de la Nación y adquirió posibilidades reales de concretarse. Después de pasar por la Cámara de Diputados el pasado 13 de junio, bajo la vigilia de hordas feministas, la propuesta de interrupción voluntaria del embarazo pasó por el Senado, donde finalmente se rechazó con 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones.

Los debates vienen movilizando a feministas y amplios sectores de la sociedad civil en un movimiento aparentemente gregario y solidario. Por un lado, eso no es mentira: el 59% de la población apoya la iniciativa[1]. El problema, por otro lado, es que se consideran sólo actores blancos en este proceso. Las feministas negras estuvieron y están en el proceso de legalización del aborto, aunque sigan invisibilizadas.

“Para ellos [los argentinos], si no existen negros, no van a existir negras en el proceso del aborto. Si no existen en general, no van a existir en ninguna parte”, explica Maryury Díaz Pacheco, arteterapeuta y fotógrafa colombiana, negra y feminista, que vive en Buenos Aires.

Aunque la manifestación feminista sea histórica y de amplia repercusión en la región, su historia es contada desde una perspectiva hegemónica blanca y de olvido de las cuestiones raciales. En el país, es muy común el discurso de desaparición de la población afrodescendiente -y así, el silenciamiento de la población afroargentina-, incluso dentro de los discursos feministas.

Para Lisa Maria, activista feminista, negra y periodista, “las feministas argentinas, en su mayoría, van a decir que ‘no hay negros aquí porque los afroargentinos o las personas negras que fueron esclavizadas en Argentina murieron todas en la guerra del Paraguay, en las guerras de independencia, y los que no murieron en la guerra fueron muertos por la fiebre amarilla. Tristemente ellas, aunque estén militando, son encargadas de invisibilizar aún más la lucha de la mujer negra y, por supuesto, del feminismo negro”.

“Aunque la manifestación feminista sea histórica y de amplia repercusión en la región, su historia es contada desde una perspectiva hegemónica blanca y de olvido de las cuestiones raciales”

“No hay negros en Argentina”

Se dice que Carlos Menem, como presidente en la década de 1990, afirmó que la Argentina no era un país racista porque ahí no había negros. Este discurso, aunque absurdo, no es inusual. Por el contrario, la narrativa de desaparición de los negros -y la consecuente imposibilidad de existencia de cualquier forma de racismo- forma parte de una creencia común muy arraigada.

Es cierto que incontables cuerpos negros cayeron en la guerra del Paraguay y en las posteriores guerras de independencia, así como cayeron los enfermos por la fiebre amarilla. Para Gladys Flores, una de las precursoras del movimiento feminista negro en Argentina, negros, afrodescendientes y afroargentinos fueron usados como “bala de cañón” por el Estado en el proceso de creación de una Argentina blanca y europea. “Nada de eso es casual”, explica Maryury.

Bruna Stamato, feminista negra como Gladys y fotógrafa, describe a Argentina como un caso exitoso de eugenesia, pero hace una salvedad: “aquí es como si el proyecto de eugenesia, de borrar a todos los afrodescendientes, hubiera sido más o menos cierto, por lo menos en el discurso. Mucha gente continúa comprando ese discurso, así como el de democracia racial en Brasil, y es una mentira. No morimos todas”.

No es casual que Buenos Aires sea llamada la “París de América Latina”. Además de un proyecto de Estado que trató de invisibilizar a todos aquellos que “no eran agradables a los ojos”, como explica Bruna, la población argentina también se blanqueó al ignorar numéricamente su población afrodescendiente.

Fue sólo en 2010 -hace menos de una década- que por primera vez el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) pasó a considerar la cuestión de la afrodescendencia en su medición demográfica. Hasta entonces, no había estimaciones del Estado acerca de ese grupo poblacional en el país.

El censo, sin embargo, no fue aplicado en todos los hogares del país. Es por eso que “el resto de los argentinos y argentinos van a decir que no existimos”, critica Gladys.

“Soy negro y no me diga nada”

La violencia discursiva que niega la existencia de los afroargentinos y afrodescendientes también reclama una forma de superioridad blanca. Para decir que algo es un lío, es común que los argentinos se refieran al desorden como “quilombo”, organizaciones de resistencia negra en la época de la esclavitud; cuando una cosa está mal hecha, es “cosa de negro”; o, después de un día de mucho trabajo, lo que se dice es que se “trabajó como un negro”.

“Las mujeres afroargentinas y afrodescendientes también están obligadas a tratar con estereotipos de género profundamente ligados a la negritud. Son exotizadas y sexualizadas en todo tiempo”

Bruna relata que “no es porque sos negra que no van a usar expresiones racistas contra vos”. Para Maryury, lo peor es cuando intentan redimir y hacer comentarios como ‘usted es mi negra favorita’. En el fondo, explica, “lo hacen por la comodidad de decir ‘mire, no me estoy juntando con negras’ y, de verdad, refuerzan aún más el racismo”.

No es raro que ver a alguien queriendo tocar el pelo de las personas negras, o que sean paradas en medio de la calle para ser fotografiadas. “Yo no soy un obelisco para que me saquen fotos […] A veces, todo lo que queremos es no ser vistas”, concluye Bruna. Las mujeres afroargentinas y afrodescendientes también están obligadas a tratar con estereotipos de género profundamente ligados a la negritud. Son exotizadas y sexualizadas en todo tiempo.

“Argentina también es afro”

En 2013, la frase fue consagrada como símbolo de la lucha por la visibilidad afroargentina y afrodescendiente en el país, marcada por la promulgación del Día Nacional de los afroargentinos y de cultura afro. En las vidas de Gladys y Maryury, fue lo que las unió durante el tradicional Encuentro Nacional de Mujeres de 2014. La búsqueda de compañeras afro tuvo como resultado la participación al año siguiente, 2015, en el marco de la celebración por los 30 años de encuentros nacionales de mujeres para reforzar la presencia de mujeres afro en el Encuentro.

En tal ocasión, resolvieron crear la Tertulia de Mujeres Afrolatinoamericanas (TeMA), grupo que hoy tiene tres años y el primer colectivo feminista negro de Argentina. Bruna, Maryury y Gladys saben de la importancia que tiene su acción. Entre miradas cómplices, Gladys cuenta que “a veces, cuando estamos en reunión, hablo a las compañeras ¿ustedes perciben que estamos colocando la piedra fundamental del feminismo negro en Argentina?”
¿Y si pudieran decir algo al mundo entero? Bruna es la primera en decir: “¡eh, estamos aquí!”, a lo que Gladys completa: “estuvimos, estamos y estaremos”.

El Taller Las Conversadoras Negras, organizado por TeMA, se realiza una vez al mes en el Centro Cultural Tierra Violeta, espacio feminista de referencia ubicado en San Telmo, CABA. En un entrecruzamiento entre lo lúdico, el encuentro y la conversación, el taller propone ser un espacio de reflexión grupal sobre la construcción de la identidad de las mujeres afrodescendientes en Argentina.

Para acompañar las actividades de la colectiva puede visitarse: https://www.facebook.com/tertuliademujeresafrolatinoamericanas/.

[1] Fuente: https://oglobo.globo.com/sociedade/saude/quase-60-dos-argentinos-apoiam-legalizacao-do-aborto-diz-pesquisa-22502231

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