La visita papal: balance y opiniones diversas

ACI Prensa

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MÉXICO-

Leopoldo Cervantes-Ortiz-

Luego de casi una semana de intensa actividad papal en México, el país ha vuelto a la normalidad y las interpretaciones de la visita del obispo de Roma siguen proliferando, en diversos grados de profundidad y análisis. Como siempre, cubren un amplio espectro: desde la alabanza desmedida hasta la descalificación total, pasando por todos los puntos intermedios. Lo cierto es que esta séptima visita de un papa (cinco de Wojtyla y una más de Ratzinger) ha dejado una nueva estela de aplausos y reprobaciones, con la consabida certeza de que el factor religioso, en manos de los gobernantes de turno, seguirá siendo motivo para servirse de él de la manera más pragmática y hasta cínica, en un país que se sigue debatiendo entre los extremos de la devoción católica masiva y la secularización  galopante (muy “al estilo latinoamericano”) que amenaza con devorarlo todo.

Entre los aspectos más comentados está el “regaño” que tuvieron los obispos en la mañana del sábado 13 de febrero (una pieza teológica de altos vuelos), la recepción del papa en el Palacio Nacional, un suceso inédito en la historia, la presencia del presidente y su gabinete en la Basílica de Guadalupe, las desafortunadas palabras del jefe del Ejecutivo mexicano (“En las calles, en los estadios y plazas que visitará, se encontrará con un pueblo generoso y hospitalario; con un pueblo orgullosamente guadalupano”), el uso de todas (sí, todas) las páginas gubernamentales de internet para difundir la visita, el homenaje al obispo Samuel Ruiz García (en compañía de Raúl Vera, obispo de Saltillo, Coahuila), el traslado de personas “VIP” a Michoacán en transportes oficiales, la falta de más asistencia a la Plaza de la Constitución el mismo sábado, la negativa a reunirse con los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos o con víctimas de la pederastia sacerdotal (asuntos sobre los que sí habló en el vuelo de regreso a Roma, apenas a unas horas de dejar suelo mexicano), las dos citas de Octavio Paz, la devoción excesiva de la procuradora (fiscal) general de la República, el inmisericorde bombardeo televisivo, así como el tono bastante “apocalíptico” que tuvieron algunos de sus discursos, entre otros asuntos más.

Se han seleccionado aquí algunos fragmentos de los discursos y homilías de Bergoglio, además de opiniones vertidas en los medios impresos y de internet que representan mucho del espectro mencionado. Para apreciar su variedad, se han clasificado temáticamente y se han agregado datos de los/as autores a fin de situarlos en el amplio abanico de la actualidad del país.

Discurso a los obispos, 13 de febrero

No pierdan, entonces, tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías. No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias. Introduzcan a sus sacerdotes en esa comprensión del sagrado ministerio. A nosotros, ministros de Dios, basta la gracia de “beber el cáliz del Señor”, el don de custodiar la parte de su heredad que se nos ha confiado, aunque seamos inexpertos administradores. Dejemos al Padre asignarnos el puesto que nos tiene preparado (cf. Mt 20.20-28). ¿Acaso podemos estar de verdad ocupados en otras cosas si no en las del Padre? Fuera de las “cosas del Padre” (Lc 2,48-49) perdemos nuestra identidad y, culpablemente, hacemos vana su gracia.

Palabras en la recepción gubernamental

El pueblo mexicano afianza su esperanza en la identidad que ha sido forjada en duros y difíciles momentos de su historia por grandes testimonios de ciudadanos que han comprendido que, para poder superar las situaciones nacidas de la cerrazón del individualismo, era necesario el acuerdo de las Instituciones políticas, sociales y de mercado, y de todos los hombres y mujeres que se comprometen en la búsqueda del bien común y en la promoción de la dignidad de la persona.

