Encuentro Interreligioso por Fiestas Patrias: rito simbólico de unidad para orar por la nación

Encuentro Interreligioso por las Fiestas Patrias en Perú 2022 (J. Fonseca)

PERÚ-

Juan Fonseca-

Empieza a hacerse costumbre que en el marco de las Fiestas Patrias las distintas expresiones de la fe en el Perú se encuentren en un rito simbólico de unidad para orar por la nación. Una unidad que no desconoce las diferencias, pero que reconoce que en medio de la diversidad de las espiritualidades existe un núcleo básico que las une y que se ofrece como don a la comunidad nacional. Una unidad que es además una tarea constante, hasta fatigante, y siempre perfectible. Más aún en un contexto complejo como el que vivimos en el Perú, signado por la desconfianza, la intolerancia y los extremismos, y donde hasta el sentido de acuerdo o consenso se tergiversa desde la política para convertirlo en sinónimo de complicidad o repartija. En ese escenario, siempre me emociona cuando desde las religiones, con frecuencia asociadas con el sectarismo o la intolerancia, se trabaja por la unidad y la paz desde la riqueza de la diversidad.  


El año pasado, se celebró por primera vez la Oración Interreligiosa por Fiestas Patrias. Por primera vez también estuvo presente el presidente de la república, que ese entonces era Francisco Sagasti. En esta ocasión también estuvo presente el presidente en ejercicio, Pedro Castillo, junto a su esposa e hijo mayor, así como algunos ministros de Estado. Estuvieron también representadas la mayoría de religiones organizadas en el país: desde la Iglesia católica y varias iglesias evangélicas hasta las comunidades judía, bahai y budista. Me llamó la atención la ausencia del representante islámico, que sí estuvo presente el año pasado. Tampoco hubo representación de la Unión De Iglesias Cristianas Evangélicas Del Perú– UNICEP, la otra federación evangélica además del Concilio Nacional Evangélico del Perú– CONEP, tal como ocurrió el año pasado. La tradicional desconfianza del conservadurismo evangélico a las experiencias de ecumenismo o cooperación interreligiosa se suele notar en estos espacios. Sigo pensando en que otras espiritualidades, menos institucionalizadas tal vez, pero con una rica tradición en el país, como las originarias, podrían también estar presentes en este espacio. Al menos lo estuvieron a través de la música, con ese bello canto en quechua con el que se cerró la ceremonia, que por segunda vez tuvo como anfitriona a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente conocida como iglesia Mormona), con la calidez y buena organización que caracteriza a su gente. 


Ojalá que los miembros del Gobierno hayan abierto sus mentes y corazones a las palabras expresadas por los líderes religiosos a favor de la justicia, la equidad, la solidaridad, el respeto al medioambiente y contra la corrupción, la intolerancia, la violencia contra las mujeres y el abuso del poder.

En su oración, monseñor Pineiro recordó a Sánchez Carrión, pidiendo a las autoridades a respetar a las instituciones y pensar en el bien común. A ver si lo hacen. Difícil de pensarlo posible. Pero de eso se trata la fe. De creer en la posibilidad del milagro, de que la gente pueda cambiar hacia lo bueno, de que una sociedad mejor es posible, de que no hay que dejar de soñar en un mundo más humano. En el rostro amable de las religiones es posible encontrar esas esperanzas.

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