Encuentros ecuménicos con Fidel Castro

(Reuters)

(Reuters)

ESTADOS UNIDOS-

Por Carmelo Álvarez-

He coincidido en Cuba con la partida del líder de la revolución cubana, Fidel Castro. Mis primeras reacciones esa noche fueron de tristeza y dolor, pero el siguiente día en la mañana comencé a hilvanar en mi mente experiencias vividas desde nuestro compromiso y trabajo ecuménico en Cuba, que recorre más de 40 años. Entonces, fueron surgiendo memorias de encuentros significativos que marcaron el devenir de las iglesias cubanas y los diálogos con Fidel. Quisiera seleccionar algunos de aquellos momentos e intentar ubicarlos en el gran escenario que conforma nuestra memoria ecuménica cubana.

El año 1984 fue propicio para el inicio de una serie de eventos importantes en Cuba. Cabe destacar la visita del Rdo. Jesse Jackson, quien era pre-candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Su visita a la Universidad de La Habana, y la sorpresiva caminata desde ese recinto universitario en compañía de Fidel Castro, marcaron un hito histórico. Allí, frente a las escalinatas de la Iglesia Metodista de Vedado, Fidel siguió subiendo espontáneamente hasta llegar al santuario. Comenzaron a escucharse expresiones de admiración: ¡Fidel, Fidel, Fidel! Ya en el altar vino el momento preciso de dirigirse a la congregación. La frase inicial de sus palabras se hizo proverbial: “La oración no es mi especialidad.” Y ofreció un saludo de 40 minutos, para deleite y admiración de aquella multitud. Por primera vez el líder histórico de la revolución cubana entraba a un templo, en esa oportunidad un templo protestante. Esa efemérides fue extensamente comentaba en y fuera de Cuba. Ese mismo año Fidel se reunió con líderes de las iglesias cubanas. Esto lo haría en otras oportunidades. Pienso que esta visita marcó un nuevo rumbo en la relación con las iglesias cubanas y sus líderes. El Consejo de Iglesias de Cuba había abonado el camino para esas relaciones se incrementaran.

El siguiente evento que marcó ruta ecuménica en Cuba fue la consulta, “La Herencia Misionera en Cuba”, 26 de octubre al 3 de noviembre de 1984, en el Seminario Evangélico de Teología en Matanzas. Y convocada por el Consejo de Iglesias de Cuba. Fue un rencuentro histórico y vital con líderes de iglesias evangélicas norteamericanas que iniciaron obra misionera en Cuba y que al triunfo de la revolución descontinuaron el relacionamiento con aquellas iglesias. Las personas que participamos allí sentimos que una nueva etapa se inauguraba para iglesias que habían compartido en la Misión de Dios en Cuba. El libro con las ponencias y los análisis de la consulta fue editado por el Dr. Rafael Cepeda. Y publicado por el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en 1986. La oficina regional para el Caribe del CLAI, bajo mi dirección en aquel momento, financiamos su publicación.

En 1985 se llevaron dos encuentros muy trascendentales en Cuba sobre el tema de la deuda externa de América Latina. El primer evento lo convocó Fidel Castro, en julio de 1985, y el segundo fue convocado por la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC), a finales de agosto y principios de septiembre de 1985. Estos eventos tuvieron como elementos cruciales la participación de ponentes y delegados de diferentes posturas ideológico-políticas y una activa participación de creyentes cristianos/as. La Conferencia Cristiana Por La Paz y la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos (FUMEC). Hay una edición bilingüe (español-inglés),  con las ponencias bajo el título, “Los cristianos y la deuda externa”, publicada conjuntamente por la FUMEC y la CCP (Marzo 1986).

Este servidor habló a nombre del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), en mi condición de secretario regional para el Caribe de dicha organización. Al concluir mi alocución entregué una carta personal al Comandante Fidel de parte del Obispo Federico J. Pagura, presidente de dicho organismo ecuménico. La noche de la clausura del evento Fidel nos pidió al Obispo Pedro Casaldáliga de Brasil, Obispo Sergio Méndez Arceo de México, y al que escribe, a una conversación para intercambiar impresiones sobre aquella semana tan intensa. La televisión cubana me pidió una entrevista que fue transmitida por cadena nacional.

Cuando se abrió la nueva oficina para la Atención de los Asuntos Religiosos en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el Dr. José Felipe Carneado, gran amigo de muchos años, conversó conmigo extensamente sobre las implicaciones y alcances de dicha oficina. Él tenía la responsabilidad de dirigir dicha oficina con el sector religioso. Desde 1961 el Dr. Carneado se había relacionado con las iglesias y otras religiones en Cuba, como director de varios sectores como juventud, deportes, ciencia y cultura, desde el Comité Central. Ahora solo tendría a su cargo el sector religioso.