Misa en la Basílica de Guadalupe

Al venir a este Santuario nos puede pasar lo mismo que le pasó a Juan Diego. Mirar a la Madre desde nuestros dolores, miedos, desesperaciones, tristezas, y decirle: “Madre, ¿qué puedo aportar yo si no soy un letrado?”. Miramos a la madre con ojos que dicen: son tantas las situaciones que nos quitan la fuerza, que hacen sentir que no hay espacio para la esperanza, para el cambio, para la transformación.

Misa en Ecatepec, Estado de México, 14 de febrero

Hemos optado por Jesús y no por el demonio. Si nos acordamos de lo que escuchamos en el Evangelio, Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia, sino que le contesta con las palabras de Dios, con las palabras de la Escritura. Porque, hermanas y hermanos, metámoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre.

Misa con comunidades indígenas de Chiapas, 15 de febrero

El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos (cf. Laudato si’,14) y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como “fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano” (Aparecida, 472).

Discurso a los jóvenes en Morelia, 16 de febrero

Les pido silencio ahora, cada uno se contesta en su corazón: ¿Es verdad que no todo está perdido? ¿Yo estoy perdido o estoy perdida? ¿Yo valgo? ¿Valgo poco, valgo mucho? La principal amenaza a la esperanza son los discursos que te desvalorizan, te van como chupando el valor y terminás como caído, ¿no es cierto?, como arrugado, con el corazón triste. Discursos que te hacen sentir de segunda, si no de cuarta. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que no le importás a nadie o que estás dejado de lado.

Misa en Ciudad Juárez, 17 de febrero

El escritor mexicano Octavio Paz dice en su poema “Hermandad”: “Soy hombre: duro poco y es enorme la noche./ Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben./ Sin entender comprendo: también soy escritura/ y en este mismo instante alguien me deletrea”. Tomando estas bellas palabras, me atrevo a sugerir que aquello que nos deletrea y nos marca el camino es la presencia misteriosa pero real de Dios en la carne concreta de todas las personas, especialmente de las más pobres y necesitadas de México.

La actitud papal

Jorge Traslosheros, investigador católico de la UNAM

El papa Francisco tuvo grandes silencios durante su visita. Poca sorpresa. En la vida del católico, más cuando es un místico, la palabra nace del silencio. No del callar cobarde, sino del que brota de la contemplación. Sólo así pueden pronunciarse las “palabras buenas que nos ayudan a vivir bien”, como dijo una señora de Ecatepec entrevistada al azar por Canal 40. El mismo silencio que permite a “la palabra de Dios entrar en el corazón”, según dijeron los indios de Chiapas durante la liturgia presidida por Francisco. Ya habrá tiempo de glosar con calma sus palabras. Por ahora nos ocuparemos de los silencios.

Los propósitos de la visita

Gabriel Guerra Castellanos, periodista y sociólogo

Es éste un Papa del perdón, de la tolerancia, de la inclusión. Su Dios no es el de los castigos y la llama eterna que quema a los pecadores, sino uno que los invita, los contempla, los comprende. Y yo no puedo menos que preguntarme cuantos católicos que se alejaron, algunos para siempre, de su Iglesia no estarían ahí todavía si este Papa hubiese llegado hace medio siglo, hace tres décadas, hace un lustro, hace mucho tiempo. Cuántas víctimas de la persecución, del abuso, del ostracismo no necesitaban urgentemente de alguien así que desde el Vaticano mismo les hablara, les escuchara. La crisis de la Iglesia Católica es mayúscula, su distancia e incomprensión de los grandes temas de la vida moderna es tal vez ya insalvable. Francisco hace, y hará, lo que muchos no quisieron, no se atrevieron, pero tal vez ya sea demasiado tarde para él, para su grey, para sus representantes en la tierra que, lejos de arrepentirse solamente se encogen cuando sienten que este, su Papa, les habla.

