Reseña de informe “El rol de los evangélicos en el conflicto colombiano”

COLOMBIA-

Por Pablo Moreno-

El pasado 2 de Octubre, Dipaz entregó el informe “El rol de los evangélicos en el conflicto armado” que cuenta con un análisis basado en testimonios del papel de las iglesias desde 1959.

El pastor Pablo Moreno ha sido el gestor de este informe y compartimos con ustedes la reseña completa de dicha investigación.

Las iglesias evangélicas tienen presencia en Colombia desde la primera mitad del siglo XIX y esta fue creciendo poco a poco hasta ser numérica y cualitativamente significativa.

En este informe a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la convivencia y la no repetición, asumimos la tarea de revisar todo el período señalado por la CEV, comenzando en 1959 cuando las iglesias evangélicas de algunas regiones estaban saliendo del conflicto conocido generalmente como “La Violencia” y terminando en 2016 cuando una mayoría de iglesias evangélicas tuvieron visibilidad por su oposición al Acuerdo de paz firmado entre el estado colombiano y las Farc.

Seguimos un enfoque histórico en la perspectiva de Historia del tiempo presente, que da especial atención a la historia oral, a la memoria histórica y colectiva para recopilar la información requerida. También se utilizaron fuentes escritas de archivos que sirvieron para complementar informaciones recogidas en las entrevistas.

En el primer período 1959-1970 encontramos una muestra de las iglesias que sufrieron por los rigores de la Violencia y por la expresión de su fe. La intolerancia de algunas minorías católicas, asociaron el liberalismo con el protestantismo como enemigos de la fe católica y afectaron notablemente el desarrollo del ejercicio de culto y programas escolares evangélicos.

En el primer período 1959-1970 encontramos una muestra de las iglesias que sufrieron por los rigores de la Violencia y por la expresión de su fe.

El desplazamiento, respondió a la dinámica del despojo de la tierra y a la lucha política por recuperar el electorado en favor del partido conservador. En este caso presentamos el caso de la iglesia Unión Misionera Evangélica, ubicada en el suroccidente colombiano y parte del eje cafetero como la iglesia más afectada. En los archivos de Cedecol se encontraron casos de otras denominaciones que sufrieron por la intolerancia despertada en la década de 50 y que aún en 1959 y primeros años de la década del 60 se manifestaba en algunas ciudades cuando los hijos de evangélicos ingresaban a estudiar en escuelas públicas.

En este período también se vio un crecimiento de los evangélicos en las ciudades, algunas manifestaciones públicas que también fueron impedidas inicialmente por sectores fanáticos antievangélicos, al mismo tiempo en este período se fue reconociendo a los evangélicos bajo el espíritu del Vaticano II y la CELAM II realizada en Medellín en 1968, a la que fueron invitados 11 observadores no católicos.

El ambiente fue mejorando en esta década para los evangélicos, pero el contar la verdad de la Violencia como un proceso de memoria colectiva no contribuyó a que se diera un proceso de reconciliación con los católicos, lo que comenzó a darse en la década siguiente cuando hubo más apertura de algunos sectores del protestantismo histórico.

En el segundo período 1971-1990 los evangélicos adoptaron una postura de mayor reserva en cuanto a la participación en política, pues reconocían que su expresión pública de adhesión al liberalismo tuvo un costo muy alto. Por esa razón, algunas iglesias adoptaron ser “a-políticos” para evitar nuevas amenazas o presiones. Sin embargo, en la práctica hubo casos de participación política muy variados, desde la iglesia presbiteriana hasta iglesias pentecostales adoptaron posturas políticas en favor de sectores populares y campesinos.

En el segundo período 1971-1990 los evangélicos adoptaron una postura de mayor reserva en cuanto a la participación en política, pues reconocían que su expresión pública de adhesión al liberalismo tuvo un costo muy alto.

En este período los evangélicos se caracterizaron por dos posturas frente su actuación en la sociedad, por un lado, quienes consideraban que el evangélico debe respetar el orden establecido como algo establecido por Dios, mientras que otros consideraban que era necesario ayudar a la transformación de la sociedad pacíficamente, trabajando en la educación y la organización de sectores campesinos para el mejoramiento de su condición. Este fue el ejemplo de algunos líderes presbiterianos que organizaron una de las primeras ONGs en Colombia, conocida como La Rosca, liderada entre otros por Orlando Fals Borda, Gonzalo Castillo y Augusto Libreros.

Las iglesias evangélicas que lograron recuperarse y reiniciar sus vidas en las zonas rurales comenzaron a padecer presiones por parte de las guerrillas surgidas en la década de los 60s. Estas presiones consistieron en limitación del ejercicio del culto, impedimento de movilización libre y autónoma de un lugar a otro. Sin embargo, hubo casos en que las relaciones entre evangélicos y guerrilla fue respetuosa, por ejemplo, en el norte del Cauca, la Unión Misionera trabajó con comunidades indígenas, y debido a su inserción en la región lograron reconocimiento de todos los sectores que habitaron ese territorio, entre ellos las guerrillas de las Farc y el M-19.

No obstante, debido a las dinámicas del conflicto, cambiantes, imprevistas y arrolladoras, la misma iglesia Unión Misionera Evangélica sufrió el secuestro de dos misioneros que permanecieron detenidos por el M-19. Asimismo, uno de los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano, fue secuestrado y asesinado posteriormente por el M-19 según la versión oficial del ILV, esta organización fue acusada de ser parte de la avanzada anticomunista de Estados Unidos en A.L.

Los silencios en la memoria ocupan un lugar importante, también hablan, pero nos dejan más preguntas que respuestas.

En este período no se percibió una persecución particular contra los evangélicos, sino contra los que dentro del conflicto fueron clasificados como sospechosos de estar al lado de uno u otro bando y por ese motivo fueron afectados notoriamente para el ejercicio de su fe y su vida cotidiana. Aquí es necesario subrayar el silencio o la omisión de los entrevistados, de las razones por las que pudieron ser acusados de ser colaboradores de uno u otro grupo armado. Los silencios en la memoria ocupan un lugar importante, también hablan, pero nos dejan más preguntas que respuestas.

El período de 1991-2016 significó un giro en la presencia de los evangélicos en Colombia, hubo mayor reconocimiento público, surgieron partidos evangélicos que reflejaban el cambio de perspectiva hacia la sociedad. La timidez, el cuidado y la discreción quedaron atrás, este tiempo fue visto como el momento para hacerse sentir, desde su presencia en la Asamblea Nacional Constituyente, pasando por la diversa participación política, hasta su trabajo por la paz. No obstante, una vez más las iglesias en zonas rurales sufrieron profundamente la agudización del conflicto armado.

Para nuestro estudio en esta parte tomamos en cuenta principalmente a la iglesia presbiteriana de Colombia presente en el Urabá chocoano-antioqueño, este fue un caso que todavía nos deja mucho por indagar. Con la participación de pastores, pastoras y miembros de iglesias en la zona pudimos encontrar varios hechos que debemos resaltar.

Las iglesias sufrieron en el desplazamiento, ataques de las guerrillas, masacres de los paramilitares que mostraron como la población civil quedó a la intemperie del fuego cruzado entre grupos armados. Familias pastorales sufrieron separaciones, comunidades desintegradas y exilio de algunos por amenazas debido a su rol social y profético en defensa de las víctimas del conflicto y los derechos humanos.

Las iglesias sufrieron en el desplazamiento, ataques de las guerrillas, masacres de los paramilitares que mostraron como la población civil quedó a la intemperie del fuego cruzado entre grupos armados.

Por otro lado, cabe destacar que, dentro del rol de las iglesias en todo este largo período, fueron comunidades restauradoras, acompañantes en medio del sufrimiento, estuvieron del lado de la reconciliación y la siembra de esperanza para los más afectados por el conflicto.

En varias poblaciones las iglesias lograron reconstruir casas, templos y crear proyectos de apoyo para la recuperación de la vida en medio de la muerte. Son muchos los casos en que las iglesias evangélicas, en estas zonas donde el conflicto fue “el pan diario”, lograron apoyar la restauración de las familias afectadas y en algunos casos con un testimonio de unidad cristiana con la iglesia católica.

Las iglesias también han estado abiertamente comprometidas con la construcción de paz, desde organizaciones como la Comisión de paz de Cedecol hasta el Diálogo Intereclesial por la paz (DIPAZ), un mensaje ha sido constante en este período: la solución pacífica del conflicto armado en Colombia.

La verdad del conflicto sobre el rol de las iglesias evangélicas, debe incluir en este último período, al sector de aquellas iglesias que se opusieron abiertamente al plebiscito

La verdad del conflicto sobre el rol de las iglesias evangélicas, debe incluir en este último período, al sector de aquellas iglesias que se opusieron abiertamente al plebiscito convocado para aprobar el Acuerdo de paz con las FARC. En ese contexto se dio una alianza con los sectores más conservadores de la política colombiana reciente para rechazar el Acuerdo. Las iglesias evidenciaron una politización del tema de la paz, porque en 1996 varios de los líderes del NO en 2016, habían firmado una carta de apoyo al candidato Horacio Serpa como un garante de que la paz sería posible en Colombia por medio de un diálogo y una solución pacífica. Por otro lado, varias iglesias y organizaciones no gubernamentales actuaron en consecuencia con su trayectoria desde comienzos de los 90s, de trabajo por la paz para apoyar el Acuerdo en 2016.

Como se verá el rol de las iglesias ha sido diverso, pero al mismo tiempo debido a la gran afectación desde los años 50s no han sido ajenas a la búsqueda de una solución pacífica al conflicto en medio de contradicciones y esfuerzos esperanzadores.

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