8 de Marzo: Presencia de la mujer en la vida ecuménica cubana

Mujeres en iglesias de Cuba Foto: Consejo de Iglesias de Cuba

CUBA-

Ofelia Miriam Ortega-

En este día tan especial tenemos que reconocer, como nos dice la teóloga brasileña Ivone Gebara:

“hay muchas mujeres dotadas de una intuición especial y profunda sobre la vida humana, que son capaces de aconsejar, de intuir dificultades, de expresarlas, de animar, de proponer salidas y de confirmar la fe de muchos. Explicar pasajes bíblicos a partir de sus vivencias; responder a cuestiones dogmáticas simplificándolas y situándolas en su realidad existencial… este hacer es sapiencial; brota del suelo de la vida y se refiere a él. Es recibido como don de Dios y se entrega a los otros como don”. [1]

Recordamos a Omara Nolla de la Fraternidad de Iglesias Bautistas, que siempre nos sorprende cada año con la celebración anual del “Día Mundial de Oración” (DMO). Este movimiento de oración por países y regiones organizado por las mujeres constituye el ejemplo de una dinámica extraordinaria para establecer una Red Ecuménica de Oración – con el lema “Informarse para Orar – Orar para Actuar”. Estas son redes construidas por nuestras mujeres que trazan líneas de ecumenismo, solidaridad y acompañamiento mutuo.

Por supuesto que también tenemos que mencionar algunas de nuestras mujeres que han ocupado posiciones destacadas de liderazgo en nuestra sociedad y en las iglesias. Reconocemos que es imposible mencionarlas a todas, por eso les ruego nos perdonen las omisiones, nuestra intención es inspirarnos para que podamos realizar trabajos de investigación sobre el tesoro histórico de esas vidas que han abierto puertas y senderos para la continuación de la obra tan relevante de las mujeres en el movimiento del Jesús histórico, como discípulas, y en la Iglesia Primitiva, donde siempre ocuparon cuatro cargos: profético, litúrgico, docente y caritativo.

Como nos ha mostrado Ana María Tepedino, teóloga brasileña en su libro “Las discípulas de Jesús”: “el pensamiento de las mujeres ha evolucionado mucho, sin embargo, el releer desde nuestra óptica propia, los textos bíblicos y descubrir el protagonismo que nuestras antepasadas tuvieron en el movimiento de Jesús potencializa y alienta a nuestras hermanas de hoy. Como un movimiento de ondas, tiene siempre un grupo de mujeres que todavía no ha formado conciencia de su situación subalterna o que todavía no conocen las reflexiones bíblicas y teológicas realizadas por algunas compañeras, lo que posibilita la apertura de largos horizontes, así como el sentir más seguridad. Empiezan a realizar la misma experiencia de la mujer de Lucas 13, 1-14. Ella, al estar encorvada, tenía un reducido ángulo de visión, pues no podía levantar la cabeza. Al verse libre de la dolencia y poderse estirar, descubrió un nuevo mundo y su visión, su percepción, su comprensión y su participación se ampliaron”. [2]

Hay que mencionar en esta extraordinaria lista algunas de las mujeres que nos legaron distintas contribuciones y que fortalecieron nuestra visión de lo que debe ser el movimiento ecuménico.

Dora Valentín, además de una vida dedicada a la enseñanza secular, y a la Iglesia Presbiteriana, se esforzó en tareas difíciles e inacabables para la búsqueda de la paz. Ella nos dejó muchos textos donde incluía esa pasión por la reconciliación y la búsqueda del bien. “El cristianismo genuino propugna pues, la paz. No la paz de los explotadores de los pueblos, “los que comen a los pueblos como su fueran pan”, como dice el salmista. El cristianismo proclama la necesaria realización del ser humano dentro de las estructuras socio-políticas y económicas justas e igualitarias; la mujer cristiana se adhiere a la teología de la vida. Optamos, como mujeres, por la vida. Defendemos y defenderemos la vida. Nos unimos y nos mantendremos unidas, comprometidamente, a todos los que luchan y se esfuerzan por construir una nueva sociedad, más justa, más pacífica, y por lo tanto, más cristiana”. [3]

