Natallia Vasilevich: “Las personas cristianas de Bielorrusia no temen ser mensajeras de la justicia y la paz”

Natallia Vasilevich, teóloga ortodoxa y abogada de derechos humanos, moderadora del grupo ecuménico Christian Vision (Visión cristiana) en Bielorrusia. Fotografía: Ivars Kupcis/CMI

SUIZA-

CMI Hay una razón por la que la teóloga ortodoxa y abogada de derechos humanos Natallia Vasilevich prefiere hablar del papel de las personas cristianas en lugar del de las iglesias en la sociedad bielorrusa. Prefiere hablar del papel de las personas cristianas porque, en el actual contexto bielorruso, las iglesias institucionales a menudo no defienden los derechos humanos, mientras que las personas que forman parte de la comunidad cristiana, de manera individual, aportan una voz profética que siembra semillas de esperanza.

“Muchas personas cristianas están más motivadas, y asumen la responsabilidad, así como las consecuencias para sus vidas, cuando se suman al movimiento democrático… el movimiento por unas elecciones justas, por los derechos humanos, por la justicia y la paz”, afirmó Natallia Vasilevich, que también es moderadora del grupo ecuménico Christian Vision, que reúne a teólogos y teólogas bielorrusos, miembros del clero y representantes activos del laicado de las iglesias ortodoxas, católicas romanas, grecocatólicas, anglicanas y evangélicas que promueven el respeto a la dignidad y los derechos humanos, el Estado de derecho, la justicia, la paz y el testimonio cristiano en la vida social y política.

“Dado el alto nivel de opresión del gobierno bielorruso, incluso las llamadas ‘pequeñas voces’ tienen un gran impacto”, afirmó. “La gente puede ir a la cárcel solo por decir unas palabras”, explicó, y añadió que los cristianos comprometidos con el movimiento de los derechos humanos en Bielorrusia “soportan una gran carga y están dispuestos a sacrificarse”.

Las manifestaciones de las voces de los defensores cristianos de los derechos humanos van desde una pequeña fotografía en Facebook hasta poner flores en una estación de ferrocarril, y desde una pegatina en un vehículo hasta una simple reunión para la oración.

“Por eso es probable que, como personas cristianas, no siempre sean visibles, pero creo que es muy importante darles esa posibilidad de expresarse, porque es necesario promover los pequeños gestos”, señaló.

Cita el ejemplo del sacerdote ortodoxo Mikhail Marugo, de Minsk, al que encarcelaron durante trece días por haber ido con flores a una estación de tren uno de los días en que comenzó la guerra. Destaca también la historia de los sacerdotes que fueron encarcelados por publicar fotografías de perfil en Facebook con la bandera ucraniana, como el sacerdote católico Aliaksandr Baran. Menciona, además, al sacerdote grecocatólico Vasil Yahorau, que llevaba una pegatina en su coche que decía “Perdónanos, Ucrania”, y también fue encarcelado por ello.

“En este espacio público reducido, es muy difícil para las iglesias dar testimonio”, añadió. “Un grupo de madres y mujeres ortodoxas fueron a orar juntas a la Madre de Dios ante su icono de Minsk en la catedral ortodoxa, y fueron filmadas mientras entraban en la catedral. Después del servicio religioso, cuatro de ellas fueron trasladadas a una comisaría policial e interrogadas sobre los motivos por los que habían estado orando a la Madre de Dios contra la guerra”.

Natallia Vasilevich insiste en el hecho de que, aunque el mensaje de las iglesias institucionales no logra ser fuerte en esta situación, el mensaje de las personas cristianas a título individual destaca especialmente. “Esto demuestra que las personas cristianas tienen esta motivación moral inspirada en el evangelio”, afirmó. “No tienen miedo, y tratan de ser mensajeras de la justicia y la paz en la sociedad bielorrusa”.

Natallia Vasilevich realizando su presentación en la conferencia “Perspectivas cristianas sobre la dignidad humana y los derechos humanos” en Wuppertal, (Alemania) el 9 de abril de 2022. Fotografía: Ivars Kupcis/CMI
Semillas de una voz profética

Natallia Vasilevich ve que, con demasiada frecuencia, en lugar de apoyar a sus sacerdotes o a sus feligreses cuando se manifiestan, los líderes religiosos tratan de reprimirlos. Describe las alianzas entre ciertos líderes religiosos con el gobierno opresor, muy a menudo basadas en la manipulación de la religión que intenta silenciar la voz profética.

¿Quién necesita la solidaridad del mundo? Aquellas personas cristianas que, “en el ámbito comunitario, encuentran la motivación, encuentran su voz y podrían tratar de ser portavoces de las iglesias y transmitir la voz del evangelio en la sociedad”.

Natallia Vasilevich cree que estas son las personas cristianas que pueden lograr un cambio, no solo para la sociedad sino también “para que las iglesias renueven su compromiso, su misión y su responsabilidad por la justicia y la paz en este contexto de crisis política, pero también en todo el mundo”.

“Ahí reside la esperanza”, afirmó. “Son pequeños signos de esperanza, pero la esperanza es una semilla que crece, y está empezando a crecer y dar frutos”.

Ayudar al prójimo

Natallia Vasilevich cree que debemos apreciar las semillas de la paz y la justicia, no solo los frutos. “Espero que esto nos ayude también a nosotros de manera muy específica en esta crisis ucraniana, ya que compartimos la responsabilidad de la invasión”, afirmó. “La sociedad bielorrusa comparte la responsabilidad de la invasión porque gran parte de la actividad militar se ha producido desde nuestro territorio”.

Instó a mostrar solidaridad con los hermanos y hermanas ucranianos que sufren, “y a ayudarlos, a compensar este daño que ha hecho el gobierno de Bielorrusia, que no reconocemos como gobierno legítimo pero que sigue controlando el país”.

Precisó que muchas personas cristianas de Bielorrusia no se centran ahora en sus propios problemas, sino en hacer todo lo posible por Ucrania: “Este cambio de enfoque hacia algo externo, que no tiene en cuenta nuestros propios intereses, sino los de nuestro prójimo, es también muy importante para nosotros, y da un nuevo impulso al movimiento democrático y al movimiento por la justicia y la paz”.

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