50 años sin Karl Barth: apuntes sueltos (II)

Karl Barth

MÉXICO-

Leopoldo Cervantes-Ortiz-

Barthianamente, para Rubén Arjona M.

Toda mi atención ha tendido a penetrar, a través de lo histórico, en el espíritu de la Biblia, que es el espíritu eterno. Lo que una vez fue importante lo es también hoy; y lo que hoyes grave y no pura casualidad y capricho conecta de forma inmediata con lo que otrora fue importante. Si nos comprendemos correctamente a nosotros mismos, nuestros interrogantes son las preguntas de Pablo; y las respuestas de Pablo, si su luz nos ilumina, deben ser nuestras respuestas.

K.B., prólogo a la primera edición de la Carta a los Romanos (1919)

Sin haber necesariamente una avalancha de conmemoraciones, los 50 años de la muerte de Karl Barth han sido mencionados en espacios un tanto discretos: en lengua alemana, los más, con un par de referencias francesas (llamativamente, la revista Réforme, núm. 3780, 5 de diciembre), tres en italiano (Swissinfo, el semanario Riforma y Vatican News), así como algunas en español o neerlandés. El Vaticano, en la fecha exacta, expresó: “Barth maduró la creencia de que la fe es un don de gracia y no puede ser explicada por ninguna otra categoría, ni siquiera filosófica. A diferencia de lo que afirmaba la teología de la época, Barth dijo que el contenido de la Biblia no está constituido por los pensamientos correctos del hombre sobre Dios sino, por el contrario, por los pensamientos correctos de Dios sobre los hombres”. Y citó a Karl Rahner (1904-1984), del libro La Iglesia, Israel y las demás religiones:

Karl Barth ha hecho una distinción en el cristianismo entre religión y fe. Estaba equivocado al querer separar completamente estas dos realidades, considerando positivamente la fe, y la religión, negativamente. La fe sin religión es irreal, pues ella implica religión, y la fe cristiana debe, por su naturaleza, vivirse como una religión. Pero tenía razón al afirmar que, incluso entre los cristianos, la religión se puede corromper y transformar en superstición, es decir, que la religión concreta, en la que se vive la fe, debe purificarse continuamente a partir de la verdad que se manifiesta en la fe y que, por otra parte, en el diálogo hace que se reconozca de nuevo su propio misterio y su propio carácter infinito.

Riforma, el 7 de diciembre, anunció que 2019 será un “año barthiano”, sobre todo en Suiza, Holanda y Alemania, pues se conmemorarán los 100 años de la publicación de la Carta a los Romanos. La nota informa: “Entre los eventos ya iniciados en 2018 bajo el título ‘Dios se encuentra con el ser humano’, como se lee en el sitio de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), habrá una exposición itinerante, que se presentará en ‘lugares barthianos’ en Suiza, los Países Bajos y Alemania. Para marcar el inicio de las celebraciones en Basilea se hará la presentación del Premio Karl Barth, creado en 1986 por la Unión de Iglesias Protestantes (UEK), que en años anteriores ha premiado, entre otros, al teólogo Eberhard Jüngel (1988), al poeta Kurt Marti (2002) y al ex presidente alemán Johannes Rau (2005). En 2006, la primera mujer fue una teóloga surcoreana, Meehyun Chung, una de las primeras especialistas en Barth en ese país”.

En la misma publicación apareció el breve texto “Barth y ‘el totalmente otro’”, del profesor Fulvio Ferrario, quien explica la importancia de esa frase que Barth retomó de Kierkegaard y Rudolf Otto, aunque dotándola de una enorme importancia para la teología contemporánea:

“Totalmente otro”: la expresión, que se refiere a Dios, se ha hecho famosa incluso fuera del gremio de los teólogos. Se debe admitir que, en parte, esta popularidad también está vinculada a una cierta trivialización: después de todo, que Dios es “diferente” (de los seres humanos, de los animales, del mundo), todo el mundo lo dice. Sin embargo, en la segunda versión de su comentario sobre la Epístola a los Romanos (1922), Karl Barth quería decir algo más específico y agresivo: Dios y la fe cristiana no pueden considerarse el sello religioso del orden ideológico y político burgués. Por supuesto, ni siquiera el socialista: desde el punto de vista de Barth, sin embargo, este último es un peligro secundario, dada la historia y el desarrollo de las iglesias.

Como se mencionó arriba, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) dio a conocer el 4 de diciembre las celebraciones del próximo año en la sección en español de su sitio oficial. Allí, la nota de Phil Tanis informa que “estas conmemoraciones […] son responsabilidad de la Alianza Reformada, en cooperación con la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD), la Unión de Iglesias Evangélicas (UEK, por sus siglas en alemán) y la Alianza de Iglesias Evangélicas Suizas (SEK)”, y cita a Achim Detmers, secretario general de la Alianza Reformada alemana: “Karl Barth es el mejor teólogo del siglo XX, y su trabajo es muy relevante incluso en el mundo de hoy”, y a Johannes Voigtländer, responsable de la preparación, planificación y ejecución del año temático: “Lo que queremos resaltar a través de la exposición y de varios eventos que celebran el trabajo y la vida de Karl Barth, es su teología dialéctica. Barth es un teólogo que debe ser recordado, y la gente debería tener una idea de su trabajo”. La Alianza Reformada ha desarrollado otros eventos temáticos en relación con Calvino (2009) y con el Catecismo de Heidelberg (2013) (http://wcrc.ch/es/noticias/se-conmemoraran-la-vida-y-la-obra-de-karl-barth, 4 de diciembre).