El 10 de junio de 2007 Nerva Luisa Cot Aguilera fue designada por el Consejo Metropolitano, Obispa Sufragánea de la región occidental, convirtiéndose en la primera mujer Obispa de la Iglesia Episcopal en América Latina y el Caribe. Debemos incluir su gran contribución a la Educación Cristiana a través de su trabajo local y nacional, y su trabajo como Secretaria Regional de CELADEC (Comisión Evangélica de Educación Cristiana para América Latina) para Cuba, cargo que desempeñó por ocho años participando en asambleas anuales en Venezuela, Perú, Costa Rica, Puerto Rico, Jamaica, donde llevó siempre las reflexiones bíblico-teológicas de la iglesia y la familia en el contexto de una sociedad revolucionaria. También había sido maestra de educación primaria en Camagüey por 18 años consecutivos, y como profesora de Secundaria Básica.

Siempre debemos recordar lo que el apóstol Pablo nos dice claramente, y es que todos los ministerios tienen igual importancia y todos son necesarios. No hay jerarquización de tareas en el Nuevo Testamento. Su primera carta a los Corintios, en el capítulo 12, señala los dones del Espíritu de acuerdo a los cuales se ejerce el ministerio, a saber: sabiduría, ciencia, fe, sanidad, hacer milagros, profecía, hablar en lenguas, interpretación de lenguas… profetas, maestros, apóstoles, etc. Pablo especifica que la iglesia es un solo cuerpo con muchos miembros, cada uno en su tarea, donde no hay discriminación de raza: judía o griega; ni de clase: esclavo o libre; ni de sexo: varón o mujer (Gálatas 3,28; I Corintios 12,13).

Es Beatriz Melano Couch, teóloga argentina, quien desde los años 70 del pasado siglo, nos condujo magistralmente al análisis de “La Mujer y la Iglesia”, quien ilumina nuestro texto con su visión del ministerio integrado e integral. Ella nos afirma:

“Entendemos por ministerio integrado el que se desarrolla con la participación de todos sus miembros sin discriminación de sexo, edad, raza, ni clase social y sin menosprecio de las capacidades de nadie; en el cual “la persona” precede a todo tipo de distinción interpersonal y en el que la división de tareas está hecha de acuerdo a la preparación, aptitudes personales y dones de cada uno… El ministerio integral es el servicio que debe rendir la iglesia a toda necesidad humana”[4]

Siempre siento que Clara Rodés está muy cerca de nosotros. Pastora de la Iglesia Bautista “Ebenezer en Marianao. Fue también Presidenta de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba. Ella entendió muy bien cómo trabajar en la comunidad a través de un ministerio integral, holístico. En el libro de su testimonio “Con el Corazón Abierto” nos dice: “En las comunidades en que nosotros trabajamos como pastores, es muy importante que todos participen, porque los demás también nos aportan. Claro, nosotros le dedicamos todo el tiempo a ese trabajo, por lo que podemos leer más e informarnos mejor para transmitir tales vivencias a nuestra comunidad. Pero no se trata de que yo sea avanzada y tenga un conocimiento especial, porque la experiencia que ellas están viviendo como cristianas, y su interpretación de la Biblia, es necesaria para nosotros. Todo lo hacemos en comunidad para que la comunidad crezca y sus integrantes sean los seres humanos plenos que queremos, a imagen de Jesús de Nazaret.”[5]

Y en esta andadura ecuménica, tenemos que movernos necesariamente hacia Santiago de Cuba para encontrar a  la mujer que nunca permitió que la dejaran fuera de la vida pastoral y de las iniciativas que dieron lugar al Centro Lavastida, ubicado en los predios de la Segunda Iglesia Bautista de la Convención Bautista de Cuba Oriental. Gisela Pérez es un ejemplo de la creación de este Centro Ecuménico en conexión fraternal con las iglesias y comunidades de Santiago de Cuba. Su tarea pastoral como educadora ha sido de gran beneficio para la juventud y líderes de esa región.

En sus escritos podemos leer afirmaciones que nos inspiran a continuar los procesos de equidad eclesial y social que tanto necesitamos: “Educar a las nuevas generaciones para vivir en la igualdad sexual a que somos llamados por el Creador. Uno de los elementos necesarios en ese sentido es la preparación psíquica de las niñas a fin de que, llegado el momento, puedan ejercer derechos y libertades con plena madurez, ya que no son factores biológicos sino culturales los que generalmente condicionan a la mujer para un papel secundario en la Iglesia y en la sociedad.”[6]

La Iglesia de los Amigos practica diligentemente el testimonio y el silencio. Tendríamos que narrar muchas historias de una mujer cuya palabra es siempre como una fuente de agua viva, y cuyo testimonio ha hecho crecer el movimiento ecuménico en Holguín. Sí, es María Yi, responsable de la Mesa del Consejo Latinoamericano de Iglesias en Cuba, quien con una habilidad “fuera de serie” reúne a las iglesias de Holguín en talleres y actividades ecuménicas. Su participación en la Directiva Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas y en el Parlamento cubano, nos muestra también su loable inserción en la sociedad cubana.