El ambiente de show

Patricia Gutiérrez-Otero, teóloga y profesora católica

Dícese que durante la última visita de Juan Pablo II a México la organización corrió a cargo de los Legionarios de Cristo (ligados con inmensas fortunas) en arreglo con Televisa. Lo cierto es que en esas grandes asambleas se empleaban los recursos de “animación de espectáculos” propios de los shows televisivos: banderita a la derecha, ¡aplaudan!; banderita hacia arriba: ¡porra!; banderita hacia abajo: ¡canten!; ignoro si usan banderita a la izquierda… La antigua tradición de que la organización corriera por parte del pueblo católico, sus parroquias y obispados, se esfumó ante el poder de la Congregación Legionaria y sus arrumacos con la gran televisora.

La devoción de la clase política

Jesús Silva [Herzog] Márquez, politólogo

Fue una buena semana para el gobierno y una pésima semana para el Estado. El gobierno puede presumir la cercanía y el tácito respaldo del Papa. El Estado laico sufrió su peor revés desde que se estableció como principio constitucional. En la dicha inmensa de la procuradora general de la República se resume esa contradicción. La encargada de perseguir a los infractores, representante al fin de una ley que no ha de subordinarse a fe alguna, lucía radiante por la ceremonia instantánea que bendijo su medallita.

Bernardo Barranco, sociólogo y periodista, conductor del programa sacro y profano, del canal Once, televisión pública

La clase política mexicana en verdad es patética. Se presenta toda perfumada a Palacio Nacional, recibe serios señalamientos del Papa, el mensaje resbala de inmediato y lo único que interesa a la mayoría es aproximarse al personaje, tomarse una foto, estrecharlo y estar cerca del líder religioso. […] No se trata sólo de que los políticos y funcionarios públicos asistan a misa. Incluso transgrediendo lo establecido por la ley de asociaciones religiosas y culto público. […] El problema de nuestra clase política es que asume dichos postulados en el discurso, pero en la práctica los traiciona. Cuando le conviene, en el espacio público se asume condescendiente y en sus mensajes privilegia a la Iglesia católica. No sólo honra sus personalidades, como el pontífice que nos visita, sino asume como propia la agenda de la jerarquía católica. (www.jornada.unam.mx/2016/02/17/politica/007a1pol)

Las violaciones a la laicidad del Estado mexicano

Roberto Blancarte, sociólogo e investigador de El Colegio de México

Lo del sábado 13 de febrero fue el golpe más certero que las Leyes de Reforma han conocido en su historia. No porque en la mañana toda la élite política haya aplaudido al Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Sumo Pontífice de la Iglesia católica en Palacio Nacional, lo que por lo demás muchos hicieron con gusto, sino porque el Jefe del Ejecutivo violó varios principios establecidos desde mediados del siglo XIX. Que además lo haya hecho un Gobierno priista, siguiendo el ejemplo de Fox y el panismo católico, significa el ocaso de las reformas juaristas. Recordemos que nuestra historia constitucional todavía se mide a partir de la Constitución de 1857 y que la de 1917 es en principio una reforma de la anterior, sobre la cual se contabilizan nuestras legislaturas. Y que a partir de las Leyes de Reforma de 1859-1860 por lo menos dos principios quedaron firmemente establecidos en nuestra República: la separación entre los asuntos del Estado y los de la Iglesia y la libertad de cultos. Con el primero, se dejaba claro que se acababa la colusión entre el poder político y el eclesial, la cual había perdurado desde el inicio de la época colonial y con el segundo se establecían por primera vez las condiciones para que otras Iglesias pudieran establecerse y que cada quien tuviera la creencia y el culto de su preferencia. Pues bien, en un día Peña Nieto acabó con estos dos principios. Por la mañana, el Presidente de todos los mexicanos se convirtió en sólo el Presidente de los católicos-guadalupanos, invisibilizando a todos los creyentes de otras Iglesias y religiones, y por la tarde demostró que el principio de separación ya no existe o se le puede dar la vuelta.

