Misión Pastoral y de Acompañamiento de DIPAZ. Informe especial al Cauca

Minga Indígena en el sector de El Pital. Foto: Carolina Toro. DIPAZ.

COLOMBIA-

Por Carolina Toro

DIPAZ realizó el 17 y 18 de mayo una Misión Pastoral y de Acompañamiento a Cali y Popayán, con el objetivo de compartir con la gente que está en las concentraciones, llevarles una voz de ánimo, pero principalmente escucharlos, saber sus necesidades, sus frustraciones, y cuáles son sus peticiones. En esta misión participaron algunas organizaciones como: Paz y Esperanza Colombia, La Iglesia Luterana de Colombia (IELCO), la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, Miqueas Joven, y el Movimiento Estudiantil Cristiano Colombia (MEC).

Popayán, Cauca. Apenas está aclarando el día y todos estamos listos para empezar nuestra misional pastoral y de acompañamiento, primero al Pital y después a El Cairo, ambos ubicados al norte del Departamento del Cauca. Hacemos una reflexión sobre un pasaje de la Biblia que versa:  «Y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». (Mateo 20:27-28).

Y así, encomendados a Dios, nos subimos a los carros y arrancamos con una bandera blanca y un logó de DIPAZ pegado en el capó. Tenemos nuestra primera parada. Les explicamos qué estamos haciendo y los contactos que desde la regional DIPAZ, Suroccidente se han realizado para organizar estos encuentros. Nos dejan pasar, pero nos advierten que no debemos tomar fotos, ni grabar videos. Después de 12 paradas llegamos a nuestro primer destino: El Pital.

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Primer bloqueo que encontramos en la vía Panamericana. Desde este punto nos dijeron que era mejor no tomar fotos, ni grabar videos. Foto Carolina Toro. DIPAZ.

“Es la carpa blanca”, nos dicen. Después de caminar un poco, llegamos muy embarrados. No deja de llover. Están todos reunidos hablando del Paro Nacional y de la minga que ellos están realizando. Aseguran que no van a parar hasta conseguir cambios significativos. Nos abren un espacio dentro de la reunión y logramos hablar con ellos. Les explicamos que nuestro objetivo es compartir con la gente que está en las concentraciones, llevarles una voz de ánimo, pero principalmente escucharlos, saber sus necesidades, sus frustraciones, y cuáles son sus peticiones para que de esta manera podamos hacer un ejercicio de incidencia y de presión, para que el Gobierno respete los derechos humanos, la protesta social y garantice el derecho a la movilización.

“Guardia, Guardia, fuerza, fuerza, por mi raza, por mi tierra, Guardia, Guardia, fuerza, fuerza, por mi raza, por mi tierraaaa”, cantan todos juntos y el corazón se llena de emoción al escuchar como corean el himno de la guardia indígena, mientras levantan sus bastones. Delegan a Fabian Mulcué para que hable con nosotros. Él nos explica la dura situación de violación de derechos humanos de los que están siendo víctimas en el marco del Paro Nacional mientras al fondo seguimos escuchando el himno: “Adelante compañeros, dispuestos a resistir, defender nuestros derechos así nos toque morir”.

Este hombre robusto que acompaña la orientación política de la Guardia nos dice que “en este momento en el ámbito nacional el tema de la violación de los derechos humanos y el uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía Nacional ha generado mucha desconfianza en los puntos de resistencia. Ellos (la policía) justifican esto, señalando que dentro de la comunidad indígena siempre hay presencia de los grupos armados como el ELN y disidencias de las FARC y eso no es cierto. Además, eso nos afecta porque así vienen otros grupos armados y nos intimidan al interior de las comunidades (por esa supuesta relación). Además, dice el Viceministro de Defensa, que la minga está siendo financiada por grupos armados o por el narcotráfico y esa es otra mentira, porque acá por ley todos tienen que aportar con lo que tengan y desde ahí se hace el ejercicio de la resistencia”.

La violencia es más hacia los jóvenes

Nos expresa que en este momento la violencia la han sentido más los jóvenes de las ciudades. “El Gobierno sabe a qué se enfrenta con nosotros como movimiento, pero con los jóvenes no. Nosotros venimos de estar en Cali y vimos el trato que les dieron a los jóvenes de Siloé, los del Puente de la Luna, los de Puerto Resistencia o los que están en la vía Yumbo, y allá a los que estábamos nos dieron fue bala y esa es la represión más fuerte en ese momento”, asegura.

