Dios camina con su pueblo y escucha su clamor

COLOMBIA-

Por Rafael Castillo Torres

La compleja crisis social que está sucediendo en Colombia no solo debe ser entendida como un acontecimiento local. Es evidente que estamos frente a un fenómeno de carácter regional que merece la atención de los países latinoamericanos.  

Desde hace ya algunos años, cuando nació el programa fe y economía, animado por el CLAI, hemos sido testigos de cómo la fe nos ha ayudado a comprender la estrecha relación del modelo económico neoliberal, sus dinámicas perversas y su relación con la realidad latinoamericana. No sin razón, y más recientemente,  nos ha exhortado el Papa Francisco: “Quiero un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana”. Las Iglesias no somos indiferentes…ni lo seremos.

El clamor de nuestro pueblo interpela nuestra presencia y acompañamiento: ¿Qué podemos hacer, desde el Evangelio, frente a un pueblo amenazado por el COVID y movilizado por la injusticia?

Frente a ello, es claro, que quienes seguimos el Evangelio de Jesús y asumimos el discipulado, no estamos únicamente para secar las lágrimas y vendar las heridas. Quedarse en el apaciguamiento y la consolación es darle la bienvenida a quienes disfrutan el sistema y viven del modelo. El hambre, la enfermedad y la injusticia no pueden eclipsar el rostro de Dios.

Hoy es decisivo formular claramente el dolor y la necesidad; descubrir sus causas; decir públicamente que Dios no quiere esta situación; y construir una comunidad alternativa caracterizada por la solidaridad y la fuerza de nuestro profetismo. Sostener que el sistema con sus reformas tributarias tiene sus aspectos buenos y que traerá bendiciones, es tan sarcástico como hablar del príncipe que está en Roma distribuyendo pan a los plebeyos mientras les muestra los espectáculos maravillosos en el circo de la ciudad. Desde el reverso de la historia, preguntan los pueblos explotados por Roma, si no sabemos quién paga ese pan mediante elevados tributos. Y desde la arena resuenan los gritos de los mártires que nos preguntan si no nos damos cuenta de que ellos mantienen la vida de los espectáculos con su sangre.

Dios no avanza al ritmo de quienes van adelante, sino al paso de los que se van quedando, por ello camina con su pueblo y hace suyo su clamor.

El autor es sacerdote católico romano, residente en Cartagena. Estas palabras fueron dadas en la Vigilia internacional de solidaridad con Colombia, 12 de mayo de 2021.

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