SUIZA-
Fue una de las frases de despedida que dijo una hermana de mi congregación antes de partir hacia el Instituto Ecuménico de Bossey; ahora puedo constatar cuánta razón tenía. Esta institución educativa que forma parte del Concilio Mundial de Iglesias ha marcado mi vida de una manera especial. 1 Bossey ha sido un semillero de líderes religiosos y laicos que buscan reflejar la unidad que Jesús oró (Juan 17: 1-23).
Ventiocho estudiantes provenientes de 17 tradiciones cristianas y de 22 países convivimos en el mismo lugar durante cinco meses. Todos los estudiantes experimentamos una convivencia involucró sensibilidad intercultural y, sobre todo, ecuménica. Nos convertimos en una familia que oraba, comía, tomaba clases, iba a la biblioteca, y convivía diariamente. Mi compañera encargada del discurso de graduación hizo una alegoría de Bossey y el paraíso.
Dios conoce que siempre he tenido un interés genuino por las naciones, las culturas, los idiomas; no obstante, Bossey ha reflejado cómo imagino escatológicamente a toda lengua y nación adorando a Dios.
Bossey ha sido una experiencia que lleva a sus estudiantes a leer, reflexionar y actuar de manera diferente ante la diversidad que hay en las tradiciones cristianas. Todos los alumnos tomamos un curso acerca de la Historia del Movimiento Ecuménico en el que nos narran cómo ocurrieron los principales cismas de las iglesias. ¡Vaya que fue todo un reto porque como estudiante laica, tenía un profundo desconocimiento de las diferencias
teológicas, eclesiológicas, litúrgicas entre las diversas tradiciones cristianas. Los 28 estudiantes tomamos juntos dos talleres: Uno fue acerca de alabanza ecuménica práctica, durante el cual había que preparar oraciones matinales con personas de otras tradiciones. El otro curso se trató de estudios bíblicos interculturales y nuestro decano nos invitó a
reflexionar en cómo nuestras experiencias, cultura, y tradición afectan la manera en que leemos la Palabra.
Tenía derecho a dos materias electivas, así que me decidí por Ética Social y Misiología. En la primera analizamos diversos temas como la paz, la justicia social, la sexualidad, el amor, el cuidado a los demás, los movimientos migratorios; todos ellos fenómenos sociales con oportunidades de la participación de las iglesias a través de sus liturgias, ayuda social, testimonio, y construcción de comunidad. En cuanto a la segunda materia, nuestro
profesor abarcó los diversos enfoques históricos de las misión cristiana y, a su vez, el trabajo misionero desde una perspectiva ecuménica que procura una experiencia transformadora a nivel individual y colectivo.
Dentro de Suiza, tuvimos visitas a las iglesias reformadas en Suiza así como a una comunidad ortodoxa que alberga diferentes iglesias provenientes de Rumania, Egipto, Grecia, entre otros (la iglesia ortodoxa representó un universo nuevo para mí). También conocimos la
comunidad de Taizé en Francia, donde compartimos hermosos momentos
de oración con los hermanos que viven ahí. Finalmente, visitamos El Vaticano, en donde conocimos al Papa, a los miembros de Foccolari -un grupo de laicos que trabajan para la unidad de los cristianos-, y los trabajos que realiza Concilio Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana.
En retrospectiva, puedo decir que antes de llegar a Bossey sólo conocía una microscópica parte del movimiento ecuménico, y, si bien sigo dando los primeros pasos, los aprendizajes que adquirí aquí han despertado algo nuevo. Coincido con una frase de Bettina Lichter, la presbítera que me hospedó durante las visitas a las iglesias reformadas: “El ecumenismo es un virus potente, y una vez que se te contagia, no se puede volver atrás”. Uno de las contribuciones más importantes es que, contrario a lo que había escuchado antes del ecumenismo, no se trata de hacer sincretismo o de uniformizar todas las tradiciones. El peregrinaje ecuménico requiere de que conozcamos bien la tradición cristiana a la que pertenecemos (e incluso poder estar orgullosos de ella); sin embargo, también implica que estemos con corazones dispuestos a un diálogo recíproco. “En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, caridad.“ Bossey ha sido una oración personal contestada ya que no he sentido un llamado a ser pastora; sin embargo, estos estudios me abrieron las ideas de cómo poder servir a la Iglesia desde mi formación académica y profesional.
Una manera de retribuir la oportunidad de estudiar en ese maravilloso lugar es compartiendo a otras personas, especialmente en Latinoamérica, este testimonio. A través de este texto iniciaremos un proyecto de una columna ecuménica semanal en La Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, a quienes agradezco la oportunidad de escribir y difundir en nuestra región acerca de otras tradiciones, de la historia del movimiento, y de temas específicos en los cuales las iglesias podemos trabajar en conjunto. Mi deseo es que podamos crear un espacio informativo, así como de reflexión acerca del ecumenismo.
Si tienen interés en conocer más de Bossey pueden acceder a la información institucional a través de este enlace: https://institute.oikoumene.org/en