Saber que estamos perdiendo, porque estamos perdidos

Parte 2. El Capitalismo Global

Arde el Amazonas (Nacho Yuchark/La Vaca)


Tony Brun-

“¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras?
¿Qué han hecho ellas por mí? ”
(Groucho Marx)

Introducción

Pasaron varias semanas desde que compartimos la primera parte, dedicada al calentamiento global, sus causas y consecuencias. Durante ese breve lapso de tiempo, conocimos nuevos desastres ambientales con alto costo social también.  Toda la costa oeste de los Estados Unidos, todavía hoy sigue ardiendo. Multitudes de extensos incendios gigantescosi y extrañas y peligrosas tormentas de humoii poco conocidos hasta ahora tiñeron los cielos de más de tres estados, de color anaranjado, oscureciendo ciudades enteras en pleno mediodía.  Millones de hectáreas de longevos bosques han sido arrasadas.  El humo generado por los incendios, ha recorrido más de 8.000 km llegando a los cielos del norte de Europa.  Ciudades enteras están calcinadas. Cientos de miles de personas evacuadas y decenas de víctimas mortales  – cuyo número aumenta cada día – son los datos que cambian cada día mientras los miles de bomberos no pueden contener las voraces y enormes llamas. 

¿Desastre natural? Desastre para la naturaleza incluidos los seres humanos, pues efectivamente que sí. Pero estos eventos no tienen nada de “natural”. Entre las posibles causas pueden contarse la imprudencia y estupidez humana, así como también cortes de redes del tendido eléctrico. 

Sin embargo, entre renombrados científicos no hay dudas que estos desastres son una de las muchas consecuencias del cambio climático.  California registró durante estos días temperaturas superiores a 54⁰ Centígrados (129⁰  Fahrenheit).  Siendo esta temperatura quizás la más alta registrada en el mundo en el curso del presente año.  Pero no solo el oeste seco de los Estados Unidos está cercado por incendios, también en lugares húmedos de Sudamérica centenas de incendios están fuera de control. Y en estos casos, se trata de acciones humanas ligadas al modo de desarrollo económico que impone la sociedad del capital.iii

Los satélites de la NASA que observan la atmósfera terrestre, captaron en un solo día – el 16 de Septiembre – una simultaneidad de eventos atribuibles a calentamiento del clima global. Juntamente con asombrosas fotos satelitales de los incendios mencionados, también muestran la conjunción de fenómenos atmosféricos extremos. Cinco ciclones tropicales convergieron en el océano Atlántico y mar Caribe y al menos uno de estos ya convertido en un masivo huracán golpeó por varios días la costa sureste de Estados Unidos. Y también ciclones en el mar Mediterráneo sobre las costas de Grecia.iv  

Por otra parte, el mismo día en que esto ocurría, la Convención para la Conservación de la Biodiversidad (CBD, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, hizo público el informe de 220 páginas elaborado al concluir de la década del Plan Estratégico  (2010-2020).v  El informe concluye que la Humanidad ha fracasado estrepitosamente en proteger y conservar la biodiversidad de la Naturaleza. Ninguna de las 20 metas acordadas por 196 países – excepto Estados Unidos – en el 2010, se han complido.vi 

Como vimos en la primera parte, observamos ahora que tanto los fenómenos climáticos como la gradual extinción de la biodiversidad, se corresponden a la traspaso de dos de las fronteras que sostienen la Vida en el planeta.

Negar las causas antropogénicas de estos fenómenos extremos o de esta gradual extinción, evidenciaría una paranoica ignorancia.  Pero, persistir en el negacionismo muestra una sospechosa complicidad con el sistema político-económico que desencadena tales fenómenos y extinciones. Nos detendremos más adelante al respecto del negacionismo climático.  Por ahora basta mencionar que tanto la paranoica ignorancia como la complicidad negacionista son síntomas de la crisis o enfermedad civilizatoria actual que se desarrolla en individuos y sociedades enmarcadas en el sistema del capital.   

I.                    La inviabilidad ecológica del capitalismo

No hay forma de conciliar la lógica del capital con la vida. En su esencia el capitalismo actual es ecocida.  Puntos de vista similares – al menos en Occidente – fueron emergiendo simultáneamente a las distintas etapas del capitalismo.   Ya en 1845, Karl Marx y Frederick Engels afirmaban: “Naturaleza, la naturaleza que precedió a la historia humana, ya no existe en ninguna parte (excepto quizá en unas pocas islas coralinas australianas de origen reciente)“.vii   En 1867 Marx publicaba su primer volumen de El Capital, con su advertencia – que en cierto modo recogía un pensamiento creciente en su época – sobre la brecha metabólica en la relación entre los seres humanos y la naturaleza y la alteración ambiental generada por la agricultura capitalista. 

Desde las segunda mitad del siglo XIX, y hasta pasada la Guerra Fría (1955) científicos norteamericanos y soviéticos, mantuvieron amplio intercambio de sus conocimientos ecológicos y planetarios.  El reconocido biólogo, activista por el ambiente y contra las armas nucleares, el estadounidense Barry Commoner y su colega soviético Evgeni K. Fedorov reconocían que la teoría de Marx del “metabolismo entre la población y la naturaleza” constituía la base metodológica para un enfoque más amplio y ecológico aplicado ahora al sistema Tierra.  Igualmente entre 1960 y 1970 climatólogos estadounidenses y soviéticos, hallaban pruebas de lo que llamaron “metabolismo mundial”.viii    Este amplio grupo de científicos y colaboradores soviéticos y norteamericanos, lanzaron en su momento serias advertencias a sus respectivos gobiernos al respecto de los daños en la biosfera planetaria. Ambos gobiernos, ignoraron – ayer como hoy – tales advertencias.  Por aquellos años, ciudadanos estadounidenses y soviéticos poco o nada supieron de tales críticas y advertencias científicas.  

Hoy sabemos que lo que amenaza ese metabolismo global es el sistema del capital caracterizado por un crecimiento expansivo y sin límite y para el cual solo se produce lo que se puede producir con lucro. También sabemos que el sistema del socialismo real soviético, no supuso una ruptura con la lógica de crecimiento expansivo y sin límite del llamado “capitalismo fósil”.ix   Por el contrario, la carrera energética – primero fósil y luego nuclear – fue para la sociedad y el ambiente de la antigua Unión Soviética como un tren fuera de control que produjo daños irreversibles en la sociedad y el ambiente.  Posteriormente y ya sin contrapesos políticos, el “capitalismo imperial” se ha globalizado catapultando a una existencia de constantes peligros a centenares de millones de personas más vulnerables bajo el peso de un sistema de desigualdad global forzada. 

En otras palabras: esta lógica del capital que impone el “business as usual” (seguir como siempre) está conduciendo el mundo a una nueva fase ecológica, más hostil y por eso menos propicia para la protección de la diversidad biológica y una civilización humana estable.  

Este escueto repaso histórico, nos permite entender que la acumulación mundial capitalista es responsable por el agravamiento de la crisis que genera el calentamiento global. Ecológicamente el capitalismo es inviable.  El modo de producción y consumo capitalista desencadenó cambios ambientales, ecológicos y climáticos, quizás ya del todo irreversibles. Las evidencias muestran que vivimos una situación grave y parecemos desconocer el tamaño de la gravedad. En la historia de la Humanidad, la atmosfera nunca tuvo tan grande concentración de GEI (Gases Efecto Invernadero); la temperatura media nunca estuvo tan elevada; los océanos nunca tan calientes, ácidos o desérticos; la extinción de la biodiversidad actualmente es mil veces superior al promedio natural; los casquetes polares están colapsando en tamaños cada vez mayores; la pérdida del manto vegetal del planeta crece en proporciones gigantescas sin recuperación posible mientras prosiga la tala indiscriminada de árboles centenarios; vasta regiones del planeta ya se tornan inhabitables; mientras que el crecimiento de las ciudades y de la población mundial es ya insostenible ambientalmente.  Estos cambios ocurren con tal aceleración creciente que dificultan el mismo restablecimiento del equilibrio en el sistema Humanidad-Tierra. ¡Necesitamos tiempo! Y esto, quizás ya no tenemos suficiente. “Mañana será demasiado tarde”.x

En síntesis: estamos transitando hacia un planeta cada vez más hostil. La Humanidad no está preparada para enfrentar los desafíos que supondrán los gigantescos conflictos y tragedias sociales que ocurrirán en un mundo cada vez más hostil.  

En la raíz de esta crisis global se encuentra el sistema del capital: el capitalismo. Los colapsos sucintamente mencionados se agravaron hace 250 o 270 años, es decir paralelamente con la revolución industrial y energética impulsada por el capitalismo. Por lo tanto, el análisis de la crisis ambiental presupone también la crítica al capitalismo. 

Pero como dijera Leonardo Boff “no alcanza con limar los dientes del lobo”. La superación radical de la sociedad del capital no es solo deseable y necesaria, sino también urgente. 

Quizás nos enfrentemos aquí a un cuestionamiento común, simplemente ¿por qué? ¿Acaso la economía global no ha causado una prosperidad mucho mayor en numerosas áreas del planeta? Faltaríamos a la honestidad intelectual si no reconocemos juntamente con el Premio Nóbel de Economía el indio Amartya Kumar Sen que escribió: 

“Sucede que muchos logros positivos específicos de la globalización económica también son visibles en diferentes partes del mundo. No podemos evitar percibir que la economía global ha causado prosperidad material mucho mayor numerosas áreas del planeta.  Hace algunos siglos, la pobreza dominaba el mundo, y la prosperidad, poco frecuente, se concentraba solo en algunos puntos. Las vidas eran casi uniformemente ´desagradables, brutales y cortas´, como lo expresó Thomas Hobbes…En el proceso de superar esas penurias, las amplias interrelaciones económicas entre naciones así como los incentivos para desarrollo y el uso de los métodos modernos de producción han sido muy útiles e influyentes. Sería difícil creer que el progreso de las condiciones de vida de los pobres del mundo podría acelerarse si se les impide acceder a las grandes ventajas de la tecnología actual, a la valiosa oportunidad del comercio y del intercambio y a los beneficios sociales y económicos de vivir en sociedades abiertas en lugar de sociedades cerradas…”xi

No obstante lo anterior, sucede que por aquellos iniciales beneficios la humanidad sufriente todavía paga un alto precio, pues aquellas bonanzas sirvieron para ahondar la dependencia y destruir todos los intentos de libertad o superación del capitalismo. No se trata pues de echar por tierra las relaciones económicas, sino de lograr que los inmensos beneficios de estas se distribuyan con equidad y más justicia. Así entonces, la perversa esencia del sistema capitalista se verifica cada vez más en la enorme desigualdad global. Hoy, la desigualdad y su consecuente pobreza, es socialmente generada por la acumulación del capital mundial en pocos y pequeños grupos. 

En la relación calentamiento global versus capitalismo, este último cuenta con los deniers (negacionistas climáticos) como aliados ideológicos. 

II.                  El negacionismo climático como una sutil victoria del capitalismo

Volvemos a enfatizar que la superación de la sociedad capitalista no solamente es deseable y necesaria, sino radical y urgente.  Pero esta afirmación es difícil de ser aceptada en teoría, y tal vez todavía imposible en la práctica.   Al mismo tiempo, este tipo de afirmaciones es “caldo de cultivo” para las reacciones airadas y pseudocientíficas del negacionismo climático.  

Paralelamente a los informes científicos, fue surgiendo primeramente en EE.UU. y luego en Europa, un contramovimiento – todavía algo difuso – conocido como “el negacionismo climático”.  El negacionismo del cambio climático es un fenómeno complejo que abarca distintos tipos y grados de negación desde los más explícitos hasta la distraída indiferencia.  Nos referiremos a tres de los cuales  – dentro de la complejidad difusa – parecen más identificables.

  1. El negacionismo neoliberal cómplice 

Surgido en los EE.UU. hace 25 años y replicado posteriormente en Europa, este negacionismo es un contramovimiento caracterizado por el perfil ideológico neoliberal, el conservadurismo y la adherencia política a la extrema derecha.  En los EE.UU. numerosos estudios han identificado a este tipo de negacionismo, como impulsores relevantes de la inacción climática y de la protección de las industrias que emiten más gases de efecto invernadero en ese país.xii  El auge del negacionismo estadounidense eclosiona con la llegada de Donald Trump y la extrema derecha al gobierno. Desde allí estrechan cooperación para crear institutos y organizaciones que influyen en la sociedad.  Unos pocos científicos y muchos evangélicos se dan la mano diciendo “no hay calentamiento global” para la gloria de Dios.xiii  Con una retórica nacionalista argumentan el crecimiento económico como solución, la autorregulación del mercado, la no intervención de los gobiernos, la protección a compañías y consorcios energéticos así como la no tasación de productos contaminantes de estas.  

Por lo tanto, negar la crisis climática, sus causas antropogénicas o su gravedad forma parte de esta lógica irracional y cómplice para proteger los intereses de unas élites que se sienten inmunes y resguardadas de cualquier crítica científica. 

