Mis hermanos los trabajadores

ARGENTINA

Rosario-

Por Luis G. Vásquez-

“Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2.15)
Antonio Berni
La narrativa bíblica de los orígenes del mundo y de la especie humana, tiene su eje en una humanidad que como totalidad-comunidad (varón y mujer) trabaja y administra la tierra, sin presencia alguna de cualquier forma de propiedad (privada o comunitaria) y con la responsabilidad de ser portadora de la imago Dei (imagen de Dios) en lo referente al cuidado de la creación como un todo.
De esta manera, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento se encuentran entrelazados por la imagen de un ser humano que se condensa en el concepto del homo laborans (hombre trabajador) en el cual no hay escisión entre trabajo manual y trabajo intelectual, pero por sobre todo, en el cual existe un núcleo que está constituido por el trabajo emancipado, referido principalmente al recurso de la tierra.
De allí la importancia que el trabajo en sus distintas dimensiones tenga en el marco de una cosmovisión judeocristiana acerca de la humanidad, donde uno de sus puntos centrales radique paradójicamente en un Dios encarnado que labora (no hay que olvidar a un Jesús considerado como tekton o artesano en las tradiciones evangélicas) y que a la vez lucha por la justicia social, en los horizontes utópicos del jubileo (la repartición igualitaria y definitiva de la tierra) y el reino/reinado de Dios.
Todo este entramado bíblico que pareciera por momentos lejano en el tiempo y más aún, poco pertinente para la realidad de un sistema-mundo cada vez más complejo como el actual, sin embargo aún sigue presente de una manera u otra en la memoria histórica del mundo del trabajo y específicamente en la memoria de los orígenes del movimiento obrero moderno, en el cual surge el festejo del 1º de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores.
Y es que un amplio sector de las primeras organizaciones obreras del mundo, tuvo su origen a principios del siglo XIX en el seno de las iglesias protestantes independientes de Gran Bretaña, siendo el foco principal de tal proceso la Iglesia Metodista y su marco organizativo, donde sus predicadores laicos se erigieron progresivamente como los principales líderes sindicales en las ramas de la agricultura, la minería y la industria textil.
Así vistas las cosas, la narrativa bíblica acerca de la liberación humana en todos los órdenes, fungió en el marco del metodismo como un fermento simbólico para la lucha por la mejora en las condiciones de trabajo, en el nivel de los salarios, en el derecho al descanso dominical y en el derecho a la huelga, así como también, en los derechos humanos al sufragio universal y a la libertad sindical: desde los Mártires de Toldpuddle condenados a la deportación por organizar la Sociedad Mutual de Obreros Agrícolas en Gran Bretaña durante el año 1834, hasta los Mártires de Chicago a causa la Revuelta de Haymarket en 1886, no han dejado de contar entre sus filas a militantes cristianos (desde metodistas a católicos) comprometidos con la organización obrera y con la construcción de una sociedad más justa a la luz del Evangelio.
Por ello, hoy y a modo de homenaje, es necesario traer a la memoria lo que dijera hace 129 atrás Samuel Fielden, uno de los Mártires de Chicago en la instancia del injusto juicio al que fuera sometido por los sucesos de la Haymarket Square, durante los tres primeros días de mayo del año 1886 y producto de la lucha por la jornada laboral de ocho horas:
Yo amo a mis hermanos los trabajadores como a mí mismo. Yo odio la tiranía, la maldad y la injusticia. El siglo XIX comete el crimen de ahorcar a sus mejores amigos. No tardará en sonar la hora del arrepentimiento. Hoy el sol brilla para la humanidad; pero puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un sólo minuto la llegada del venturoso día en que aquél alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones.
Fielden era un obrero textil y pastor metodista, quien desde su fe se había comprometido con la construcción de un mundo mejor, tal como lo propusiera en los inicios del metodismo el propio John Wesley desde su concepto de santidad bíblica: “No puede haber santidad, sino la santidad social”.
 
Oración: Dios de la vida y de la justicia, que te has hecho carne en la persona de tu Hijo Jesús y que nos has revelado la importancia del trabajo para la dignidad humana, danos la fuerza para construir con nuestras manos un mundo nuevo, donde no haya pobreza ni injusticia, pero por sobre todo, danos la energía que viene de tu Espíritu para ser creativos en nuestro mundo del trabajo y luchar por los derechos económicos, sociales y culturales de nuestro prójimo. En el nombre de Jesucristo. Amén

Reflexión por el Día Internacional del Trabajo

 

El autor es Capellán – Pastoral Universitaria
UCEL, Rosario

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