DIPAZ manifiesta su preocupación por la grave situación de violación de derechos humanos que ha venido ocurriendo en toda Colombia, pero que se ha ido incrementando en el departamento del Cauca y aplaude la petición hecha este viernes 15 de mayo por el Comité Interamericano de Derechos Humanos (CIDH), para realizar una visita de trabajo a Colombia para observar en terreno la situación de los derechos humanos entorno a las protestas sociales que iniciaron este 28 de abril. Según dados de Indepaz y de la ONG Temblores entre el 28 de abril y el 12 de mayo, han ocurrido, al menos, 2.110 casos de violencia por parte de la fuerza pública (sin contar casos de desapariciones). Desde DIPAZ vemos con estupor la desprotección estatal al derecho a la vida y las garantías sociales.

En este mismo sentido, varias organizaciones campesinas de la ANUC, CRIC, MOVICE, con las que nos reunimos en la Casa Campesina en la ciudad de Popayán, señalaron las constantes violaciones de derechos humanos de las que han sido víctimas los manifestantes, principalmente jóvenes, durante el Paro Nacional, y expresaron la importancia de construir un grupo de comunicaciones para que la información de violaciones y hechos victimizantes se canalice y se haga visible con mayor fuerza.

Continuamos hablando con Fabian Mulcué mientras se acomoda su pañoleta, esa misma que agitan durante las concentraciones y nos hace una denuncia: “El riesgo es inminente porque las balas no son de la Policía como tal si no de los civiles, que han cogido mucha fuerza, ¿quiénes los mueven?, ¿quiénes son? Nosotros directamente vimos, en la vía al mar, como personas vestidas de civil se bajaban de un camión de la policía, y nosotros decimos, tienen que ser policías. En este sentido nuestra exigencia es que no infiltren policía disfrazada para atacar los puntos de resistencia, que respeten las manifestaciones pacíficas y justas”, concluye.

Igualmente, hace un llamado al Gobierno para que se siente a negociar los puntos fundamentales que afectan a la población más vulnerable como son la reforma agraria, la reforma a la salud, el tema pensional, el tema de la paz, entre otros. “Nosotros no vemos voluntad, solo vemos voluntad para militarizar, para atacar más y sobre todo a la juventud y hemos dicho: ‘si hay una arremetida, nosotros estamos prestos para ir a dar el respaldo a estos puntos críticos’”, sentencia.

“El pueblo colombiano le apostó a la paz, pero el Gobierno no quiere construir, no quiere acogerse al tema de la paz. Y la idea de nosotros es unificarnos para hacer una constituyente. Esa es nuestra apuesta política. Ya hemos hablado con algunos puntos (de resistencia) en Soledad, Atlántico; Medellín, Antioquia; y Bucaramanga, Santander; así como con los camioneros, los taxistas, el sector hotelero, los jóvenes, las mujeres, los sindicatos; para reunirnos en una asamblea grande y en este espacio, que puede ser en la Universidad de Cali, construir entre todos esta reforma a la Constitución”.

Hace un llamado al sector de Iglesias en cuatro puntos: Primero, para que denuncie el atropello y las constantes violaciones a los derechos humanos contra las protestas en todas las partes del país. Segundo, ejercer presión para que no se deje de lado el tema de los desaparecidos, y de los judicializados. Tercero, buscar la manera de hacer visible el tema de que la policía está infiltrada dentro de la protesta con agente vestidos de civil portando armas letales. Y cuarto, la iglesia debe ayudar a mediar para que no exista confrontación, sino que prime el diálogo.

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Reunión con las organizaciones campesinas de la ANUC, CRIC, MOVICE, en la Casa Campesina en la ciudad de Popayán. Foto Leydy Martínez. DIPAZ Suroccidente.

Asimismo, envía un mensaje claro a la opinión pública: “Nosotros no estamos poniendo los productos costosos, es la gente que especula. Hemos hecho varios corredores humanitarios, de hecho, vamos a hacer uno del jueves 20 al domingo 23 de mayo. Es que con este paro mucha gente está sacando provecho. No es el paro, es la gente (…). Nosotros estamos exigiendo cambios en políticas estructurales del país y no nos vamos a mover hasta conseguir cambios reales, no promesas que nunca cumplen”, añade.