Yo tenía un vivo interés en escribir un libro sobre las religiones en Cuba y la gestión del Dr. Carneado. Su habilidad y actitud dialogante hasta le granjearon el que en el Comité Central algunos compañeros/as le llamaran “El Obispo”. Aprovechando aquella anécdota se me ocurrió plantearle al Dr. Carneado editar un libro con entrevistas a líderes religiosos cubanos e internacionales, con una entrevista inicial a él. El libro se le dedicaría al Dr. Carneado. Inicialmente me rechazó la propuesta. “Tienes que conversar con Fidel sobre esto. Yo no me comprometo, si él no me autoriza. Soy muy respetuoso, Carmelo, de lo que la conducción del país determine.” Fuimos a conversar con Fidel. Nos autorizó llevar a cabo el proyecto, y nos dijo: “Eso sí, no te olvides de obsequiarme una copia dedicada”.

Las entrevistas se condujeron entre diciembre de 1986 y febrero de 1989. El propio Dr. Carneado le solicitó al Dr. Carlos Rafael Rodríguez, uno de los líderes históricos de la revolución que escribiera el prólogo. Son 15 entrevistas, incluyendo la más extensa al Dr. Carneado. La editorial del DEI (Departamento Ecuménico de Investigaciones la publicó en 1989: Carmelo Álvarez, ed. “Cuba Testimonios y vivencias de un proceso revolucionario. En torno a la labor de José Felipe Carneado”. Hubo dos ediciones, una cubana y otra latinoamericana.

Otra experiencia muy fructífera fue la celebración de la Reforma Protestante en Cuba en el 2002. El CLAI organizó la visita de una delegación de pastores y líderes laicos a las iglesias cubanas. Un grupo de 45 personas se desplazaron por el territorio cubano y compartieron experiencias en las congregaciones locales. Tuvimos un simposio sobre el tema en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. y un gran culto en el Teatro Mella de La Habana.

El 30 de octubre, tarde en la noche y hasta la madrugada, tuvimos un encuentro con Fidel. Los temas fueron diversos, con muchas anécdotas. Varios de nosotros/as comentamos temas que fueron surgiendo de una conversación cordial y diáfana. El Obispo Gamaliel Lugo de la Unión Evangélica Pentecostal Venezolana,  le aclaró que el Apocalipsis es un libro de resistencia y esperanza, refutando la consigna neoliberal, “sálvese el que pueda.” Y pidió a su profesor, Dr. Juan Stam que le aclarara sobre los contenidos del libro de Apocalipsis. Odén Marichal y yo le compartimos elementos históricos de la Reforma Protestante. Este servidor y Fidel intercambiamos impresiones sobre la Madre Teresa de Calcuta y su presencia en Cuba. A Fidel le impresionaron las dos entrevistas con la Madre Teresa y comentó: “Yo nunca olvidaré aquellos ojos brillosos, como de fuego”.

Entonces, el intento de este relato se podría resumir en cinco puntos cruciales.

Primero, aunque Fidel recibió una educación esmerada, incluyendo el haber estudiado en colegios jesuitas, el relacionamiento con la iglesia Católica, las iglesias cristianas evangélicas, la comunidad judía y las religiones afro-cubanas, planteaban nuevos desafíos desde la conducción ideológica en el Partido y la gestión en el gobierno. Había que enfrentar retos inéditos y contextualizar lo que implicaba el relacionamiento con un amplio sector de creyentes en la sociedad cubana. Había mucho que aprender y mucho más que dialogar.

Segundo, siempre he pensado que la capacidad intelectual y política, su carisma, su pasión por la revolución y el amor por su pueblo, le permitían a Fidel un espacio de ponderación y sano juicio. Aunque las circunstancias fueran complejas.

Tercero, Fidel intentaba tomar decisiones luego de un análisis detenido, que incluía escuchar las voces de los sectores religiosos, como también lo hacía con otros sectores sociales. Solicitaba información e insistía que se le proveyeron libros y escritos que lo iluminaran, en el proceso de conducir una discusión en el Partido antes de tomar la decisión final.

Cuarto, hay un momento crucial en que Fidel se abre a una visión más ecuménica de lo religioso cuando concede las entrevistas a Frei Betto y la publicación del libro “Fidel y la religión”. El pueblo cubano, y el sector religioso en particular, se lo agradecieron. Creo que a Fidel le satisfizo mucho el compartir esos relatos. Lo he conversado extensamente con las iglesias cubanas.

Quinto, cuando Fidel reconoció la importancia de las teologías de la liberación, se abrió una nueva dimensión sobre el papel de lo religioso y su potencial revolucionario. Ello abonó a la profundización del diálogo teológico y la dimensión ética de la fe que son tan necesarios en los procesos que vive Cuba, Latinoamérica y el mundo hoy.

Esperamos que su legado y su aporte al diálogo ecuménico continúen en Cuba. Percibimos que los elementos positivos de un diálogo constante entre personas creyentes y su vivencia revolucionaria desde la fe se incrementarán. Gracias, Fidel, por los espacios para dialogar y compartir. Desde nuestra fe cristiana decimos: ¡Hasta que la plenitud del reinado de Dios con justicia y libertad, nos cubra a todos y todas!

 

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *