¿Tienes un e-mail?

Por Dafne Sabanes Plou-

“¿Tienes un e-mail?”, la pregunta que fue título de una exitosa película de Hollywood estrenada en 1998 ya quedó antigua. En 25 años el mundo de las comunicaciones usando tecnología de información ha cambiado tanto que las casillas de correo electrónico ya son sólo una herramienta más entre todas las posibilidades que nos brinda la comunicación por internet y las redes sociales. No obstante, un simple correo electrónico a comienzos de los ’90 resultaba un medio absolutamente innovador, eficaz y de alta calidad técnica que rompía barreras geográficas, de distancia y tiempo, y en nuestra área de trabajo e interés marcaba infinitas posibilidades para conectar y transmitir información, conocimientos, opiniones e investigaciones periodísticas.

Si bien ya periodistas y comunicadores, entre otros profesionales y académicos, habían comenzado a utilizar los correos electrónicos en su trabajo diario, esta herramienta alcanzó amplia visibilidad durante la Eco ’92, la conferencia mundial de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida también como la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro, Brasil. Desde las organizaciones de la sociedad civil, la comunicación internacional se organizó confiando en estas nuevas tecnologías y toda su instalación y apertura al uso  durante la conferencia fue gestionada por activistas  y técnicos de estas organizaciones, entre ellas la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC).

Las iglesias y las entidades ecuménicas participaron ampliamente en esta Cumbre, donde experimentaron también el uso de las tecnologías de comunicación para posicionar sus iniciativas y compromisos por la integridad de la creación, lenguaje fundamental en el discurso ecuménico de ese momento.

Recordemos que la década del 90 marcó el crecimiento de un ecumenismo activo  en la región latinoamericana, con participación de numerosas iglesias y organizaciones eclesiales que favorecieron el diálogo interdenominacional y la posibilidad de trabajar con mayor presencia en temáticas que comenzaban a cobrar importancia en la agenda regional. La cuestión ecológica,  los derechos de las mujeres y de los pueblos originarios, una inserción mayor en el trabajo por los derechos humanos y por la justicia y la paz en países y zonas de conflicto, alimentaron una fuerte presencia de las iglesias y de su liderazgo en ámbitos políticos y de la sociedad civil que comenzaron a reconocerlos como actores sociales con presencia y opinión en la esfera pública.

La circulación de publicaciones de carácter ecuménico había aumentado en esos años y a las oficiales publicadas por las iglesias y organismos se agregaron dossiers, cuadernos teológicos, cartillas con formato de comunicación popular, y boletines informativos, entre otros. La difusión también se enriqueció con el movimiento de radios comunitarias que dió lugar a un boom de iniciativas en toda la región, en el que no estuvieron ausentes los comunicadores y las comunicadoras de las iglesias cristianas.

En WACC América Latina se reflejaban estos cambios y nuevos desafíos , como también la inquietud compartida con otros organismos ecuménicos sobre la necesidad de contar con un  medio que fortaleciera la visibilidad de la acción ecuménica y de las iglesias, un medio profesional que fuera capaz de cubrir a todo el continente y llegar tanto a los medios seculares como a las publicaciones y medios eclesiales y ecuménicos  brindando información, difundiendo opinión y dando a  conocer el compromiso ecuménico en torno a la realidad política y social de comunidades y países.

La inquietud creció y nos urgía por lo que no fue casualidad que varios años antes de que saliera la película, nos preguntamos:“¿Tienes un e-mail?” ¡Claro que teníamos! La respuesta, que surgió con fuerza y claridad en una reunión en Quito con integrantes del liderazgo del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), Luteranos en Comunicación (LUC) y WACC- AL, nos encontró bien posicionados para dar comienzo a una de las iniciativas más innovadoras y contundentes de la comunicación ecuménica regional. Con buen apoyo y muchas certezas, iniciamos el camino para crear la Agencia ALC, cuya tarea presidí hasta el año 2000, con la valiosa colaboración del editor Fernando Oshige, de Perú.

Con reconocimiento y gratitud recuerdo al primer grupo de corresponsales con quienes planificamos tareas y nos capacitamos en la sede de la Red Científica Peruana, en Lima. El entusiasmo y nuestra visión de lo que podíamos esperar del mundo de las comunicaciones no tenía límites. Y aquí nos encontramos 25 años después habiendo superado todas las expectativas y con la certeza de que en 1995 iniciamos un camino abierto a los avances tecnológicos sin dejar atrás el mensaje prioritario de anunciar las buenas nuevas de Jesús,  de compromiso con los vulnerables, de trabajo por la justicia, la democracia y la paz en nuestras sociedades en tiempos siempre agitados y demandantes, en los cuales los derechos a la comunicación continúan siendo un eje prioritario  en el reclamo por  la la dignidad de los pueblos  y  la inclusión  social, política y económica de todos y todas con igualdad y sin discriminaciones.

La autora es comunicadora social y feminista, forma parte entre otras iniciativas de la Red Internacional de Periodistas, en las que aporta una perspectiva de género. Trabaja como coordinadora de redes para Latinoamérica en el Programa de derechos de las mujeres de APC y como editora en español de GenderIT.org.

 

 

 

 

 

 

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