No siempre vemos el Rostro de Cristo

CHILE-

Andres Contreras Opazo-

Esta columna nace producto de un sueño que tuve muchos años atrás cuando era adolescente. En ese sueño veía a Jesús el Cristo crucificado como si estuviera sentado. Había mucho viento y lluvia como un temporal, pero solo vi su espalda, y no le pude ver el rostro. Por consiguiente, quisiera en esta breve columna teologizar ese rostro que no siempre vemos de Jesús el Cristo, que es el Hijo de Dios.

Partir diciendo que hay que agradecer mucho a la teología latinoamericana que nos ha mostrado la importancia de algunas causas justas de defensa de los derechos y dignidad de personas del continente, las cuales merecen ser escuchadas no solo al interior de una Iglesia, sino también en ámbitos jurídicos y sociales. Causas importantes en nuestro continente como la defensa del medio ambiente, temáticas indígenas, migrantes, comunidad LGBTIQ, mujeres, niños abandonados, profesionales sin trabajo, campesinos, pescadores, vendedores ambulantes, etc. Me parece que todas estas luchas, tienen dos conceptos que son parte de la teología de los evangelios, que son la justicia y la libertad. Ambos conceptos fueron la raíz y esencia de lucha y defensa de Jesús de Nazaret ante el Imperio Romano, por eso también el Imperio lo tortura y termina matándolo en la cruz. Jesús en el fondo, muere por causas políticas.

Así entonces, no se puede hacer teología en el siglo XXI sino volvemos a la teología de los evangelios de Jesús de Nazaret, y entender que ese humilde campesino y carpintero de Galilea, será muy actual en todos los siglos de historia siempre y cuando sepamos como contextualizar su mensaje, el cual no es solo para las Iglesias, sino para el mundo y la sociedad, independiente de la ideología de la gente o de su color político. Pero en esto hay un gran problema, que no todas y todos los cristianos de este siglo vemos esas luchas como defensa también del Evangelio, ya que aún no se ha entendido que Jesús el Cristo, también hizo política pero al estilo del Reino de Dios, no al estilo del Senado Romano. Incluso actualmente, se podría entrar en diálogo y debate con lo que es el Derecho Romano y tensionarlo dialécticamente con la ética social y moral de Jesús de Nazaret del Siglo I. Pero esa conversación daría para muchos cafés.

Por eso es que este mirar el rostro de Jesús el Cristo es muy difícil en nuestras teologías, porque quizás no estamos preparados para enfrentar desde nuestro cerebro y corazón, lo que realmente significa tomar la cruz de Cristo, como lo dice un himno de corriente evangélica. Ya que el seguir a Jesús en el camino y ser su discípulo tiene ribetes serios también en temas políticos, incluso sociales y económicos. No es tan fácil ser cristianos en el siglo XXI, ya que tenemos muchas voces ajenas que se visten de celestiales, pero en el fondo como dijo Jesús de Nazaret, pueden ser lobos vestidos de ovejas.

En el sueño que tuve no pude ver el rostro de Cristo, pero según la teología de Pablo de Tarso, todas, todos y todes los cristianos estamos también clavados en la cruz, porque como cristianos llevamos las marcas del maestro de Galileo en nuestro cuerpo también, ya que venimos de las vulnerabilidades propias de los sufrimientos sociales, laborales, familiares, eclesiásticos, emocionales y de continente en general en temas político-económicos. Por consiguiente, si tú lees esta columna quizás también estás clavado en la cruz espiritualmente como Cristo, al igual que yo como columnista. Porque venimos del dolor y del sufrimiento de todo tipo. Esto hace que la teología de Pablo de Tarso sea también tan actual, pertinente y vinculante a los desastres humanos generados por las fuerzas malignas en todos los siglos de historia de este planeta tierra.

Así entonces, el ver solo la espalda de Jesús el Cristo, nos podría decir hermenéuticamente también que los cristianos y todos aquellos que defendemos los derechos humanos para ayudar y tener misericordia de la gente, estamos en el planeta tierra solo de paso y por un breve momento, ya que la espalda también nos refleja que Cristo nos pudiera dar su propia espalda si es que no nos comprometemos con las causas religioso-políticas del Reino de los Cielos. Por consiguiente, la espalda de Cristo puede llevar a muchas interpretaciones, pero también, puede ser que la divinidad y misterio de Jesús el Cristo como Hijo de Dios es tan sublime, que no somos dignos como seres humanos de ni siquiera mirarlo cara a cara mientras estemos en este planeta. Entonces esa espalda pasa a ser el reflejo, simbolización y significación de todo el dolor y grito humano de dolores de parto de todos los siglos de historia.

Finalmente, siempre será bueno y necesario estar revisando nuestras teologías y nuestra praxis cristiana, para buscar la esencia del Zoe (vida) que Jesús el Cristo promulgaba como Hijo de Dios. Entonces si constantemente estamos reformando y contextualizando el Evangelio de Jesús, quizás nos llevemos algunas sorpresas en cuanto a las tensiones que se generan en temas de religiones y espiritualidades, pero sobre todo también en temas políticos, económicos y sociales a nivel mundial. 

El autor es Magister en Educación Superior mención Pedagogía Universitaria, Postitulo en Innovación y Creatividad Educativa, Bachiller en Teología, Diplomado en Teología Latinoamericana, Diplomado en Teología, Diplomado en Políticas Publicas y Territorio, Diplomado en Pedagogía Universitaria, Diplomado Formación Pedagógica en Educación Superior, Licenciado en Educación, Profesor de Música. Pedagogo, Teólogo y Escritor.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *