Inseguridad alimentaria: El hambre se duplica en el mundo

Unos 345 millones de personas padecen inseguridad alimentaria aguda en todo el mundo, más del doble que antes de la pandemia covid-19, señaló un nuevo reporte del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas. “Los conflictos, las crisis económicas, los extremos climáticos y el alza del precio de los fertilizantes se combinan para crear una crisis alimentaria de proporciones nunca antes vistas”, apuntó el reporte del PMA.

Más de 900.000 personas en todo el mundo luchan por sobrevivir en condiciones cercanas a la hambruna. Esto es diez veces más que hace cinco años, un aumento alarmantemente rápido. Se necesita una respuesta inmediata. La comunidad mundial no debe fallar en su promesa de acabar con el hambre y la desnutrición para 2030.

Quienes según el PMA “no saben de dónde vendrá su próxima comida”, es decir, las personas en inseguridad alimentaria en cualquiera de sus fases, suman 828 millones en el mundo.

El PMA asegura que se enfrenta al aumento de personas con hambre aguda “a un ritmo que es poco probable que la financiación iguale”, mientras que el costo de la entrega de asistencia alimentaria está en su punto más alto porque los precios de los alimentos y el combustible han aumentado.

El conflicto sigue siendo el principal causante del hambre, sostiene la agencia, ya que 70 % de las personas hambrientas del mundo viven en áreas azotadas por la guerra y la violencia.

La crisis climática también es una de las principales causas del fuerte aumento del hambre en el mundo, pues “los choques climáticos destruyen vidas, cultivos y medios de subsistencia, y socavan la capacidad de las personas para alimentarse. El hambre se saldrá de control si el mundo no toma acciones climáticas inmediatas”.

En tercer lugar, los precios internacionales de los fertilizantes han subido incluso más rápido que los de los alimentos, que alcanzan su punto más alto en 10 diez años.

Desde el Corredor Seco Centroamericano y Haití, a través del Sahel, la República Centroafricana, Sudán del Sur y luego hacia el este hasta el Cuerno de África, Siria, Yemen y por todo el camino hasta Afganistán, los conflictos y las crisis climáticas están llevando a millones de personas al borde de la inanición.

El año pasado, el mundo reunió recursos extraordinarios para hacer frente a la crisis alimentaria mundial sin precedentes. En países como Somalia, que ha estado al borde de la hambruna, la comunidad internacional se unió y logró superar esta situación. Pero no es suficiente mantener con vida a las personas. Necesitamos ir más allá, y esto solo puede lograrse abordando las causas subyacentes del hambre.

Las consecuencias de no invertir en actividades de resiliencia repercutirán más allá de las fronteras. Si las comunidades no están empoderadas para resistir los impactos y las tensiones, esto podría resultar en un aumento de la migración y una posible desestabilización y conflicto. La historia reciente nos lo ha demostrado: cuando el WFP se quedó sin fondos para alimentar a los refugiados sirios en 2015, no tuvieron más remedio que abandonar los campamentos y buscar ayuda en otro lugar, provocando una de las mayores crisis de refugiados de la historia europea reciente.

Para alcanzar el “hambre cero” propuesto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSS) de las Naciones Unidas, se necesita “el hilo conductor de la buena gobernanza, lo que permite que crezca el capital humano, se desarrollen las economías y que las personas puedan prosperar”, indica el PMA.

Sin compromisos políticos para poner fin a los conflictos armados, y para contener el calentamiento global como se estipula en el Acuerdo de París de 2015, las principales causas del hambre seguirán sin disminuir, agregó el reporte del PMA.

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