Comunicación para la justicia social en la era digital

ARGENTINA-

En el mes de febrero, el órgano rector del CMI recibió el informe titulado “Un nuevo documento de comunicación para el siglo XXI – Una visión de la justicia digital”, de cara a la próxima Asamblea.  El documento recoge los resultados de un simposio co organizado por el CMI y la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana, una organización internacional vinculada al mundo ecuménico que promueve la comunicación como un derecho humano básico, esencial para la dignidad de las personas y la comunidad. 

Resumimos a continuación las principales ideas del documento.

Una visión de la justicia digital

El Señor ama la justicia y el derecho; la tierra está llena de su misericordia. (Salmo 33:5)

Las tecnologías digitales están transformando nuestro mundo y los numerosos espacios en los que vivimos y nos movemos. Dichas tecnologías nos ofrecen nuevas formas de comunicar, de informarnos y de navegar por el mundo para abogar por la dignidad y los derechos humanos, y para hacer oír múltiples voces.

Ahora bien, aunque las tecnologías digitales pueden ser herramientas poderosas para vivir en relación con los demás, también plantean desafíos. Las plataformas de comunicación digital, con todas sus posibilidades, se usan para propagar desinformación y odio, explotar a personas y comunidades, aumentar la vigilancia y contribuir a ampliar las brechas de acceso, riqueza y poder.

Realidades globales y de la sociedad digital

La pandemia de la COVID-19 aceleró la transformación digital a medida que organizaciones y personas iban avanzando en línea para mantener sus medios de vida, educación, culto y conexiones cuando la interacción física era forzosamente limitada. 

Nuestra creciente dependencia digital ha puesto de relieve distintos desafíos. Comunidades religiosas, políticas y culturales, así como actores de la sociedad civil, todos están luchando para responder de forma efectiva a esas cuestiones de justicia social que abarcan las que se indican a continuación. 

8 cuestiones de justicia digital a resolver

  1. Las brechas digitales que existen entre quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías y quienes no. 
  2. La accesibilidad. Por un lado el acceso a infraestructuras básicas, como conexiones eléctricas y de Internet estables, dispositivos tecnológicos, y por otro, el acceso a las diversas herramientas digitales, datos, programación y contenidos del contexto cultural local.
  3. La digitalización crea la posibilidad de ampliar el espacio público, que es donde a gente, los medios de comunicación, pueden expresar sus ideas y sentimientos, y participar democráticamente. Pero la restricción de la libertad digital, la propagación de la desinformación y el discurso del odio también pueden hacer que se reduzca.
  4. El control, el uso y el análisis de los datos recopilados gracias a la digitalización están muy concentrados en unas pocas empresas y regiones geográficas. Los gobiernos también pueden estar muy implicados en el control y la manipulación de datos.
  5. La educación digital suele ser muy desigual según la edad, la formación académica, el idioma, el género, la ubicación geográfica de las personas.
  6. Las persistentes desigualdades de poder entre hombres y mujeres restringen la participación activa de mujeres y poblaciones LGBTIQ+ y la identidad de género puede ser un motivo de la discriminación y otros abusos en línea. Por ejemplo, el aumento de la digitalización ha conducido a una mayor exposición de niñas y mujeres al acoso sexualizado, la vigilancia, el troleo y la difusión del odio en línea, los que también pueden llevar a la violencia física. En particular, el impacto de la violencia en línea está silenciando a las mujeres, obligándolas a desvincularse del espacio digital.
  7. Los desafíos universales del uso de datos y la pérdida de privacidad se ven agravados por el control arbitrario de los gobiernos, por leyes y directrices digitales nacionales, ambiguas y llenas de lagunas, intereses empresariales, la censura y la vigilancia estatales.
  8. Hay una inversión militar en las tecnologías digitales, y las tecnologías están a su vez militarizadas, aumentando así el riesgo en situaciones de guerra y conflicto armado. En este punto preocupa también la regulación del uso de la inteligencia artificial.

El llamado a favor de la justicia digital

Estamos llamados a recorrer un camino de justicia y paz, así como a velar por la integridad de la creación. La tecnología digital en sí es producto de la creatividad humana y debería ser celebrada cuando se usa para mejorar la dignidad humana.

Estamos llamados a participar en la misión de Dios para que todos tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10:10), también en el espacio digital. La opción preferencial de la Biblia por los pobres y vulnerables (Mateo 5), dirige nuestra atención hacia la pobreza informativa y las brechas digitales en el panorama mundial de la digitalización.

El tema de la justicia digital guarda relación con toda la gama de cuestiones que preocupan a la comunidad ecuménica. La creciente militarización de la tecnología digital y la inteligencia artificial, su uso en la vigilancia y la censura, así como las tácticas deliberadas de difundir desinformación desestabilizadora repercuten en nuestro testimonio público.

El poder y la riqueza que se concentran en unas pocas organizaciones tecnológicas y el impacto ecológico de la minería a causa de los recursos necesarios para responder a la creciente demanda de dispositivos digitales tienen claras implicaciones para la sostenibilidad y la economía de la vida.

La brecha de género en el acceso digital, los algoritmos sesgados, el abuso y la violencia en línea contra las mujeres afectan nuestros esfuerzos en pro de una comunidad justa de mujeres y hombres. Además, la rapidez de la evolución y el uso de la inteligencia artificial repercuten en áreas de la salud, de la raza y en lo que significa ser humanos.

Al abordar los desafíos, tenemos la posibilidad de identificar y modelar la justicia digital en la educación, la misión y la evangelización, así como en la labor en materia de derechos humanos, junto con otras organizaciones internacionales y asociados interreligiosos en la senda de la justicia y de la paz.

El examen de la discusión ecuménica en las siete últimas décadas pone de relieve varios elementos comunes:

  • el derecho de acceso a la información y, por consiguiente, la oposición a políticas que interfieren en los derechos humanos o lo socavan;
  • la necesidad de apoyar la verdad y expresar una enérgica oposición cuando lo que se comunica distorsiona la verdad, refuerza estereotipos negativos o apoya la conducta violenta;
  • la necesidad de pluralismo y de dar voz a las distintas opiniones, así como de trabajar en contra de la concentración de los medios de comunicación;
  • la necesidad de proteger las libertades de comunicación en el contexto de las estructuras económicas y políticas mundiales de justicia e injusticia;
  • la necesidad de apoyar y defender el derecho de comunicar que tienen las comunidades marginadas y aquellos cuyas voces son reprimidas;
  • la necesidad de apoyar medios alternativos de comunicación, tales como el teatro, las liturgias especiales, los periódicos y las radios indígenas locales, y
  • la necesidad de que la comunidad ecuménica ofrezca una visión alternativa de la comunicación, basada en la solidaridad y el compartir, la responsabilidad mutua y el empoderamiento.

Bienaventurados los que guardan el derecho, los que en todo tiempo hacen justicia. (Salmo 106:3)

Descargar “Un nuevo documento de comunicación para el siglo XXI” aquí.

Fuente: Hora de Obrar

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