No es fácil escribir varios libros sobre Recursos litúrgicos y Devocionales para las iglesias cubanas; pero Rita María Morris buscó y recopiló durante años el material para compartirlo con nuestras congregaciones. Podríamos mencionar muchos otros esfuerzos similares al de Rita, pero sus libros nos ha inspirado grandemente, desde su publicación por el Centro de Reflexión y Diálogo en el 2003.

Es evidente que la Iglesia en Cuba tiene vocación de ser iglesia diaconal. Para nosotros la diaconía es denuncia y anuncio de un proyecto más humano y cristiano de relación con otros, con la naturaleza y con la sociedad. La diaconía tiene su identidad y motivación en la fe cristiana, pues Jesucristo, el Diácono de Dios, enviado al mundo, es el contenido más profundo de este proyecto.

En nuestra andadura ecuménica siempre encontramos alguna persona que nos pregunta: ¿Es verdad que ustedes tienen en Cuba un Obispo (así es nominada en su Iglesia) Episcopal llamada Griselda Delgado, boliviana-cubana? Yo siempre respondo: Sí, como mujeres cubanas, nos honramos con esa presencia, que ya admirábamos  cuando transformó la comunidad  de Itabo donde se encontraba su iglesia como Presbítero ( así es nominada en su Iglesia) en un gran jardín vegetal , donde la  labor diaconal de la siembra en los hogares multiplicó  la responsabilidad de una vida en comunidad, donde la invitación eclesial, era compartir con todas  todos la  siembra de los cultivos para el logro del bienestar de las familias residentes. De esa posición pastoral de entrega servicia, pasó Griselda a ocupar esa posición de lideresa destacada en su amada iglesia.

No podemos dejar de mencionar , a la pastora Estela Hernández, de la Fraternidad de Iglesias Bautistas, quien con una dedicación a tiempo, y fuera de tiempo, se dedicó a esa labor diaconal, desafiando a la comunidad de fe a desarrollar tácticas contextuales concretas para combatir las raíces del sufrimiento individual, comunitario y estructural. Ella usó múltiples recursos de apoyo diaconal, teniendo en cuenta siempre las dimensiones de consolación, prevención, curación y transformación del sufrimiento.  Ella siempre entendió que la diaconía incluye la necesidad de liberar a la humanidad de todo lo que oprime, esclaviza y distorsiona la imagen de Dios. Cuando hacemos esto, abrimos caminos para la salvación. En ese sentido, la diaconía siempre es liberación para la salvación.

Rhode González, pastora de la Iglesia Cristiana Pentecostal, ha sido presidenta del Consejo de Iglesias Evangélicas de Cuba y siempre nos ha proporcionado desde su inserción pentecostal, elementos teológicos esenciales para la comprensión del crecimiento y la vitalidad de las Iglesias Pentecostales en Cuba. He aquí sus palabras: “El reconocimiento de la capacidad de la acción transformadora, sanadora y restauradora del Espíritu en medio de las congregaciones pentecostales, pudiera resultar en un elemento importante y aporte en la restauración social, en una contribución significativa en el restablecimiento del orden social. Claro ésta debe ser trabajada en el conjunto de las denominaciones pentecostales”. [7]

No es posible adentrarnos en la zona camagüeyana sin mencionar a la inconfundible líder de la Iglesia Pentecostal, Esther Quintero, paseándose por todos los escenarios ecuménicos posibles en las iglesias, en el Consejo de Iglesias de Cuba y en la sociedad. Ella nos ha recordado siempre, a través de sus mensajes y de su testimonio, los elementos de la “lógica de vida” que necesitamos para nuestra tarea y que ella siempre ha definido con los siguientes términos: Resistencia, Creatividad, Solidaridad, Libertad y Esperanza.