En este mismo sentido los campesinos concentrados en la Finca Santamarta en el corregimiento de El Cairo, municipio de Cajibío, con quienes estuvimos también reunidos, piden a la comunidad eclesial ser garantes de los derechos humanos. “Hay que hacer visibles las cosas que están pasando, toda esta represión. No somos delincuentes acá hay familias enteras, y queremos que nos apoyen diciendo eso. Además, no somos guerrilleros, ni estamos con los grupos al margen de la ley”, señala uno de los participantes.

Igualmente, hacen un llamado a la comunidad internacional para que se pronuncie frente a estos hechos de violaciones de derechos humanos para presionar al Gobierno y frenar así, esta oleada de violencia que se viene dando en toda Colombia, pero que ha tenido como epicentro a los departamentos del Valle del Cauca y Cauca. También piden que se emitan sanciones al gobierno colombiano por todos estos hechos.

Los campesinos también se suman

Seguimos nuestro recorrido en medio de la lluvia y los bloqueos. Llegamos a la Finca Santamarta en el corregimiento de El Cairo, municipio de Cajibío, para reunirnos con el movimiento Campesinos sin Tierra, al que se suman personas de todas las poblaciones cercanas del Cauca. Allí se concentran de Inzá, de Paez, de Cajibío, de la comunidad Mizak, de Totoró, Los Sin Tierra, la Juventud Rebelde, la Red de Derechos Humanos Isaías Cifuentes y otras organizaciones del sector urbano, punto El Cairo.

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Mural de la finca Santamarta donde están concentrados los del movimiento Sin Tierra , otras comunidades y organizaciones sociales que acompañan el espacio. Carolina Toro, DIPAZ.

Uno de los hombres toma la palabra mientras empieza a caer la tarde y nos cuenta: “Acá hay expresiones diversas y las necesidades puntuales son muchas, pero lo que nos convoca a todos son las reformas estructurales que, independientemente de nuestra identidad, creencia o situación social, nos afectan. Es que el Gobierno tocó la estructura de la población en términos socioeconómicos con la reforma tributaria, con el tema de salud y las pensiones, que son puntos vitales para resolver las necesidades básicas del ser humano”.

Otra persona toma la vocería y agrega: “Nosotros no tenemos participación política, no existe, aunque está en la constitución, pero no hay políticas públicas que la materialice. Acá hay gente que tiene mucho y nosotros que estamos en la otra balanza, sin nada”. Asimismo, nos comenta que este punto de concentración se ha constituido como una familia diversa y bajo ese criterio han hecho un ejercicio contante de retroalimentación para que este espacio se mantenga, no solo en términos de rotación de personas, sino también para gestionar desde allí sus derechos.

Ellos sienten que han sido víctimas de una represión política y que sus derechos han sido invisibilizados o negados. “Es que no nos tratan como sujetos de derechos, sino gente que está en algo ilegal. Hemos tenido que soportar esta estigmatización y muchas amenazas. Y nosotros no somos delincuentes”, asegura.

Este mismo reclamo lo hacen los campesinos que están ubicados en el sector conocido como Los Robles, con los que también compartimos unas horas, y quienes también han sido víctimas de estigmatizaciones y el uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía Nacional. “Acá todos somos campesinos, no hay gente armada, ni somos guerrilleros. Somos del sur del Cauca y estamos unidos por el mismo reclamo, una sociedad más justa donde todos tengamos cabida. (…) Acá nos vamos a quedar hasta que consigamos cambios reales”, señala Guillermo, uno de sus líderes. 

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Reunión con los habitantes de la finca Santamarta, quiénes nos contaron sus vivencias frente al Paro Nacional. Foto: Carolina Toro. DIPAZ.

Seguimos charlando con los campesinos de El Cairo y una mujer joven nos dice que en este espacio hay mujeres, niños, jóvenes, ancianos y que ellos viven con mucho temor. “Lo más difícil es la zozobra porque es muy tenaz tenerse que acostar pensando que en cualquier momento pueden llegar y nos toca salir corriendo. Solo nos podemos quitar los zapatos. Y acá estamos reclamando algo justo, no somos delincuentes”, señala.

