Los veteranos estadounidenses trabajan por la paz en la península coreana dividida

Artículo de Paul Jeffrey*

WCC-A lo largo de 2020, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Consejo Nacional de Iglesias de Corea han seguido la campaña mundial de oración “We pray, Peace Now, End the War” (Oramos: paz ahora, fin a la guerra). En el marco de esa campaña, el CMI difunde historias personales y entrevistas que sirven de inspiración para trabajar por la paz. La historia que se presenta a continuación refleja la perspectiva de los veteranos de guerra estadounidenses, quienes aparecen también en las entrevistas que muestran los videos.

Setenta años después de que estallara la guerra de Corea, muchos de los veteranos estadounidenses que sobrevivieron a ese conflicto trabajan arduamente por la paz en la península coreana.

“Yo estaba convencido de que lo que hacíamos en Corea era lo correcto. Lo hicimos bajo los auspicios de las Naciones Unidas, organización en la que creo firmemente. Pero ahora lo cuestiono todo”, confiesa Stan Levin, un veterano de la Marina estadounidense que reside en San Diego (California).

“Lo que ocurrió en Corea fue terrible. Murieron muchas personas en vano”.

Los veteranos se han unido a los líderes religiosos y a los pacifistas de todo el mundo en un llamado a la reconciliación en la península de Corea.

Levin, miembro de Veteranos por la Paz, acude a espectáculos aéreos militares y eventos similares para repartir panfletos y mostrar pancartas contra la guerra. “Hacemos todo el ruido que podemos”, cuenta.

Levin también regresó con otros veteranos a Corea del Sur para participar en el bloqueo de una base militar estadounidense que se estaba construyendo en la isla de Jeju, frente a la costa sur de ese país. La base finalmente se abrió en 2016, a pesar de una década de protestas por parte de ambientalistas y pacifistas.

La sección de Veteranos por la Paz en San Diego distribuye sacos de dormir a las personas sin hogar, en la llamada “Operación Compasión”.

Jack Doxey, otro veterano de la guerra de Corea residente en San Diego, explica que entre los beneficiarios de la operación hay un número exorbitante de excombatientes, muchos de los cuales terminaron en la calle como consecuencia del trastorno de estrés postraumático que sufrieron tras prestar servicio militar.

Doxey, antiguo miembro del ejército estadounidense, cuenta que, hasta la fecha, el grupo ha distribuido más de cuatro mil sacos de dormir. “Y no crean que atendemos cada vez a menos personas; al contrario, la situación es cada vez más grave”, lamenta.

Pete McCloskey fue teniente de la Marina. Tras ser herido en Corea, regresó a casa y se hizo pacifista. Fue miembro del Congreso de Estados Unidos en representación del estado de California, optó en dos ocasiones a la nominación republicana a la presidencia, basando sus campañas en la oposición a la participación de los Estados Unidos en guerras extranjeras.

“No hay gloria en la guerra. No es más que un montón de tipos asustados que tratan de evitar que los demás tipos asustados vean lo asustados que están”, dice.

Mientras luchó en Corea, McCloskey ocupó seis cargos en la infantería, pero dice que cuando regresó a casa se sintió obligado a trabajar por la paz.

“Si has tenido el privilegio de morirte de miedo en una guerra, y de ver lo que pasa cuando las bombas aterrizan y destrozan a las personas, cómo las queman hasta matarlas y provocan daños terribles; tienes el privilegio, tal vez la obligación, de oponerte a la guerra durante el resto de tu vida. Porque tú lo has visto, pero esas personas que apoyan la guerra nunca lo han visto”, asevera.

“No hay nada peor que un cobarde de guerra, o un halcón gallina, alguien que apoya la guerra pero que en su juventud no tuvo el valor de asumir ese riesgo”.

McCloskey, que hoy vive en una pequeña granja al norte de California, asegura que el 70º aniversario de la guerra brinda una oportunidad única para construir la paz y la reconciliación en la península de Corea.

“Estoy convencido de que hay un gran número de coreanos del Norte y del Sur que quieren ver una Corea unida en un solo pueblo. Tienen 4.000 años de historia. Lucharon contra los chinos, contra los japoneses. Tienen el mismo orgullo propio que vimos en los vietnamitas, quienes bajo Ho Chi Minh lucharon para volver a unir su país”, dice.

“¿Cómo se puede conseguir la paz en Corea? Se consigue cuando el pueblo toma el poder de los militares. Igual que en mi país, los Estados Unidos”.

*Paul Jeffrey es un fotógrafo y periodista independiente que reside en los EE. UU.

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