¿Dos pandemias?

EPA/ALEX PLAVEVSKI

Mia Couto y José Eduardo Agualusa-

El día en que Europa prohibió los vuelos hacia y desde Maputo, Mozambique había registrado cinco nuevos casos de infección, cero hospitalizaciones y cero muertes por COVID 19. En los demás países del sur de África, la situación era similar. En cambio, la mayoría de los países europeos se enfrentaban a una dramática ola de nuevas infecciones.

Científicos sudafricanos lograron detectar y secuenciar una nueva variante del SARS Cov 2. En ese mismo momento, revelaron con transparencia su descubrimiento. En lugar de aplausos, el país fue castigado. Junto con Sudáfrica, los países vecinos fueron igualmente penalizados. En lugar de ofrecerse a colaborar con los africanos, los gobiernos europeos les dieron la espalda y se encerraron en sus propios asuntos.

No se cierran las fronteras, se cierran las personas. Se cierran economías, sociedades, vías de progreso. La penalización a la que ahora nos vemos sometidos agravará el terrible empobrecimiento al que se ven sometidos los ciudadanos de estos países debido al aislamiento impuesto por la pandemia.

Una vez más, la ciencia se ha convertido en rehén de la política. Una vez más, el miedo ha eclipsado la razón.  Una vez más, el egoísmo se impuso. La falta de solidaridad ya estaba presente (y se aceptaba como algo natural) en la escandalosa desigualdad en la distribución de las vacunas. Mientras que en Europa se habla de la cuarta y quinta dosis, la gran mayoría de los africanos no se han beneficiado de una sola dosis. Los países africanos, como Botsuana, que pagaron las vacunas, se sorprendieron al ver que se desviaban a las naciones más ricas.

El continente europeo que pretende ser la cuna de la ciencia ha olvidado los principios científicos más básicos. Sin pruebas del origen geográfico de esta variante ni de su verdadera gravedad, los gobiernos europeos impusieron restricciones inmediatas a la circulación de personas. Los gobiernos hicieron lo más fácil y menos eficaz: levantaron muros para crear una falsa ilusión de protección.

Era previsible que surgieran nuevas variantes dentro y fuera de los muros levantados por Europa. Pero no hay ni dentro ni fuera. Los virus mutan sin distinción geográfica. Pueden haber dos sentimientos de justicia. Pero no hay dos pandemias.

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