El Gozo de la Vejez: “Día Internacional del Adulto Mayor”

CUBA-

Ofelia Miriam OrtegaInstituto Cristiano de Estudios de Género

En el camino de la vida uno ha de preguntarse continuamente: En la etapa de la vejez… ¿voy a sobrevivir, o voy a vivir? El profesor P. Paillat especialista en Gerontología, de la universidad de París, nos dice: ¿cuándo empieza la vejez?…Ella comienza desde el primer momento de vida, no hay una edad escolar o una edad para la vida activa, uno puede permanecer activo hasta la muerte, la vida es indivisible. Y es en esa continuidad de la vida, donde radica la esencia de la existencia humana. El día se completa con la noche. La mañana es bella y la tarde también, pero lo más bello de todo es que haya mañana, tarde y noche. Por eso, nos conmueven las palabras de Rubén Alves, brasileño, poeta y teólogo cuando nos dice:

“Yo quiero vivir muchos años pero no a cualquier precio. Quiero vivir mientras tenga acceso a la capacidad de conmoverme ante la belleza, y la conmoción ante la belleza tiene el nombre de “alegría”.[1]

 O sea que vivir la plenitud de la vida no es únicamente algo biológico, el pulsar del corazón o una onda cerebral eléctrica. Si la alegría se va, el cuerpo, tenga la edad que tenga, no es más que un ataúd. Así que la vida humana no es cosa solamente de la naturaleza. Ella sólo existe y continúa existiendo, mientras tengamos la capacidad para sentir la belleza y la alegría.

 Este precioso poema de la Madre Teresa de Calcuta nos inspira e ilumina nuestro caminar como adultos mayores.

“Siempre ten presente que:

La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,

Los días se convierten en años…

Pero lo importante no cambia;

Tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña

Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío.

Mientras estés viva, siéntete viva.

Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillas…

Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.

Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.

Cuando no puedas trotar, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón.

Pero nunca te detengas!!!

 Es Mario Benedetti quien nos deja un poema que nos alienta: “El Derecho a la alegría ” y yo me atrevo a añadir, Sí,  ” tenemos el derecho a la alegría de envejecer”.

Defender la alegría

como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables,

de las ausencias transitorias,

y las definitivas.

Defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas,

de los neutrales y los neutrones,

de las dulces infamias,

y los graves diagnósticos.

Defender esa alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas,

de la retórica y los paros cardíacos,

de las endemias y las academias.

Defender esa alegría

como un destino,

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas,

 de las vacaciones y del agobio,

y de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como la certeza

defenderla del óxido y la roña

de la famosa pátina del tiempo,

del relente y del oportunismo,

de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho

defenderla de Dios y del invierno

de las mayúscula y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

y del azar.


[1] Rubén Alves, “Quiero vivir muchos años”, in Tempo y Presenta, Río de Janeiro, 1996.

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