Debemos mencionar también a las mujeres que hoy desde los Centros Ecuménicos, los Seminarios Teológicos, el Programa de Mujer y Género del Consejo de Iglesias, se dedican a la formación teológica, a la lectura popular de la Biblia, trabajando arduamente para la educación ecuménica de nuestras congregaciones y líderes juveniles. Son muchos los nombres y las vidas dedicadas a esta tarea. Para todas ellas nuestra gratitud y reconocimiento por la obra de sus vidas.

Y aquí tenemos que añadir que es cierto que el aprendizaje ecuménico ha sido un eje fundamental en la educación teológica de nuestras mujeres.

Es interesante que desde que nosotras comenzamos nuestras jornadas de reflexión teológica, deshebrando las madejas de la hermenéutica bíblica, desentrañando los misterios de los dogmas teológicos, y avanzando en las tareas de las transformaciones eclesiales y sociales para la creación de un mundo mejor, uno de los pilares que ha sostenido toda esa movedora labor ha sido el aprendizaje ecuménico.

Las mujeres hemos estado creando constantemente “comunidades ecuménicas de aprendizaje”[8]

Esta ha sido una realidad en todos los grupos de mujeres organizados para estudiar la Biblia, desarrollar liturgias llenas de un imaginario simbólico colectivo extraordinario, para acciones de fe transformadoras, para la búsqueda de la paz, la justicia social, la equidad genérica, el cambio de los dogmas teológicos opresores, el equilibrio ecológico – todo esto enraizado en una espiritualidad llena de espacios sagrados de conmovedora belleza y trascendencia.

Cada afirmación teológica después de nuestros encuentros, es poesía y ritmo de vida que nos hace ver nuestra dimensión ecuménica como un compromiso serio con un aprendizaje que nos haga formar un frente estratégico para avanzar hacia la meta de lograr una iglesia y una sociedad donde hombres y mujeres se realicen como personas, imagen de Dios y sujetos de la historia.

Quiero terminar con estas afirmaciones:

Sí, estamos unidas por un solemne rechazo a la creciente violencia contra las mujeres en todo el mundo, por nuestra esperanza en la libertad nacida de la fe en el hijo de María, Jesús, y por nuestro deseo de que exista una nueva comunidad de los seres humanos, la tierra y todas las criaturas, en el abrazo de Dios.

Las mujeres… ya no más en silencio, ya no más silenciadas.

Mujeres que hablan desde lo profundo de su dolor,

Mujeres que desafían la visión tradicional

De la Sociedad,

De la Iglesia,

De la Comunidad,

De nuestra Fe.


[1]Gebara, Ivone, Teología a Ritmo de Mujer, Ediciones Paulinas, Sao Paulo, Brasil, 1994, p. 13.

[2]Tepedino, Ana María, Las Discípulas de Jesús, Editora Vozes, Madrid, 1994, pp. 9-10.

[3]Valentín, Dora, Palabras en el Acto Inaugural del II Encuentro Continental de Mujeres Cristianas por la Paz: La Mujer, taller de la vida: constructora de la nueva sociedad ; Conferencia Cristiana por la Paz, Impresora

Augusto Cotto, Matanzas, Cuba, 1983, p. 15.

[4]MelanoCouch, Beatriz, La Mujer y la Iglesia, Publicaciones El Escudo, Simbrón 4667, Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 85-86.

[5]Rauber, Isabel, Con el Corazón Abierto. Testimonio de Clarita Rodés González, Editora Mepla, La Habana, Cuba, 1993, pp. 41-42.

[6]Pérez Muñiz, Gisela, “La Mujer Bautista Cubana antes y después del triunfo de la Revolución”, en La Mujer en la construcción de la Iglesia, Jorge Pixley editor, Colección Tradición Protestante, Editorial DEI, San José, Costa Rica, 1986, p. 54.

[7]González, Rhode, “Pentecostalismo y Sociedad cubana en el siglo XXI”, en Voces del Pentecostalismo Latinoamericano II, editores Daniel Chiquete, Luis Orellana, Trama Impresora, Hualpén, Chile, 2009, p. 25.

[8] Russell, Letty M. , “Ecumenical Learning in Theological Education: a Woman´s Perspective”, in God Has Called Us, edited by Lynda Katsuno, Kathy Keay, Ofelia Ortega, WCC Publications, 1994, p. 37

Publicación de Instituto Cristiano de Estudios de Género, Cuba

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