Adviento: Seguimos pensando al revés de como pensaba Jesús

COLOMBIA-

Rafael Castillo Torres-

La pequeña parábola de Mateo 21, 28-32, del evangelio de hoy, contiene una enseñanza tan oportuna como necesaria en estos tiempos de confusión e incertidumbres.

La parábola de los dos hijos

28 Jesús les preguntó:

—¿Qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: “Hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo.” 29 El hijo le contestó: “¡No quiero ir!” Pero después cambió de parecer, y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Éste contestó: “Sí, señor, yo iré.” Pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?

—El primero —contestaron ellos.

Y Jesús les dijo:

—Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. 32 Porque Juan el Bautista vino a enseñarles el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; en cambio, esos cobradores de impuestos y esas prostitutas sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron todo esto, no cambiaron de actitud para creerle.

En la parábola está muy claro que, para Jesús, lo que importa en la vida no es lo que uno piensa (aunque lo diga claramente), sino lo que cada uno hace.

Qué bueno poder comprender que aquello que creemos se hace decisivo en la vida cuando se refleja en un comportamiento ético.

Nosotros en Cartagena y la región caribe, y me atrevería a decir que, en Colombia entera, estamos cansados de esa gente que es tan “fiel a la ortodoxia en sus creencias” como corrupta en sus comportamientos. Para Dios, lo importante no son las palabras piadosas, sino las obras de justicia e integridad, y la transparencia en la convivencia. Jesús viene a decir que en el reino de Dios los primeros y más privilegiados no son los de mayor rango de la religión, sino los que se sienten más despreciables en la sociedad (recaudadores y prostitutas).

Las cosas han cambiado profundamente porque los criterios de la ética de Jesús no son nuestros criterios. Para Jesús, lo determinante no son la dignidad sagrada, o la pureza, sino la condición de quienes no pueden pretender tener la condición de notables o poderosos. Desafortunadamente seguimos pensando al revés de como pensaba Jesús.

Les deseo un buen día del Señor y que este adviento nos siga conduciendo hacia lo esencial.

El autor es sacerdote católico en Cartagena

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