Sobrevivir en medio de la violencia de pandillas en Haití: resiliencia y recuperación

HAITÍ-

Prospery Raymond –

La situación en Haití sigue siendo extremadamente precaria, con la violencia de las pandillas devastando comunidades y alterando vidas. Para muchos haitianos y haitianas, simplemente existir y realizar actividades diarias significa enfrentar amenazas constantes y experiencias traumáticas. Con el resurgimiento de la violencia relacionada con las actividades de los grupos armados en Puerto Príncipe desde el 29 de febrero, miles de personas han resultado muertas, heridas u obligadas a huir en busca de seguridad y protección, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH). Hasta ahora, más de 360.000 personas abandonaron sus comunidades y cientos de miles se encuentran en algunos campamentos alrededor de Puerto Príncipe (escuelas, iglesias, oficinas estatales…).

La violencia desenfrenada continúa en varios distritos de Puerto Príncipe, donde ataques coordinados están afectando a cientos de miles de personas. El 10 de mayo, un ataque en el municipio de Gressier (Departamento Oeste) provocó el desplazamiento de unas 4.400 personas.

El número de supervivientes de violencia de género (VG) se quintuplicó entre los dos primeros meses del año y marzo de 2024, pasando de 250 a 1.543.  La violencia sexual representa el 75 por ciento de los incidentes denunciados, según OCHA, el 16 de  mayo de 2024.

Los relatos aquí compartidos brindan una mirada aleccionadora a las realidades sobre el terreno, pero también ejemplos inspiradores de resiliencia y el trabajo vital que se realiza para apoyar a las y los sobrevivientes.

La psicóloga Kate Ulysse pinta un panorama preocupante de la violencia que se desarrolla en zonas como Croix des Bouquets y Cité Soleil, cerca de Puerto Príncipe. “Las diferentes formas de violencia que enfrenta la gente incluyen robos, asesinatos, violaciones, intimidación y amenazas”, explica. Las bandas armadas ejercen control sobre los barrios, instalando puestos de control y sometiendo a los residentes a registros y abusos.  “En ese momento todo es posible”.

El impacto en la salud mental es severo. Ulysse describe a los sobrevivientes que luchan contra el estrés postraumático, la ansiedad, la depresión, la ira y las ideas suicidas como consecuencia de los ataques. “El equilibrio psicológico de estas mujeres es delicado”, lamenta. Muchos desarrollan condiciones patológicas como ataques de pánico, reviven el trauma y “siempre se sienten en un estado de peligro inminente”. El estigma y la dislocación agravan el daño, dejando en algunos la sensación de que deben abandonar sus comunidades por completo.

A pesar de los enormes desafíos, organizaciones locales como  los miembros de ACT,  Service Chrétien d’Haiti (SCH), y las organizaciones asociadas ORRAH, que trabajan con los miembros de ACT,  Diakonie Katastrophenhilfe DKH),  la Federación Luterana Mundial (LWF) y Norwegian Church Aid ( NCA),  están realizando un trabajo vital para proteger a las y los sobrevivientes. y ayudarles a recuperar sus vidas. Los trabajadores de apoyo psicosocial, como Liliane Joseph, de 31 años, brindan un salvavidas y realizan actividades de extensión puerta a puerta en las zonas más afectadas.  “Después, tuvimos que abrir una oficina para recibir a las supervivientes con total confidencialidad, para que se sintieran seguras de expresarse”, explica Joseph. “Las supervivientes necesitan apoyo para no seguir siendo victimizadas”.

El empoderamiento es clave,  ya que ayuda a cada mujer a “saber que es una persona y que tiene derechos y necesita apoyo para guiarla hacia los servicios necesarios”.  Este enfoque holístico abarca la atención psicológica pero también el empoderamiento económico, como las subvenciones financieras que proporcionó el SCH. Como expresó Polone Cadet, una madre de tres hijos de 49 años: “El apoyo de SCH fue muy importante y llegó en el momento adecuado… de lo contrario, podríamos morir”.

La gratitud en las propias palabras de las supervivientes es palpable. Cadet expresó: “Estaba contenta con la conversación y al ver que la gente está interesada en su historia y lo que está experimentando en su comunidad”. Para Helena Prophete*, una joven que quedó embarazada después de una brutal violación en grupo a los 14 años (ahora tiene 19 y está en el bachillerato y sueña con ser médica en el futuro para apoyar a tantas niñas y mujeres como sea posible), SCH proporcionó una salida vital: “Al hablar más y más de ello, me siento mejor. Con SCH tuve la oportunidad de encontrar un espacio para hablar, discutir y personas que me entienden”.

Si bien compartir relatos tan traumáticos es sin duda difícil, dar voz a las sobrevivientes es crucial para generar conciencia, empatía y acción para abordar estas crisis. Ulysse subraya que apoyar las necesidades psicosociales y económicas de las mujeres y los niños/as sobrevivientes “es un programa costoso pero esencial”.  Las ONG y la ayuda deben priorizar a las organizaciones locales de Haití a la vanguardia de este trabajo. 

Como enfatiza Ulysse, “la violencia daña a miles de personas y pone en peligro las vidas de miles de mujeres y niños/as, y es imperativo apoyar a las sobrevivientes después de este trauma para que puedan reconstruirse y ocupar su lugar en la sociedad”. La resiliencia del espíritu humano brilla en estas historias de perseverancia contra la adversidad. Si bien el camino por recorrer sigue siendo largo, sobrevivientes como Cadet suplican: “Que Dios cambie la situación en Haití y que los líderes encuentren una manera de llegar a un acuerdo y brindar seguridad en el país”.

Los/las expertos y defensores que trabajan en comunidades de Haití han identificado varios pasos críticos para abordar eficazmente el problema de la violencia contra las mujeres y los niños:

  • Mayor financiación:  asignar recursos adecuados para apoyar a las organizaciones que brindan servicios esenciales a los sobrevivientes, incluida atención médica, asesoramiento psicológico, asistencia jurídica y apoyo económico.
  • Coordinación mejorada:  Fomentar la colaboración entre varias organizaciones involucradas en abordar la violencia contra mujeres y niños para garantizar un acceso fluido a los servicios y evitar la duplicación de esfuerzos.
  • Estrategias de prevención:  Implementar programas integrales de prevención que promuevan la igualdad de género, el respeto por las mujeres y las niñas y desafíen las normas sociales dañinas que perpetúan la violencia.
  • Apoyo a los sobrevivientes:  Brindar servicios de apoyo personalizados a los sobrevivientes, considerando sus necesidades y circunstancias individuales, incluida atención médica, asesoramiento psicológico, asistencia legal y oportunidades de empoderamiento económico.
  • Participación comunitaria:  Involucrar a los miembros de la comunidad, incluidos hombres y niños, en campañas de concientización e iniciativas de prevención para fomentar una cultura de respeto y no violencia.
  • Fortalecimiento del sistema de justicia:  Garantizar la rendición de cuentas de los perpetradores de violencia contra mujeres y niños fortaleciendo el sistema de justicia y garantizando un procesamiento justo y oportuno.

La situación en Haití es terrible, pero hay un rayo de esperanza. Con esfuerzos concertados de gobiernos, organizaciones internacionales, comunidades locales e individuos, podemos trabajar colectivamente para poner fin al ciclo de violencia que azota a Haití, particularmente contra mujeres y niños/as.

Federación Luterana Mundial y Ayuda de la Iglesia Noruega: Dos miembros de la Alianza ACT en Haití lo instan a unirse a nosotros en esta lucha creando conciencia, apoyando a las organizaciones que trabajan sobre el terreno y abogando por políticas que promuevan la igualdad de género, protejan los derechos humanos y construyan una sociedad más justa y pacífica en Haití.

Juntos podemos hacer la diferencia.

El autor es director nacional de DKH/LWF/NCA en Haití en julio de 2020. Dirige un consorcio de tres organizaciones europeas Diakonie Katastrophenhilfe, la Federación Luterana Mundial y Norwegian Church Aid, especializadas en WASH, emprendimiento de mujeres, RRD/trabajo humanitario, protección y construcción de paz y justicia climática.

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