Ginebra, Suiza, Marcelo Schneider (CMI)
El Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, nos concedió generosamente una entrevista sobre “la peregrinación de justicia y paz” la semana pasada, en São Paulo, Brasil. Su visita a Brasil era parte de un viaje personal que lo ha llevado a 31 provincias anglicanas en todo el mundo desde su entronización como arzobispo en marzo de 2013.
El arzobispo de Canterbury es primado de la Iglesia de Inglaterra, una de las iglesias fundadoras del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).
Encontramos el concepto de «peregrinación de justicia y paz” en el llamamiento a los cristianos y a otras personas de buena voluntad que Welby hizo en la 10ª Asamblea del CMI, un evento celebrado en la República de Corea en noviembre de 2013.
Por Marcelo Schneider (*)
La “peregrinación de justicia y paz” según el arzobispo Welby
Esta peregrinación trae consigo aliento y desafíos.
Cuanto más viajo, más veo que el mundo es menos capaz de hacer frente a la diversidad. En lugar de recibir al “otro”, al que es diferente, con los brazos abiertos, parece que lo hacemos agarrándolo por el cuello. En los últimos años ha habido conflictos a diferentes niveles, en particular conflictos violentos. En lugares como la República Democrática del Congo o Sudán del Sur me han contado historias espeluznantes sobre matanzas, violaciones y torturas a mujeres y niños.
Otro aspecto del conflicto son los enfrentamientos por razones medioambientales. Cuando estuve en las Islas Salomón pude apreciar la complejidad del problema. Este país acaba de vivir una guerra y está inmerso en un difícil proceso de reconciliación. Pero el problema más apabullante que tienen allí es el aumento del nivel del mar. Permitir que haya países que queden sumergidos bajo el agua es tan injusto como bombardearlos.
La injusticia y la falta de paz van de la mano; por tanto, la justicia es inherente a la paz.
En esta peregrinación hay aliento en la vida de la iglesia. Sí, hay divisiones, pero vemos que el Espíritu de Dios está haciendo que la gente adquiera un firme compromiso para con la justicia y la paz. Permítame darle algunos ejemplos. Los líderes de la iglesia de Sudán del Sur, en lugar de tomar partido en la guerra, están haciendo un llamamiento a la reconciliación y asumiendo así un alto riesgo personal. En la República Democrática del Congo la Iniciativa Africana de los Grandes Lagos, dirigida por líderes de la iglesia, concretamente de las tradiciones católica, anglicana, protestante y pentecostal, está generando las primeras señales de esperanza en medio del conflicto, no solo en el Congo, sino también en Ruanda, Burundi y Uganda.
Gracias a la iniciativa de cristianos de la industria minera, pronto me reuniré con directivos de este sector para hablar del significado de “funcionar bien” en la industria de la extracción.
La obra del Espíritu de Dios
El Espíritu de Dios está obrando para salvar las diferencias entre denominaciones con el fin de hacer frente al problema de la trata de personas y la esclavitud. El diálogo que he mantenido con el Papa Francisco concretamente sobre estos asuntos ha sido positivo. Es un hombre con sentido del humor cuya vida espiritual es de una profundidad estimulante y maravillosa. Hablamos de una iniciativa entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana sobre la trata de personas y la esclavitud humana. El proyecto cuenta con el apoyo de una fuente australiana que está absolutamente decidida a poner fin a la trata de personas y a la esclavitud.
Esta es la primera vez desde la Reforma que tenemos un proyecto mundial conjunto importante para enfrentarnos a la trata de personas y a la esclavitud, junto con las ONG, las organizaciones benéficas y las iglesias que llevan años trabajando en estos asuntos. Se trata de un inmenso desafío.
La Comunión Anglicana cuenta con una red mundial para llevar a cabo una campaña contra la violencia doméstica y la violencia de género, en particular en situaciones de conflicto. Este verano se celebró en Inglaterra una conferencia contra la violencia de género, organizada por el gobierno británico, y tuve la ocasión de abordar este tema con el cardenal Nichols, el cardenal arzobispo de Inglaterra.
Estoy convencido de que toda iglesia mundial que busque de nuevo la presencia de Jesucristo, se encontrará con que el Espíritu la guía en una peregrinación de justicia y paz que la llevará a cambiar el mundo.
El fundamentalismo y las relaciones entre el cristianismo y el islamismo
El fundamentalismo es más una cuestión sociológica que meramente religiosa, puede darse en cualquier religión. El fundamentalismo, en el sentido actual del término, es generalmente la respuesta de un grupo de personas que tienen dificultades para hacer frente a los cambios en la sociedad que las rodea, por lo que tratan de crear un lugar donde nada cambia que les hace sentirse seguras. En cuanto a la exclusión social, los fundamentalistas terminan rápidamente enfrentados con la sociedad. Así que el fundamentalismo es un rasgo general que encontramos a lo largo de la historia.
Tras mi reunión con los líderes cristianos de Oriente Medio en Inglaterra, puedo calificar el trauma que sufren las personas en Irak y Siria como lo peor que le ha pasado a la comunidad cristiana en la región desde la invasión de Genghis Khan en 1259.
Y, ante eso, ¿qué deberíamos hacer?
Hemos visto que varios jóvenes musulmanes de Europa, Estados Unidos y Reino Unido encuentran un sentido a sus vidas formando parte de la Yihad. La gran mayoría de los musulmanes rechaza esta interpretación de la Yihad que implica la violencia. Solo es posible hacer frente a este problema evitando las simplificaciones, teniendo en cuenta todos los aspectos, y reuniendo a todas las tradiciones religiosas que valoran un enfoque no violento de la resolución de conflictos.
La cuestión que se planteó al Papa Francisco fue cuál debería ser nuestra respuesta inmediata a este problema. Y él respondió que no alentaba los bombardeos –ni lo hago yo– pero que sin duda era preciso considerar todas las formas posibles de crear un refugio para los cristianos de esa región. Esto podría implicar la participación de soldados y operaciones de inteligencia, por lo que corresponde a los gobiernos decidir cómo hacerlo. Aunque una de las cosas que me cambió las ideas fue la reivindicación expresada en una reunión que mantuve con líderes de Oriente Medio: “no queremos asilo, queremos estar en la zona en la que hemos vivido durante dos mil años”.
Por último, las relaciones con el Islam son complicadas porque existe esa particular y pequeñísima minoría que es increíblemente peligrosa. No obstante el 3 de septiembre hubo una reunión frente a la Abadía de Westminster con líderes musulmanes, judíos y cristianos para hacer una vigilia por la paz en Irak y Siria.
Sería peligroso simplificar un problema que es tremendamente complejo, pero también el pensar que podemos resolverlo rápidamente. Llevará años establecer las relaciones, lidiar con los problemas sociales y económicos, pero, sobre todo, permitir a los jóvenes hacer frente a los problemas del materialismo en la sociedad para que cumplan un propósito espiritual en el que puedan servir a Dios fielmente dentro de la gran la tradición de una Yihad interna por la paz y la justicia en nuestras vidas.
(*)El doctor Marcelo Schneider trabaja como corresponsal de comunicación del CMI para América Latina y reside en Brasil.