La razón de nuestra vida y de nuestra esperanza está en aquella mañana gloriosa de Resurrección

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PUERTO RICO

Un Mensaje Pascual publicado en medios de San Juan de Puerto Rico, escrito por el pastor Jorge Daniel Zijlstra Arduin, Moderador del Presbiterio de San Juan de la Iglesia Presbiteriana en Estados Unidos de América, resume en pocos párrafos la celebración de Semana Santa, instando a la participación en comunidad.

Quisimos publicarlo como recurso válido para otras comunidades:

El Jueves Jesús participa de una mesa amplia y diversa, que hoy recordamos en la Eucaristía/Santa Cena. Pero en la oscuridad de la noche los poderosos traman sus injusticias, mientras los que debieran ser ejemplo de santidad, dan la espalda a Jesús y planean la muerte del que da esperanza al pueblo. No pueden con su prédica y menos con su ejemplo de vida. No toleran que Jesús toque enfermos, coma con pecadores, ponga en su lugar a religiosos, escribas y fariseos, defienda a mujeres, no condene a pecadores y ponga en medio de la comunidad a las y los últimos, niñas, niños, esclavos, minusválidos.

El Viernes Jesús es vilmente crucificado, paga un alto precio por salvar a la humanidad, ofrecer salvación y alimentar la esperanza de la gente sin oportunidades. En Jesús se hace evidente el compromiso de Dios con la humanidad. Contemplamos el más grande amor y entrega jamás antes visto.

Y el sábado, con Gloria, Dios pone en balance las cosas: la vida puede más, su voluntad y amor es más poderoso que las fuerzas de la muerte.

El Domingo, cuando comienza la semana en Israel, cuando las mujeres se disponen a dar los últimos servicios a un cuerpo sin vida… cambia la historia, sale el sol, comienza la vida de una forma radicalmente nueva, porque a Dios le ha placido dar vuelta las cosas: la muerte es derrotada, los amigos y amigas de Jesús (pobres, despreciados, pecadores, mujeres, indecentes) tienen una razón para vivir y luchar. El pueblo encuentra una esperanza: Jesucristo, el que vive, reina, triunfa y nos desafía a creer.

Él es nuestra esperanza. Involucrémonos en construir con Jesús un mundo mejor con vida y plenitud para todos y todas.

Y en Semana Santa participemos con la Iglesia de la celebración de la vida con dignidad y plenitud a la que Jesús nos invita.

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