El secuestro de la visita

Porfirio Muñoz Ledo, político de larga trayectoria, ex funcionario público

Dio la impresión de no querer incomodar a los organizadores de sus eventos, ya fueran civiles, religiosos o militares. Se ha escrito que, conociendo Bergoglio la situación explosiva del país, eludió tomas de posición que hubiesen resultado incendiarias. The New York Times insinuó que la visita papal podría convertirse en asunto de “seguridad nacional”, habida cuenta de las repercusiones que sus palabras tendrían sobre una grey católica tan numerosa y adicta al Papa, a diferencia de Estados Unidos, donde se explayó con mayor libertad. Aquí se contrajo a decir: “Sentí ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido”.

La perspectiva “jacobina”

Christopher Domínguez Michael, crítico literario y ensayista

Terminó, para usar los términos de ese olvidado jacobino que fue Martín Luis Guzmán, nuestra “semana de idolatría”. Vino el Papa negro (por jesuita, según pregonaba Nostradamus) y se fue. No hizo ni dijo nada imprevisto. Divulgó la ya antigua doctrina social de la Iglesia actualizada con el énfasis antineoliberal, regañó a los poderosos cuya alfombra roja evitó pisar y  brindó consuelo a los más desamparados entre sus feligreses. Las violaciones a la laicidad del Estado que cometieron los gobernantes para agasajarlo deberían ser castigadas, pero en el fondo son irrelevantes: cosa curiosa, entre 1979, cuando vino Juan Pablo II por primera vez, y nuestros días, la sociedad mexicana se ha secularizado a pasos agigantados, según lo muestran todas las encuestas. Los mexicanos, pueblo cohetero, agasajamos al recién llegado, amigo o enemigo, lo cubrimos de flores, y después a barrer y a trabajar.

El discurso a los obispos

Carlos Martínez García, periodista y sociólogo evangélico

Francisco tiene ante sí el dilema de llevar a efecto medidas que, por ejemplo, terminen con las conductas obispales principescas que ha denunciado. No basta que él tenga un estilo personal de ejercer el papado de manera austera. Es bien sabido que ha decidido vivir en el Vaticano en un sencillo departamento, que tiene pocos asistentes y es reacio a usar vestimentas tan rimbombantes como las de su predecesor, Benedicto XVI. Ahora es tiempo de pasar de los exhortos a ejercer la voluntad de cambios que necesita una institución anquilosada y, como ha reconocido el propio pontífice, alejada de las necesidades de la gente. Él tiene los recursos para desatar los cambios necesarios, lo que sigue es la voluntad de hacerlos y dotar a esa voluntad de mecanismos que hagan viable la transformación. ¿Lo hará?

El papa y la teología de la liberación

Luis Herrera Lasso, ex director de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional

Interesante que en 2016 el Estado laico mexicano arroje la casa por la ventana por la visita de la máxima autoridad de la Iglesia católica —su peso específico como jefe de Estado no merece mayor consideración— y que los mexicanos lo reciban con tal fervor y emoción. En la sede del gobierno de ese Estado laico, Francisco enfatizó —palabras más, palabras menos— el mismo mensaje que llevó a Sócrates a su muerte: cada hombre es responsable de sus actos y de asumir sus consecuencias. Pero hace un claro exhorto a pasar del caos a un estado de comunidad responsable y creadora de la historia.

 

Los sectores católicos progresistas

Observatorio Eclesial

Haciendo eco al sentir de los pueblos, podríamos en este sentido preguntar al papa: ¿Quiénes han incomprendido y excluido a los indígenas de la sociedad, de la iglesia?, ¿quiénes los han despojado de sus tierras?, ¿quién les tiene que pedir perdón por este desplazamiento en esta cultura del descarte? ¿Le tocaba al papa Francisco ser el primero en pedir perdón a los indígenas a nombre de la iglesia católica, que llegó a nuestro continente con la espada y la cruz? […] Por la tarde de ese lunes 15 de febrero el papa acudió a un encuentro con familias católicas, donde en contraste reivindicó las nociones tradicionales conservadoras del amor cristiano, con ligeros ingredientes de apertura a los principales problemas que hoy angustian a las familias, que Francisco reconoció diversas, pero dentro de la doctrina moral católica de la familia heterosexual.

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