Las Mujeres de fe ante el Covid-19

GUATEMALA-

Por Pamela Liquez, Cedepca-

Transcurre el mes de abril del año 2020 y hace poco más de un mes la vida ya no es la misma. Hemos tenido un cambio abrupto en nuestro contexto, nuestro ritmo de vida, de trabajo, de descanso y de convivencia debido a un diminuto virus denominado “Coronavirus” o “COVID-19”, el cual se ha convertido en pandemia y ha sacudido al mundo entero.

Hemos cambiado nuestra forma de trabajo, de rutinas, de ambiente y seguimos intentando rendir como lo hacíamos antes, o incluso más porque intentamos fusionar el ritmo de vida que llevábamos antes de la pandemia, con el ritmo que llevamos ahora en confinamiento, con restricciones sociales y lidiando con nuestras emociones que pueden ser una montaña rusa.

Las mujeres de fe también nos hemos enfrentado con llevar nuestros espacios litúrgicos a una pantalla, a un video, en donde no podemos expresar nuestros agradecimientos y peticiones, no podemos ser parte de las liturgias, ni abrazar a nuestras hermanas de fe.

¿CÓMO ESTAMOS VIVIENDO Y ENFRENTANDO LA PANDEMIA LAS
MUJERES?

Para nadie es un secreto que nuestras sociedades responden a un sistema patriarcal capitalista en donde si no produces, no eres útil, cargando
también a las mujeres todo el trabajo doméstico. Intentamos cumplir con las tareas que teníamos antes de la pandemia y agregamos más para “atender” la pandemia.

La medida más drástica que el gobierno ha tomado hasta el momento ha sido el distanciamiento social y el confinamiento en nuestras casas. Sin embargo, el “Quédate en Casa” no es tan sencillo para muchas mujeres y
niñas, ya que quedarse en casa a veces implica compartir el espacio con sus agresores todo el tiempo, que según estadísticas denotan que la mayoría de mujeres y niñas víctimas de violencia de género son agredidas por personas de su familia, con quienes conviven bajo el mismo techo.

En este tiempo de cuarentena han incrementado las violencias contra mujeres y niñas, pero el mismo confinamiento puede llevarlas a no poder denunciarlas. Otras mujeres (si no es que todas) batallan con la duplicación o triplicación de las jornadas, porque deben cumplir con los compromisos laborales, las tareas del hogar, el cuidado de la familia y las tareas escolares de las hijas e hijos, todo esto en el mismo horario y espacio. Y otras mujeres batallan con el cúmulo de emociones y estrés que les provoca el confinamiento, el miedo y la angustia.

Y es que el cambio abrupto de rutinas, de por sí genera estrés, escuchar los noticieros genera miedo, angustia y estrés, intentar trabajar en casa con el ruido de casa (la licuadora, los perros ladrando, las personas hablando, las niñas y los niños jugando), genera estrés, atender a las niñas, niños y personas adultas mayores, genera estrés, estar para otras personas y cargarse con sus emociones, sus angustias y sin tener tiempo y el conocimiento para atender las propias, genera estrés. Y es que el sólo hecho de lidiar con una pandemia ya es una acción que puede cargarnos y estresarnos.

PERO ¿CÓMO ENFRENTAR ENTONCES ESTA PANDEMIA?
Actualmente ha circulado mucha información que nos sugiere cómo podemos hacer frente a esta pandemia. Artículos que nos ayudan a ordenar mejor nuestro tiempo, que nos dan técnicas para trabajar desde casa, para disminuir el estrés, para ayudarnos a controlar ataques de ansiedad, etc., información muy útil y valiosa. Sin embargo, poco podemos hacer si no contrarrestamos las problemáticas de raíz, que en este caso es el sistema patriarcal capitalista en el que vivimos.

Sin duda el estrés y la duplicación de jornadas para las mujeres, sería mucho menor si las tareas de casa fueran tomadas como lo que son: responsabilidad de todas y todos. Es importante que como mujeres rompamos con los roles de género y aprendamos a delegar tareas para
involucrar a toda la familia en el que hacer, la limpieza, la ropa, la comida, los cuidados de las niñas, niños y de las personas adultas mayores, y
como hombres es importante que también rompan esos roles de género y que asuman el trabajo de casa como responsabilidad de todas y todos. Esto disminuirá la carga de tareas y puede brindarnos tiempo y energía para
cuidarnos a nosotras mismas, tomar un respiro, hacer ejercicio, leer un libro, hablar con amigas o hacer una siesta. También puede brindarnos
tiempos para vivir nuestra espiritualidad de la manera en que nos sintamos más cómodas, meditando, leyendo, dialogando, cantando, orando, escribiendo, etc.

Debemos combatir el sistema patriarcal capitalista que no sólo a sobre explotado a la naturaleza, sino que también ha explotado los cuerpos y las mentes. Démonos permiso de descansar en medio de esta crisis, de apagar el noticiero, de desactivar el wifi, de expresar nuestras emociones, de llorar, de sentir, de pensar en cosas que, aunque no nos lleven a nada, nos hacen bien. No permitamos que el sentimiento de culpa por no estar “produciendo” nos invada, las mujeres también somos personas y necesitamos tiempo de pausa, de descanso y de ocio, eso hace parte del autocuidado. Cuidemos nuestra economía y la de otras mujeres, consumamos en lo local, a las pequeñas emprendedoras, a la señora de la tienda, la que tiene su puesto de verduras, la que hace pasteles, claro, asumiendo todas las medidas sanitarias y de cuidado necesarias para cuidar nuestra salud, pero que nuestra economía sea circular y podamos enfrentar de mejor manera esta crisis.

Las mujeres siempre han asumido o se les ha delegado la tarea de cuidado, se han volcado al cuidado de otras y otros, pero como lo proponen las feministas comunitarias y sanadoras ancestrales de Iximulew Guatemala, “sanando tu sano yo, sanando yo sanas tu”, es importante que para que las y los otros estén bien, nosotras también debemos estar bien, porque somo parte de una red de la vida que debe estar en equilibrio.

¿Y QUÉ HAY DE LAS MUJERES DE FE?
¿CÓMO ASUMIMOS LA CRISIS?

Las mujeres de fe recordamos que Jesús nos acompaña y renace en cada acción que promueve la vida, como las redes de mujeres que elevan la voz por las que no pueden o las que ya no están, las que exigen justicia, las que ponen alto y denuncian la violencia, las que acompañan en sororidad. Recordamos la comunidad de fe de Jesús, esa comunidad sin distinción de clase social, nivel educativo y género. Las mujeres de fe pues, estamos invitadas a recordar que tenemos una comunidad, que nuestra fe trasciende los muros de los templos.

Las mujeres de fe estamos redescubriendo la vivencia pura de la fe, acompañándonos unas a otras, orando unas por otras para fortalecer
nuestro espíritu. Y es desde ahí, desde esa esperanza que alumbró y llenó de alegría a aquellas mujeres seguidoras de Jesús al llevar el mensaje de resurrección y de esperanza, que las mujeres de fe invitamos a las creyentes y seguidoras de Jesús, a llevar esperanza a quienes la han perdido, a compartir el pan con quienes no lo tienen, a ser solidarias afrontando la crisis como comunidad, dejando los individualismos y
rescatando la solidaridad y sororidad con nuestra prójima.

Publicado originalmente por Pastoral de las Mujeres de CEDEPCA.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *