¿Jesucristo como slogan político? El fundamentalismo evangélico peruano en campaña

Campaña “Perú, Jesucristo es la única esperanza” y Bethel TV

Campaña “Perú, Jesucristo es la única esperanza” y Bethel TV

PERÚ-

Por Juan Fonseca para ALC Noticias

Bajo el lema “Jesucristo es la única esperanza”, el fundamentalismo evangélico peruano realizó una marcha el último 22 de julio. Aunque la movilización fue menos concurrida de lo que sus organizadores esperaban, sus características reflejan una nueva fase en su estrategia política para hegemonizar dentro del universo evangélico y para convertirse en una fuerza política activa en el país.

Hace unas semanas escribí una columna explicando cómo el ala ultraconservadora, movilizada principalmente por el Movimiento Misionero Mundial (MMM) había logrado resquebrajar la unidad evangélica (http://bit.ly/2uTVxHe). Ello se confirmó en las últimas semanas cuando un grupo de pastores ultranconservadores (Antonio Chauca, Eduardo Concha, Guillermo Aguayo, entre otros) convocaron a las masas evangélicas a esta gran marcha nacional. Pero el anuncio trajo dos novedades que reflejan la estrategia futura de las fuerzas fundamentalistas en el país.

La primera, es que la convocatoria se hizo en nombre de una autodenominada Mesa Nacional de Coordinación de las Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (en adelante MENCICEP). En su primer comunicado, la MENCICEP anunció que dentro de este nuevo organismo se contaban a las más importantes y tradicionales denominaciones evangélicas: Asambleas de Dios del Perú (ADP), Alianza Cristiana y Misionera (ACM) y la Iglesia Evangélica Peruana (IEP). Desde la década de 1950, estas tres denominaciones históricas han sido las de mayor ascendencia sobre el resto del evangelicalismo nacional. Además de ellas, la MENCICEP anunciaba contar entre sus miembros a otras denominaciones como la Comunidad Cristiana Agua Viva, que es influyente entre los carismáticos evangélicos urbanos, y, por supuesto, el Movimiento Misionero Mundial (MMM), la expresión más extremista del conservadurismo evangélico.

Como lo señalé en mi artículo arriba citado, el MMM fue durante décadas una especie de paria dentro del mundo evangélico por su sectarismo y sus actitudes infraternas con las otras iglesias. Pero desde fines del siglo pasado, el MMM cambió su estrategia y creó alianzas coyunturales con el mundo evangélico carismático (FIPAC y luego UNICEP) y con algunas figuras ultraconservadoras dentro de las denominaciones para hegemonizar en el universo evangélico y, de no lograrlo, socavar su unidad.

Finalmente, han logrado un poco de ambas metas, pues es innegable que el MMM ha conseguido someter a su agenda política a las grandes denominaciones evangélicas, alguna vez expresiones de un conservadurismo evangélico moderado y poco dado a la actividad política.

Quién iba a imaginar hace una década que las Asambleas de Dios o la Alianza Cristiana quedarían convertidas en furgón de cola del MMM y de sus aliados integristas. La segunda meta lograda por el MMM ha sido la destrucción de la unidad evangélica institucionalizada, pues es claro que la formación de la MENCICEP busca debilitar a los dos organismos institucionales que representan a las iglesias evangélicas ante la sociedad y el Estado: el CONEP y UNICEP. En una situación inédita, las Asambleas de Dios y la ACM, antes baluartes de la institucionalidad evangélica, decidieron abandonar a los organismos de unidad antes mencionados para unirse a MENCICEP y a la aventura política de los fundamentalistas evangélicos.

Aunque los líderes fundamentalistas ahora lucen su arrogancia y triunfalismo en sus marchas y manifestaciones, religiosamente transmitidas por Bethel TV (canal del MMM), también se sabe que dentro de las denominaciones evangélicas ya empiezan a mostrarse signos de incomodidad y hasta resistencia. Y esto no ocurre porque sean menos conservadores, sino porque a muchos pastores de las denominaciones evangélicas ya les empieza a cansar la instrumentalización política a la que sus iglesias están siendo sometidas.

De hecho que luego del primer comunicado de la MENCICEP, dentro de la IEP -la tercera gran denominación evangélica- hubo un agrio desencuentro entre los líderes que avalaron que la iglesia apareciera como integrante de MENCICEP y quienes los cuestionaron por decidirlo sin consultar a las bases. Al parecer, el criterio de los segundos se impuso pues en el comunicado emitido antes de la marcha, la IEP ya no figuraba entre las iglesias promotoras.

