¡Ni una más ni una menos! dice Departamento de Mujeres de AIPRAL

URUGUAY-

Ante un nuevo 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, AIPRAL con su Departamento de Mujeres hace un llamado a las comunidades eclesiales para ser comunidades de fe terapéuticas, de amor, servicio y libres de violencias. La pandemia deja en evidencia la violencia sistémica contra mujeres, adolescentes y niñas, y nos exige trabajar día a día para su erradicación.

La justicia de Cristo, Paz para Ellas, Paz para el mundo, sigue siendo un lema que evoca el compromiso de la Alianza y particularmente del Departamento de Mujeres, de seguir denunciando la violencia que viven millones de mujeres en el mundo. La pandemia hace evidente la violencia estructural y rompe nuestros ojos, con el aumento de las denuncias de agresiones en los hogares: acosos, abusos físicos y sicológicos, violaciones… femicidios. Por otro lado, las necesarias labores de cuidado en un contexto de emergencia sanitaria, con una mayor cantidad de personas necesitadas de acompañamiento, siguen siendo mayormente realizadas por mujeres, quienes se ven sobrecargadas con estas tareas.

Compartimos las siguientes palabras de la Rev. María de la Concepción Jiménez, directora continental de mujeres de AIPRAL, para poder encontrar en la promesa del Reino, y en el sostén de mujeres que construyen redes y resiliencia, la chispa necesaria de la esperanza.

PRONUNCIAMIENTO POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
NI UNA MÁS NI UNA MENOS

El 25 de noviembre no es una efemérides más, comprendida dentro de los 365 días del calendario de cada año. Podemos asumirla como una referencia para mantener viva la memoria y una conciencia clara que la lucha contra la violencia hacia las mujeres de todas las edades, es permanente. Sin embargo, la conmemoración de este año 2020, se da en el contexto inesperado de una pandemia que ha conmocionado a todos los pueblos del mundo en lo familiar, social, político, económico, religioso, entre otros. Situación ésta, que ha generado nuevas y variadas expresiones de violencias y desigualdades hacia las mujeres y que, a su vez, ha facilitado el incremento de las ya existentes. Es por esta razón, que hoy nuevamente expresamos nuestra indignación y repudio ante tales situaciones, que parecieran no tener fin en el horizonte y que amenazan las esperanzas de cambios significativos en favor de la vida abundante prometida por Jesús de Nazaret.

Cuando ya son 39 años de haberse iniciado la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y podemos acudir a las estadísticas, para conocer el número de mujeres que son violentadas de maneras disímiles, y la frecuencia con la cual se cometen estos actos, incluyendo los feminicidios; creemos que esta manera de medir la violencia de género, a través de números y gráficos es fría, se corre el riesgo que sea una información que simplemente contribuya a nutrir archivos de estadísticas.

Consideramos que este es un momento propicio para tomar como referencia, y que sirva para marcar nuestro accionar en favor de la lucha contra las Violencias y Desigualdades de Género, el lema que por separado muchas veces hemos escuchado y leído “NI UNA MÁS, NI UNA MENOS”. Consideramos que la violencia no es algo natural, por lo tanto, no nos pertenece y SÍ, es posible vivir una vida libre de violencias.

Durante el transcurso de este año 2020, la enfermedad, el dolor, la incertidumbre y el lamento han sido características frecuentes para muchas mujeres quienes, además de padecer en mayor medida las consecuencias de la pandemia en la salud, lo económico y lo social, son recargadas con actividades laborales, con responsabilidades de cuidado en el hogar. Se incrementan así las desigualdades de género, que han encontrado su soporte en los fundamentalismos religiosos y en las estrategias neoliberales.

Podemos decir que ha sido en medio de esos lamentos y a través de acciones de sororidad que ha surgido la esperanza, como lluvia fresca que mitiga el calor y que reanima. Podemos dar testimonio de las mujeres como expresión de resiliencia. Desde su creatividad, han sabido administrar la cuarentena y el resguardo social, estableciendo alianzas estratégicas, logrando aprovechar el uso liberador de las tecnologías para conformar redes locales, nacionales e internacionales de acompañamiento entre mujeres. Construyendo espacios para encuentros de formación a fin de fortalecerse y continuar alzando su voz, para no quedarse calladas y seguir denunciando las violencias y las desigualdades, reclamando sus derechos que a pesar de muchos logros alcanzados, les siguen siendo arrebatados.

Como mujeres de fe, en medio de las actuales circunstancias, hacemos un llamado a las comunidades eclesiales para que asuman como reto, el ser comunidades de fe terapéuticas, de amor, de servicio, convirtiéndose en espacios libres de violencias. Animamos de manera especial a las mujeres a conservar la esperanza, porque tenemos la certeza que otro mundo es posible y porque la lucha por la dignidad plena es legítima, y por lo tanto, es necesaria. De esta manera es posible vivir y promover una vida sin violencias, como elemento indispensable para alcanzar la paz con justicia social tan anhelada.

Esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales habita la justicia.

2ª Pedro 3:13

Rev. María de la Concepción Jiménez

Directora continental de Mujeres

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