COLOMBIA-
Por Miguel Estupiñán-
En el líder de Bojayá los colombianos tenemos un testimonio de construcción de paz que nos representa históricamente: a pesar del derramamiento de sangre, hay una esperanza de futuro que debemos cuidar en todo momento.
Esa ha sido la palabra de Leyner Palacios al país con su compromiso, desde que en 2002 sobrevivió a la explosión en la iglesia de su comunidad que le arrebató familiares, amigos y vecinos. Su reacción no fue la venganza, sino consagrar su vida a lograr justicia para su pueblo.
Hoy las condiciones de Bojayá se parecen a las que antecedieron al combate en que se produjo la masacre. Reiterativamente lo han denunciado las organizaciones sociales de la región que Leyner ha acompañado durante años. Pero desde el inicio de su mandato al presidente Iván Duque le ha faltado una reacción eficaz ante las denuncias de las comunidades del Medio Atrato sobre la toma paramilitar y guerrillera de sus territorios colectivos. No asistió el mandatario a un acto en Chocó semanas atrás en que también la Iglesia católica clamó por garantías para la paz, haciendo eco de las peticiones de los sobrevivientes.
Desde la Comisión interétnica de la verdad de la región Pacífico, Leyner ha participado en procesos de memoria colectiva animados por las víctimas del conflicto armado, quienes le exigen al Estado y a la sociedad colombiana la no repetición de hechos que vulneran su dignidad a diario. En respuesta a su liderazgo, ahora los armados le exigen a Leyner que abandone su región.
La sociedad civil debe exigirle al Gobierno el cumplimiento de los acuerdos de paz; que sea desmontado el paramilitarismo, también en Chocó, donde campea como Pedro por su casa, creyéndose dueño del destino de la gente para decir quién debe vivir o morir.
¿Por qué parece selectiva la reacción oficial contra los grupos armados al margen de la ley? —Le preguntan sectores de la sociedad al presidente Duque—. ¿Dónde están los resultados a la hora de hacerle frente a las mafias que se han tomado los territorios negros e indígenas? ¿Quiénes están detrás de la disputa por la tierra y, ahora, de las amenazas contra Leyner Palacios? La sociedad debe exigir respuestas y el Gobierno debe aclarar y ofrecer soluciones reales. Si no lo hace, el Estado seguirá participando por omisión o no de las formas de reproducción de una violencia estructural al servicio de los grandes señores cuya identidad se mantiene en secreto.
Leyner nos representa ante el mundo, como encarnación de la lucha por la paz. Si el Gobierno no lo defiende decididamente, si el Estado no garantiza su seguridad, entre la sociedad civil deberá encontrar cuidado y una solidaridad a toda prueba. No nos arrebatarán la primavera una vez más.
@HaciaElUmbral
Para comprender mejor la situación en la región: https://www.elespectador.com/colombia2020/opinion/2020-ante-la-muerte-la-paz-columna-898480