La nota subraya, además, la importante participación de Barth en la Declaración de Barmen, cuyos entretelones recuerda: “En mayo de 1934, se reunió en Wuppertal, Alemania, el primer ‘Sínodo confesante del Reich’. Ese Sínodo hizo historia con su declaración teológica de Barmen. Las iglesias reformadas, luteranas y unidas acordaron por primera vez un testimonio común como base de la Iglesia Confesante. Fue redactada para ayudar a los cristianos y las cristianas a resistir los desafíos del Partido Nazi y a los así llamados ‘cristianos alemanes’, un movimiento popular que no veía ningún conflicto entre el cristianismo y los ideales del nacionalsocialismo de Hitler”. La cita final de Barth es una pequeña muestra de su estilo punzante y demoledor, especialmente para quienes aún lo ven con desconfianza: “No tenemos ningún derecho teológico, por cierto, para establecer ningún tipo de límites a la bondad amorosa de Dios que se ha revelado en Jesucristo. Nuestro deber teológico es verlo y entenderlo como aún más grande de lo que habíamos visto antes” (“La humanidad de Dios”).

Réforme, el semanario publicado en París, dedicó la portada a Barth e incluyó tres textos de Claire Bernole, el primero, “Una renovación esencial”, en el que afirma que el teólogo suizo marcó toda una época y que, según el profesor de teología práctica de la Universidad de Ginebra, Henry Mottu, pueden distinguirse tres etapas en su pensamiento: primero, cuando subrayó la alteridad de Dios, porque, en palabras del especialista Christophe Chalamet: “Esto va en contra del discurso de todos los grandes maestros que lo formaron, que usaron a Dios para justificar las acciones de los seres humanos, especialmente a favor de la Primera Guerra Mundial”. En la segunda etapa, alrededor de los cincuenta, se interesó en la humanidad de Dios, en su proximidad profunda hacia el ser humano. Una conferencia pronunciada en 1956 en Suiza marcaría esta evolución, en la que Barth se corrige a sí mismo continuamente, subraya Mottu. Finamente, concluye Bernole, Finalmente, “el tercer movimiento importante del pensamiento de Barth establece el curso del universalismo”. Es decir, se trata de afirmar el amor de Dios hacia la humanidad común, tal como es, diversa, múltiple y plural. Esta parte final de su pensamiento no es muy conocida, según Mottu. Con todo, estas tres etapas fundamentales del pensamiento barthiano no son suficientes para hacer comprender la gran renovación que supuso: “Barth nos enseñó a leer la Biblia de manera diferente, a leerla como un texto literario ordinario y hacerla nuestra”, ha dicho el pastor Jacques Maury, presidente de la Federación Protestante Francesa entre 1977 y 1987.

En el segundo texto, Bermole se asoma al Barth múltiple como teólogo, humanista y esposo, y se refiere a uno de los episodios más polémicos de su vida personal: dado que no fue muy feliz en su matrimonio, durante mucho tiempo alimentó una relación sumamente ambigua con su asistente, Charlotte von Kirschbaum, lo que afectó mucho a su esposa Nelly, con quien tuvo cinco hijos. Asimismo, “su reputación de ‘pastor rojo’, pro-comunista, fue mala para él”. Porque, efectivamente, las implicaciones sociales de su teología lo llevaron a radicalizar algunas de su ideas y acciones. En “Un soplo de gracia”, esta autora se pregunta sobre la relevancia actual de Barth, luego de 50 años, y responde, echa mano de la opinión de Madeleine Wieger, profesora de teología sistemática en la facultad de teología protestante de Estrasburgo: “Barth no hace dogmática del texto bíblico, sino que hunde sus raíces constantemente”, y de Jacques Nussbaumer, profesor de dogmática en la facultad libre de teología evangélica de Vaux-sur-Seine: “No piensa la fe a partir de elementos externos, sino de Jesucristo. Hay algo interesante y original sobre lo que Barth trajo, lo que ayuda a explicar que él es uno de los teólogos más importantes del siglo XX”. Y concluye: “Para Barth y con Barth, la fe no es una banalidad que se redescubre de vez en cuando al ir a adorar, sino una espera de Dios, una expectativa de creer”.

Swissinfo, portal suizo que aparece en varios idiomas, en su edición italiana del 11 de diciembre dio a conocer la conmemoración realizada en Basilea, la ciudad natal de Barth, e hizo un breve resumen de su pensamiento teológico: “Para Barth, la fe es un don de la gracia, un salto abismal que no puede explicarse por categorías humanas o filosóficas. A diferencia de los teólogos liberales que apoyan una continuidad entre Dios y el hombre, según Barth, la fe está situada fuera del tiempo y la historia. Según Barth, la revelación de Dios es la crisis del mundo. La cruz de Cristo expresa explícitamente la distancia entre el creador y la criatura. Mientras que el Dios de la teología tradicional es la cumbre de lo que es bueno, hermoso y verdadero en el mundo, el Dios de Barth es completamente diferente e inalcanzable”. Además, incluyó un video en su reportaje.