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La segunda novedad de la movilización del 22 de julio, estuvo en su estrategia discursiva. A diferencia de los furiosos lemas y los rostros fanatizados de las marchas de Con-mis-hijos-no-te-metas (CMHNTM), los fundamentalistas ahora han optado por ampliar sus demandas hacia algo más empático con la sociedad peruana como es la lucha contra la corrupción. Astutamente creen que aprovechando la indignación nacional contra este flagelo, lograrán reubicarse en la esfera pública como actores políticos menos sectarios.

El problema es que la comprensión de corrupción de estos líderes ultraconservadores no se asocia necesariamente con el sentido de la ética pública sino que es una forma soterrada de continuar con su prédica moralista y discriminadora. De hecho que en el primer comunicado de la MENCICEP se decía que la marcha era contra la corrupción, la inmoralidad y la “imposición de la ideología de género”. En el segundo han suavizado su lenguaje y evitan mencionar a esta imaginaria “ideología” y más bien resaltan su nuevo lema: “Jesucristo es la única esperanza”.

No obstante, en los discursos y carteles que hoy se han visto, se sigue asociando la “crisis moral” del país con el reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales y los principios del Estado laico. Así, han terminado apropiándose ideológicamente del nombre de Jesucristo para convertirlo en un slogan político que asocia la identidad evangélica con el fundamentalismo cristiano para movilizar políticamente a las masas evangélicas.

 

Campaña “Perú, Jesucristo es la única esperanza” y Bethel TV

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Muy ingeniosamente también, en los discursos de los convocantes se ha buscado asociar esta movilización con las de antaño, como la que ocurrió en la década de 1960 con el movimiento Evangelismo a Fondo.

Pero hay diferencias: las de antes eran expresiones confesionales de una minoría religiosa que buscaba reconocimiento social y reforzar su sentido proselitista de la evangelización; las de ahora, en cambio, son movilizaciones de una fuerza religiosa avasalladora que busca imponer su agenda ideológica conservadora sobre el Estado bajo el mito integrista de que la nación será mejor si se somete a los dictados de la Biblia.

Tal como dijo uno de sus líderes, para los fundamentalistas la Biblia es la “Constitución de las constituciones”. Así, en la línea de la ultraderecha cristiana norteamericana o la de los integristas islámicos, el extremismo evangélico contradice abiertamente los principios de la democracia y el Estado laico.

 

Campaña “Perú, Jesucristo es la única esperanza” y Bethel TV

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Este 29 de julio, como parte de las celebraciones oficiales por las Fiestas Patrias, otro sector conservador evangélico encabezará un servicio de Acción de Gracias en el que se espera la asistencia de las autoridades nacionales y los principales líderes políticos del país. Llama la atención que desde sus inicios, ni CONEP ni UNICEP han sido parte de la organización de este evento, ni tampoco ninguna de las grandes denominaciones. No obstante, en la opinión pública y en las masas evangélicas se suele considerar que es el Te Deum evangélico.

Así, el fundamentalismo, reforzado por el caudillismo religioso y el sentido constantiniano de la fe, parece que ha logrado finalmente imponerse en las batallas políticas internas del mundo evangélico. El sector moderado sigue perdiendo espacios de representación y más bien parece rendirse ante la arremetida ultraconservadora. No obstante, como lo mencioné más arriba, los pequeños núcleos de resistencia también empiezan a mostrar su vitalidad, aunque todavía con timidez. Aún faltan episodios en la historia de las batallas evangélicas en el Perú.

 

 

4 comments on “¿Jesucristo como slogan político? El fundamentalismo evangélico peruano en campaña
  1. El Pueblo de Dios desunido no logrará nada. Todos debemos estar Unidos a fin de lograr lo que Dios quiere para el Perú. ¡ Pero sin apetitos personales okey!

  2. ¿Que es ser moderado? Acomodarse o ser conformista a las corrientes del presente siglo? ¿El CONEP y el UNICEP representan a los sectores moderados? Que es ser moderado, tomar distancia de lo esencial en la generación y afirmación de la fe evangélica? Por favor puede dar a conocer su punto de vista.

  3. Para cerrar este “análisis” habría que informar que, quien lo escribe (Juan Fonseca), es un activista homosexual de formación en historia (PUCP) y fundador -junto con otro líder homosexual- de una iglesia autodenominada “cristiana inclusiva”, infaltable participante de las marchas del orgullo homosexual y promotora rabiosa de la teología queer y la agenda LGTB en el Perú. En conclusión: objetividad 0%, fanatismo sectario 100%.

  4. Es una verguenza que se use el mensaje liberador, profetico y de un verdadero compromiso para transformar el mundo como lo dijo Jesucristo para fines politicos y economicos, estas personas lo que buscan es destruir lo que se viene construyendo con lo que se logro con la Teologia de la liberacions. No se dejen enganar, aseguro que reciben fondos del imperialista norte (EU).

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