Carta Pastoral Presbiteriana Reformada: Pistas para ser sal y luz en esta hora compleja de la nación

(WSCF)

CUBA-

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y ministros del Gobierno comparecieron la semana pasada en la Mesa Redonda para informar sobre medidas que debe adoptar el país ante la actual coyuntura energética. Ante esta situación la Moderadora de la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba, Rvda Dora Arce Valentin, emitió una Carta Pastoral dirigida a las comunidades de esa denominación. En ella dice: “No hay meta imposible para aquellos y aquellas que se lanzan a asumir la historia sin miedos, con la certeza de que en medio de la tormenta está siempre el Señor para infundirnos aliento y renovar nuestra fe.”
Por la aplicación de la Ley Helms Burton los barcos que traían petróleo de Venezuela y otros países,

tienen temor de la represalias de EEUU y Cuba afronta problemas energéticos, no de abastecimiento. El presidente explicó que se hicieron convenios con empresarios de países dispuestos a resistirse a las presiones. “La industria nacional garantiza el 40 por ciento del combustible de país, y con esa producción nacional garantizamos el funcionamiento de nuestras termoeléctricas. Es decir, la base fundamental del sistema energético del país se mantiene estable en su producción, comenta el Presidente.El reto está en garantizar el combustible para las partes externas que, entre otras cosas, garantizan el funcionamiento de nuestras termoeléctrica…” dijo Diaz Canel.

Carta Pastoral a las comunidades de nuestra Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba

“¡Ánimo!¡No tengan miedo!”
Queridas hermanas, queridos hermanos:

En los últimos días hemos recibido de primera mano la información de la situación que está enfrentando nuestro gobierno para responder a sus responsabilidades de administrar y distribuir los pocos recursos con los que cuenta el país, no solo para enfrentar la vida cotidiana de sus ciudadanos, sino también para crecer económicamente y continuar avanzando en la propuesta de desarrollo sostenible que refrenda nuestra Carta Magna.

La sociedad siempre nos dicta pautas para la misión. Donde exista una necesidad aparece inmediatamente un ministerio para la iglesia de Jesucristo. Por ello, hemos creído pertinente compartir con nuestras comunidades algunas pistas por las que,  pensamos, podemos ir encaminando nuestro esfuerzo por el  “sal y luz” en esta hora compleja de nuestra nación. Son ideas para inspirar a cada una de nuestras iglesias locales en la acción y la proclamación a la que nos llama el Evangelio en el que creemos, que es y será siempre Jesús de Nazaret.

Como siempre hemos buscando en la Palabra de Dios esta inspiración y para ellos hemos escogido uno de los muchos textos que nos pueden inspirar en esta hora. La historia se encuentra en Mateo 14: 22-33. En la narrativa de este Evangelio se ubica inmediatamente después de la llamada multiplicación de los panes y los peces. Jesús les pide a sus discípulos en una barca para que regresaran por el lago a la otra orilla, despidió a la multitud y se apartó a orar.

Y aquí va un primera pista para nuestra reflexión: la fortaleza de nuestro discipulado está en que como comunidad, él nos obliga a ir delante de él. Nos regodeamos mucho en la imagen de Jesús del conocido poema “Huellas” o en otras que nos hablan del seguimiento como si literalmente fuera andar detrás de El.  Sin embargo, esta frase es una de las favoritas del Evangelio según San Mateo : “Vayan delante”.

Jesús nunca comprometió a sus amigos y amigas con nada que tuviera que ver con sus deberes como Hijo Primogénito de Dios, como Hermano Mayor. En este asunto de construir el Reino, cada cual tiene su tarea.El mundo que vivimos se vuelve cada día más demandante de la iglesia en cuanto a su tarea como cuerpo de Cristo. Nuestra realidad inmediata como país está demandando de la iglesia cubana una acción que vaya encaminada a asumir la paz, la reconciliación, la justicia y el amor como banderas perennemente izadas en bien del mejoramiento de nuestra sociedad. Y cuando Jesús nos obliga a subir a la barca de la historia para ir delante, no nos podemos dar el lujo de equivocar nuestra responsabilidad y querer “despedir las multitudes” y apartarnos en soledad, para orar.

Una segunda pista:  La barca en la que Jesús hizo montar a sus discípulos andaba por un lago en el que muchas veces soplaba el viento en contra y las olas azotaban con tal fuerza que parecía inminente la zozobra. Y en medio de aquel lago, en la oscuridad de aquella noche, cuando el viento soplaba en contra y todo parecía perdido, apareció Jesús y dijo: “¡Animo!¡No teman!”

Vivimos tiempos difíciles y vendrán otros que parecerán azotados por fuertes sacudidas pero la esperanza estará siempre a la mano. Como aquellos discípulos, hemos montado en la barca para ir delante de él y por su propio deseo. La historia una y otra vez nos pone el viento en contra y a veces también a favor pero con mucha más fuerza de la que humanamente podemos controlar.

La realidad que vivimos como país pobre y bloqueado, muchas veces nos hace pensar que no hay alternativas, que la oscuridad en la que navegamos nos hará perecer en cualquier momento, que no hay forma de avanzar con tanto viento en contra. No hay duda alguna que navegamos contra todo riesgo y en barcas frágiles e inseguras por sí mismas. Pero tampoco puede haber dudas que el Jesús que apareció en el lago de Galilea para calmar la ansiedad y el temor de sus amigos, esta también caminando hacia nosotros, con sus brazos extendidos diciendo:¡Animo! ¡No tengan miedo!

Tercera pista: Pedro, el más que impulsivo Pedro, se apresta a intentar una demostración inequívoca de confianza: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”. Y Jesús responde: “Ven”.  A veces nos lanzamos como Pedro, impulsivamente, sin percatarnos de que la realidad siempre supera nuestras expectativas y sin calcular completamente los riesgos que podemos afrontar en el camino. No me parece el gran problema la manera irreflexiva con la que a veces enfrentamos nuestros retos como iglesia, o como creyentes o como seres humanos.  El reto está en el qué hacemos cuando el viento comienza a soplar con dureza:  nos amedrentamos y el impulso se convierte en miedo y el miedo en fuerza que nos hunde. La duda nos hace perder el paso.

Una de las frases favoritas de mi padre, y que me ha sostenido en muchas circunstancias de mi vida y mi ministerio es que la fe es lo contrario al miedo. Tal vez ahí está la clave de esta experiencia de Pedro que es la misma de cada uno de nosotros y nosotras en nuestro andar por la vida, o en nuestra aventura de peregrinar por la historia como iglesia de ese mismo Señor que, con paciencia y ternura espera que pase el primer impulso y a la menor duda que nos hace perder la fe, nos tiende sus amorosos brazos y nos pregunta: ¿por qué dudaste?

El sentimiento de inseguridad y de ansiedad por el futuro que acompaña siempre a los seres humanos y a muchas veces a la iglesia tiene un antídoto: evitar la arrogancia de querer tomar el lugar de Jesús y evadir la tarea que realmente nos corresponde. En este hora en la que la realidad que afrontamos parece soplar con fuerza en contra para hacer zozobrar la historia, ya sea la del mundo o de la nuestra propia cotidianeidad, nos corresponde, como iglesia de Jesús, reafirmarnos en nuestra fe y por lo tanto en nuestra esperanza.

Este es el llamado y la exhortación que les hago:  reconozcamos en medio de esta tormenta al Señor que viene a nuestro encuentro diciendo: ¡Animo! ¡No tengan miedo!. Mostremos  la fortaleza de nuestra confianza en el futuro. Como comentaba a un amigo hace unos días por razón de una situación personal: “la valentía es el mismo miedo después de haber hecho sus oraciones del día.” No hay meta imposible para aquellos y aquellas que se lanzan a asumir la historia sin miedos, con la certeza de que en medio de la tormenta está siempre el Señor para infundirnos aliento y renovar nuestra fe.

Este relato es también una metáfora hermosa y completa del camino del discipulado y la misión de la iglesia. La narración termina de la misma manera que, desde nuestra fe, terminará la historia humana. Los vientos se calmarán, y nuestra misión, mientras estén azotando fuertemente y hasta en contra, es navegar con la absoluta confianza de los que, seguros y seguras en el amor de Jesús, vencen sus miedos y contagian al mundo con la esperanza, con la confianza en que el Reino de Dios, anticipado en Cristo, es una realidad que da sus señales donde quiera que seamos capaces de escucharle diciendo: ¡Ánimo! ¡No tengan miedo!

¡Que la Palabra de Dios alimente siempre nuestras fortalezas como iglesia en este pueblo, anime nuestra esperanza y haga crecer nuestra confianza en el Jesús que nos ha enviado delante con la garantía de su presencia permanente y eterna!

En el amor de Jesús,

PP Dora Arce Valentín
Moderadora

 “No temas, estoy contigo. Yo soy tu Dios, no tengas miedo. Te fortaleceré, sí, te ayudaré. Te salvaré con mi mano victoriosa.”   

        Lamentaciones 3:31-33

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