PERÚ-
Germán Vargas Frias–
Quizás ha tenido ocasión de verla. Es una escena muy desagradable y la repulsa que ha provocado se justifica. El Dalái Lama, líder espiritual del Tíbet y Premio Nobel de la Paz, está en un evento de graduación de estudiantes universitarios y, según se informa a través de un comunicado, un niño le pregunta si puede darle un abrazo. El líder budista lo invita a acercarse, lo abraza, lo toma del mentón para aproximarlo más y besarle en la boca, y luego le pregunta riendo “¿Puedes chuparme la lengua?”. El niño se acerca, inclina su cabeza, el monje lo abraza durante unos segundos y finalmente le dice gracias. Tan chocante e insólito es el gesto del líder, como la risa de los presentes.
“Su santidad suele bromear con la gente que conoce de forma inocente y juguetona, incluso en público y ante las cámaras”, se ha afirmado desde el entorno del Dalai Lama. Han dicho, también, en la cuenta oficial de la Administración Central Tibetana en Twitter: “Su Santidad aconsejó a un joven indio para que sea un buen ser humano, que siempre trabaje para cultivar la paz y la felicidad en el mundo”. Más inaudito aún. Me resulta inverosímil pero leo, tal vez con el propósito de excusarle, que, en la cultura tibetana, sacar la lengua es una forma común de mostrar respeto, devoción, amistad, sinceridad de los sentimientos y pensamientos hacia los demás, e incluso humildad ante los maestros y las enseñanzas del budismo. No he tenido tiempo de averiguar, pero tengo serias dudas al respecto. Lo que sí parece es que estamos ante un acto de abuso sexual, que reviste mayor gravedad cuando se trata de niños, niñas y adolescentes.
Hay razones, además, para decir que se trata de un caso de abuso religioso. El agresor es una autoridad religiosa, ostenta una posición de dominio, y está rodeado de personas enfocadas en cuidar su imagen y rendirle pleitesía, sin importar lo que diga o haga.
“Cuando te des cuenta de que has cometido un error, toma pasos de inmediato para corregirlo”, es una frase que se le atribuye al Dalai Lama, y quizás por eso ante la difusión del vídeo ha reaccionado pidiendo “disculpas al niño y a su familia, así como a sus muchos amigos de todo el mundo, por el daño que sus palabras han causado”.
Sin embargo, este hecho que ocurrió hace algunas semanas, el 28 de febrero para ser exacto, ha provocado que se recuerde que en los años 90 el Dalai Lama conoció información sobre casos de abuso sexual infantil cometidos en templos budistas, pero optó por callar hasta varios años después, el 2018, cuando se difundieron testimonios de personas que denunciaron haber sufrido violencia sexual. Él mismo lo admitió, y está claro que la razón de su silencio e inacción fue la misma que refieren líderes de otras confesiones religiosas que creen que el “buen testimonio” de sus iglesias y congregaciones puede sostenerse sobre el crimen y la impunidad.
No fue esa la única vez que el Dalai Lama contradijo sus consejos para lograr la felicidad y plenitud. Otras ofensas a perpetrado al referirse a las mujeres y a las personas refugiadas; y el admirado líder religioso que luchó por la libertad de su pueblo, “oponiéndose sistemáticamente a la violencia”, por lo cual en 1989 se le concedió el Nobel de la Paz, no ha tenido mayores reparos ante otros tipos de violencia.
Que el caso sirva para activar las alertas, para sensibilizar y promover acciones concretas que prevengan el abuso sexual infantil, y para decir, una vez más, que el crimen y la agresión nunca es ni debe considerarse broma.
El autor es abogado. Parte de la Asociación Paz y Esperanza de Perú, organización miembro del Consorcio de ALC Noticias.