La Beatificación de los cuatro mártires “pueden ayudarnos a recuperar la memoria y la esperanza”

Misa en la Plaza Divino Salvador del Mundo de El Salvador (Celam)

EL SALVADOR-

Este sábado 22 de enero, fueron beatificados en El Salvador, el sacerdote jesuita Rutilio Grande García, el sacerdote franciscano Cosme Spessotto, y los laicos Manuel Solórzano y Nelson Lemus. La celebración fue presidida por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de San Salvador, en representación del Papa Francisco.

El 12 de marzo de 1977, hacia las cinco de la tarde, el Padre Rutilio Grande junto con Manuel Solórzano (72 años) y el joven Nelson Rutilio Lemus (15), se dirigía en su vehículo hacia El Paisnal, población situada a unos 40 kilómetros de la capital, para celebrar el último día de la novena en honor a San José, patrono de la comunidad. El automóvil fue emboscado por un grupo de hombres armados quienes dispararon contra los pasajeros; el auto volcó y en su interior quedaron tres cuerpos sin vida. El reporte forense afirma que el padre Grande recibió doce balazos. En tanto el padre Cosme murió el 14 de junio de 1980, cuando fue tiroteado varias veces por desconocidos delante del altar mayor de su parroquia de Nonualco, mientras rezaba antes de celebrar la misa.

El autor del libro “Vida, pasión y muerte del jesuita Rutilio Grande” (2016), Rodolfo Cardenal S.J. recuerda la preocupación del padre Grande por el respeto a la vida y a los derechos de los campesinos en un contexto de creciente violencia y en el cual el gobierno de turno acusa a la Iglesia de “soliviantar a los campesinos y a la gente pobre; eso es falso, lo que realmente hicieron fue darle voz a la gente para que expresaran sus reclamos y para que lucharan por sus derechos”.

Hasta el final de la guerra civil en 1992, habían sido asesinados más de 20 sacerdotes, el arzobispo, Monseñor Óscar Romero, cuatro religiosas y cientos de catequistas y celebradores de la palabra, recuerda Manuel Cubías en Vatican News.

En la homilía de la consagración, el Cardenal Rosa Chávez indicó: “¿Quiénes estamos aquí? Somos una representación de todo el pueblo salvadoreño y hemos venido de todos los rincones de la geografía cuscatleca”.

“En nuestra asamblea hay humildes campesinos y campesinas que exultan de júbilo al ver que la Iglesia reconoce la santidad de quienes han dado la vida en su servicio. Hay también representantes de las comunidades que fueron pastoreadas por Fray Cosme y por el Padre Rutilio”, añadió.

El Cardenal Rosa Chávez afirmó que el más ilustre de los pastores es, por supuesto, “Monseñor Romero, pero no podemos dejar de mencionar a otro Obispo, Monseñor Roberto Joaquín Ramos, asesinado en junio de 1993”.

También señaló que “la presencia de dos laicos: Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, son como una ventana para asomarse a esa realidad de una multitud inmensa que nadie podía contar. Nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria y la esperanza para que no renunciemos al sueño de un país reconciliado y en paz, un país como lo quiere nuestro Dios: justo, fraterno y solidario”.

Rodolfo Cardenal afirma que la beatificación de los cuatro mártires sitúa a la Iglesia salvadoreña y latinoamericana en la senda de la Iglesia martirial. “Rutilio Grande está asociado a monseñor Romero. Monseñor Romero no se entiende sin Rutilio Grande. Él y otros sacerdotes trabajaron, prepararon el camino pastoral que después monseñor Romero recorrió y avanzó”, afirmó Cardenal.

Por otro lado, Rutilio Grande y los otros tres mártires son “un reclamo de verdad y de justicia en un país donde la mentira es estructural, donde hay impunidad y los crímenes de guerra no han sido investigados ni juzgados”, subrayó el historiador Rodolfo Cardenal.

El aporte más importante de estos mártires afirma Cardenal, es haber estado al lado de los pobres en un momento conflictivo y difícil. “Es lo que el Papa Francisco llama ahora la Iglesia en salida, el ir a las fronteras. Ellos fueron a las fronteras”. Este es el sueño del padre Grande, “él quería que la creación fuera compartida por toda la humanidad, que nadie declarara como propio algo que era común a todos (…) promovió la creación de comunidades donde todos tuvieran su espacio”.

Fuentes: Vatican News, CELAM

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