COLOMBIA-
Esta semana se reunieron en Cartagena delegados y delegadas de iglesias e instituciones de fe de tradición reformada en el marco de una Consulta con contrapartes de América Latina y el Caribe, junto a representantes de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCUSA); de ese encuentro salió una declaración sobre la situación en Venezuela. “Deseamos hacernos eco de la preocupante situación que atraviesa el pueblo venezolano y expresar nuestra solidaridad con quienes anhelan poder construir sus proyectos de vida en una tierra justa, libre y soberana, con igualdad de oportunidades para todas las personas”, afirman.
“La justicia hará posible la paz;
la justicia redundará en reposo y seguridad para siempre.
Entonces mi pueblo vivirá en lugares de paz,
en poblaciones seguras, en sitios de reposo.”(Isaías 32:17-18)
Reunidos y reunidas como delegados y delegadas de iglesias e instituciones de fe de tradición reformada en el marco de la Consulta con contrapartes de América Latina y el Caribe, junto a
representantes de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCUSA), deseamos hacernos eco de la preocupante situación que atraviesa el pueblo venezolano y expresar nuestra solidaridad con quienes anhelan poder construir sus proyectos de vida en una tierra justa, libre y soberana, con igualdad de oportunidades para todas las personas.
En ese mismo espíritu solidario, extendemos nuestro abrazo hacia quienes habitan en Venezuela y trabajan y se esfuerzan por sostener la dignidad de las mujeres y los hombres que creen en su propia capacidad de resolver sobre su presente y futuro, sin injerencias externas.
Expresamos nuestra preocupación por las amenazas de intervención militar fomentadas desde algunos países y sectores, de cuyos intereses humanitarios nos permitimos dudar, habida cuenta de otras experiencias “humanitarias” previas desarrolladas en otros lugares de nuestra deteriorada casa común, por ejemplo, Siria e Irak, entre otros.
Apelamos a la voluntad del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, a los y las referentes de la oposición democrática, a los países vecinos de la América Latina y el Caribe, a fomentar espacios de encuentro y diálogo que permitan una salida consensuada a las
tensiones políticas y una respuesta concreta, a través de los organismos internacionales competentes, a la angustiante situación socio-económica de la población, garantizando y colocando como base de ese diálogo el pleno respeto de los derechos humanos y el no derramamiento de sangre.
En este sentido, deseamos reconocer los esfuerzos realizados por
los líderes de algunos países de América Latina y el Caribe, como quedó reflejado en la Declaración de Montevideo y en la Declaración de los líderes de gobierno de CARICOM.
Habiendo sido desafiados y desafiadas por el llamado a cooperar en la misión transformadora en el mundo, misión a la que nos llama Jesús de Nazareth, queremos ofrecer a la Iglesia Presbiteriana en Venezuela nuestra vocación intercesora en oración y en acción para garantizar que este proceso de diálogo y búsqueda de consensos hacia la paz, pueda desarrollarse en el futuro inmediato.
Firman las y los participantes.