No es casual que los latinoamericanos, desde la dramática diversidad de nuestros entes constitutivos nos volvamos a preguntar, como en otros momentos de acecho y decisión, no sólo quiénes somos, sino qué estamos siendo o —mejor aún— qué seremos. ¿Seremos? Por eso, cuando el peligro acecha volvemos también a preguntas fundacionales.
¿desde dónde nos toca reflexionar a los latinoamericanos esta crisis de la modernidad y las ofertas postmodernas?, ¿por qué se discute aquí esto, cómo participamos en esa discusión y cómo nos afecta?, ¿cómo nosotros (si podemos) planteamos nuestras preguntas y nuestras respuestas?
Las miradas latinoamericanas pueden ser tan divergentes unas de otras que no lleguen a mirarse nunca, pero también pueden ser tan congruentes como lo son las retinas izquierda y derecha que se miran en un espejo roto. Y quizás en estas imágenes desconocidas, silenciosas y solitarias, por fin el continente y los continentales asumamos la soledad, asumamos que nuestra respuesta no está en otra parte, ni en ilusiones ilustres, ni en fogatas que ya casi se apagaron, sino en nosotros mismos y esto quizás nos ayude a servir mejor los retos de estos tiempos.
De la introducción de Fernando Calderón