De pronto, un campesino se levanta y con voz profunda comenta que a ellos los señalan no como trabajadores y campesinos que están reclamando sus derechos, sino como subversivos. “Acá solo tenemos la peinilla, las botas, el bastón de mando, el azadón, pero no las usamos para golpear al Estado o matar a alguien, sino para golpear la tierra y ganarnos el pan de cada día”, señala.

“Nosotros tenemos reclamos justos. Pedimos educación y salud por eso vinimos acá. No podemos permitir que le ponga IVA a lo que nosotros mismos cultivamos y entonces, después dijeron que no, que es mejor ponérselo a los fertilizantes para producir y eso es la misma cosa… Y decimos, ya no aguantamos más. Este es un Gobierno que siempre nos ha querido subyugar. Y se habla de que somos un país democrático, pero de eso no hay nada”, indica mientras se acomoda el machete.

Continúa diciéndonos que no hay una política pública para el campesinado y por eso la exigen. “Queremos una política para el campesinado, una que nos incluya, para poder construir un país para todos. Exigimos que en las decisiones que se toman seamos tenidos en cuenta. Por ejemplo, que mis hijos puedan ir a la universidad, pero una que le enseñe a ser agrícola para empujar una economía solidaria y autosostenible”.

Temas transversales: tierra, cultivos ilícitos e inversión social

Todos nos resaltan la importancia de tres temas transversales para todos. El primero, es el tema de la tierra. “Acá venimos de zonas rurales, agrarias, campesinas y resguardos indígenas, no somos urbanos, esa es otra dinámica (…) y una de nuestras principales demandas es el acceso a la tierra. Casi la mayoría de nosotros aquí no tenemos tierras, vivimos en pequeñas parcelas, el problema es tierra, por eso Los Sin Tierra estamos acá haciendo un ejercicio de recuperación de esta finca”.

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Olla comunitaria dentro de la finca Santamarta, en el municipio de El Cairo. Foto Carolina Toro. DIPAZ.

Por eso señalan que es importante que el Gobierno cumpla con lo pactado en el Acuerdo Final de Paz, en lo que tienen que ver con el tema de tierras. Asimismo, ven la necesidad de crear y reconocer los territorios colectivos, como son la Reserva Campesina, los Resguardos Indígenas y los Consejos Comunitarios, en el caso de la población afro.

Otro de los temas que los convoca es lo que tienen que ver con la sustitución de cultivos ilícitos, otro punto incluido dentro de los acuerdos de paz. “Acá todo lo quieren hacer a las malas y no hacen consenso para hacer la erradicación voluntaria y eso genera tensión porque no hay alternativas para subsistir y de eso dependen muchas familias. Además, no hay enfoque de género en estos temas. Si acá estamos mal, más mal están las mujeres. (…) Es que la autoridad no dialoga con nosotros. Siempre nos amenazan. Ya nos han dicho que de aquí nos van a hacer el retiro forzado, pero muy poca opción para conversar, siempre nos están señalando de subversivos y hasta con alias”, indica mientras todos los presentes aplauden.

El tercer tema es la inversión social. En este punto otro de los participantes toma la vocería: “Acá no hay vías, no hay cómo sacar los productos, pero uno ve que en las ciudades dañan o queman un CAI y en dos o tres días ya está arreglado, pero si es un colegio que necesita, no lo arreglan, ni siquiera hay inversión. El Gobierno no invierte en el pueblo, solo en la guerra. (…) Vemos la tanqueta que tiene un artefacto llamado Venum, que gasta 8 millones por cada disparo y ellos lanzan como 30 en cada manifestación. Para eso si hay plata pero para darle de comer al pueblo, no”, nos dice visiblemente molesto.

Y sentencia: “Hemos estado firmes con este Gobierno indolente que cree que con estas muertes nos va a callar y eso no va a pasar, por eso estamos en las calles, en las vías. Muchos jóvenes han muerto, pero eso no será en vano; nosotros seguiremos firmes porque ya nos cansamos de tanta corrupción, de tanto abandono y este Gobierno caerá tarde o temprano”.

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