Luis Ángel Montes Peral, en Ecclesia Digital, el 9 de diciembre, se refirió a cuatro aspectos del pensamiento barthiano: el libro sobre la carta a los Romanos, la teología de la revelación divina, el cristocentrismo como gracia salvadora y la teología dialéctica. Sobre el primero, cita a Heinz Zahrnt (A vueltas con Dios. La teología protestante del siglo XX, Zaragoza 1972), conocedor profundo de su trayectoria humana e intelectual, quien sostenía que con él comenzó propiamente la teología del siglo XX. Si el prólogo es de agosto de 1918, hace un siglo exacto que se escribió. Y agrega: “Como buen pastor, Barth parte de la predicación y en su explicación de la carta paulina ofrece una forma radical de hablar de Dios y de Jesucristo, que rompe por completo con la visión anterior. Con santa audacia se propuso renovar el pensamiento teológico y lo consiguió con creces, ya que introdujo ‘una nueva época en la historia de la teología protestante’”. Finalmente, al hablar de la Dogmática de la Iglesia, Montes Peral señala que Barth: “Siempre se mantuvo fiel a su convicción de que el encuentro entre Dios y el hombre no se sitúa en nosotros sino en Cristo. Para llegar a Dios el hombre pecador únicamente tiene como punto de contacto la persona y obra de Jesús. Este hecho singular constituirá el principio fundamental de toda la obra, invirtiendo el principio ley-Evangelio de Lutero por el de Evangelio-ley. (www.revistaecclesia.com/karl-barth-50-anos-de-su-muerte/?fbclid=IwAR0t_N5zFHriZVGK7UP4xS2B5_W0FUe24t64Syvjl5z5N4HWOQzAYXdf6cg. Énfasis original).

Como resulta natural, los organismos y sitios en alemán son los principales para las conmemoraciones sobre Barth y su obra que están a las puertas. La principal es: www.karl-barth-jahr.eu que concentra los principales eventos que se llevarán a cabo en Suiza y Alemania durante 2019. Algunos de ellos, para principios de año, serán los siguientes: “Karl Barth: profesor, predicador, provocador”, del 9 de enero al 6 de febrero, en Basilea; “Resonancia y contradicción: Karl Barth y el Palatinado”, 25-26 de enero, en Landau, Butenschoen-Haus; “Visita a la exposición de Barth”, el 29 de enero, en la biblioteca de la Universidad de Basilea; y “‘Camarada pastor’: Karl Barth, el político”, el 31 de enero y 1 de febrero, en Bonn. Asimismo, sigue vigente y muy activa la sección sobre Barth (Archivo) de la Universidad de Basilea, que cuenta con abundante material gráfico. En los Países Bajos funciona el sitio: www.karlbarth.nl/barth-in-het-zonnetje, que también da a conocer eventos y actividades al respecto.

La Universidad de Ginebra, por su parte, ha anunciado la celebración de una conferencia teológica internacional sobre los 100 años del Römerbrief, el comentario de la Carta a los Romanos, del 5 al 7 de junio de 2019, en el que participarán expositores de toda Europa y Norteamérica. Llama la atención la ausencia total de alguna representación de España o América Latina. El comité organizador lo integran los profesores: François Dermange, Andreas Dettwiler, Elisabeth Parmentier y Sarah Stewart-Kroeker.

Mención aparte merece la incansable labor del Dr. Eberhard Busch (nacido en 1937 en Witten, Alemania), profesor de teología reformada de la Universidad de Göttingen, quien entre 1965 y 1968 fue el último asistente que tuvo Karl Barth. Recientemente, ha publicado dos volúmenes de conversaciones con Karl Barth, además del que incluye su diario entre esos años: Mi tiempo con Karl Barth. Otros libros en los que ha divulgado ampliamente la vida y el pensamiento de su mentor son: Karl Barth: su vida desde sus cartas y textos autobiográficos; Karl Barth y los pietistas; Karl Barth. Un retrato en diálogos: de Lutero a Benedicto. La gran pasión: una introducción a la teología de Karl Barth; Instantes (único publicado en castellano, en 2005), entre varios más. Todas estas obras se han publicado en alemán e inglés y no existen muchas esperanzas sobre alguna traducción al castellano de las obras directas del teólogo suizo o de Busch. Acaso la más importante que ha aparecido últimamente en este idioma sea la del profesor valdense italiano Sergio Rostagno, Karl Barth (Madrid, San Pablo, 2006, Teólogos del siglo XX, 4, 224 pp.), realizada por el siempre eficaz Constantino Ruiz-Garrido. Uno de los mejores resúmenes de la teología barthiana es el de José María G. Gómez-Heras, de la Universidad de Salamanca, en Teología protestante (Biblioteca de Autores Cristianos, 1972).

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