  • El negacionismo del ciudadano común

En la sociedad capitalista los medios de comunicación ejercen una fuerte influencia sobre el sentido común de las personas.  Afirmar o negar la crisis global generada por el cambio climático, es asunto recurrente en casi todos los mass media. Informaciones pseudocientíficas así como también deliberadas mentiras son comunicadas de múltiples maneras. Ante este “bombardeo” informático, el ciudadano común se posiciona recurriendo a su sentido común.  Pero, ¿por qué acaba negando – dicho ciudadano común – lo que de una forma u otra experimenta cotidianamente?  Hay muchas causas para este tipo de negacionismo.xiv  Nuestro ciudadano común sabe que todo gobierno se dedican a estimular el consumo y más crecimiento para más consumo. Y sabe también que el empleo de mucha gente depende de eso.  Por más indiferente que sea, piensa que abundante y barato combustible, producción y consumo crecientes son fundamentales para la sociedad. Entonces, cuando la ciencia recomienda la reducción general del consumo innecesario, reducir drásticamente las inversiones en el petróleo, etc. no le parece bien, y acaba sin más, oponiéndose a las recomendaciones científicas.  Mucho más cuando estas se comunican en lenguajes distantes del sentido común.  Finalmente, el negacionismo de este ciudadano común acaba creyendo los portales de medios de comunicación del sistema capitalista, por más disparatados que estos sean (“la ciencia como conspiración comunista; ataque a la civilización occidental, etc.).xv

  • El negacionismo progresista

Quizás no se trate aquí de “negacionismo puro” del cambio climático. Pero cuando el progresismo de izquierda rechaza la urgencia de cambios radicales que la ciencia recomienda pues todavía confía en el crecimiento económico para producir nuevas y ecológicas tecnologías, etc. acaba de hecho cayendo en la lógica del sistema capitalista.  

Amplios sectores de población progresista reconocen que el capitalismo es insustentable, pero a la misma vez, todavía son rehenes nostálgicos de la “era de oro” del capitalismo.  No pocos de estos sectores todavía confían que el desarrollismo económico permitirá solucionar la desigualdad social. Primero, sostienen, hay que erradicar la desigualdad socioeconómica y solo después atender las cuestiones ecológicas y climáticas.  Si bien no niegan y rechazan categóricamente los cambios climáticos, tampoco le asignan una atención urgente. “Hay que evitar el catastrofismo” dicen. Si bien por un lado es correcto, finalmente y de hecho, acaban por desmerecer las advertencias científicas. 

El economista brasileño Eduardo Sá Barreto demuestra escuetamente los equívocos de tal postura del ecologismo progresista:

“En primer lugar, hay un error de carácter histórico. Solamente un puñado de países consiguió alcanzar un nivel de desarrollo económico que viabilizase  una red de protección social amplia para su sociedad. Y aun entre esos países, hay aquellos en que fracciones no pocas de la población viven en situación de penuria material.  La historia del siglo XX nos muestra por lo tanto, que tal desarrollo es una experiencia extremamente rara. Colocar el desarrollo económico como precondición de la movilización ecológica disruptiva, lo que terminan haciendo, en rigor, es obstaculizar el afrontamiento de las cuestiones climáticas…

Hay también un error de naturaleza política.  Aun cuando reconocen correctamente que no existe ninguna predisposición de las potencias globales para abandonar su costoso estilo de vida, parecen también suponer que…esas mismas potencias tolerarían pasivamente una ascensión de desarrollo en masa de todas las naciones del mundo, con todas las perturbaciones de poder global que eso traería… Así como no hay motivos para alimentar ilusiones de un decrecimiento voluntario y generoso del estilo de vida y desarrollo de los países del centro, tampoco hay motivos para creer que autorizarían – sin más – un desarrollo semejante en nuestros países.  Finalmente y más grave, encontramos un error sistémico.  Es necesario un respeto por los avances de las ciencias, y hoy una especial atención cuando la ciencia pasa a indicar que los cambios ya son irreversibles y abruptos, que estamos por lo tanto, en medio de una crisis climática y que un colapso climático es una posibilidad bastante palpable (y hasta probable). [Entonces] aun si admitiésemos que el desarrollo económico es una meta deseable y realizable universalmente en los marcos económicos y geopolíticos del capitalismo, lo que los informes científicos más recientes nos advierten es que no hay más tiempo.  La alternativa ya no es más entre riqueza y pobreza, lujo o penuria, confort o miseria. En este momento, la alternativa real que nos confronta es entre la sobrevivencia de la especie o su eliminación de la faz de la Tierra. ¡Es entre revolución o extinción! xvi

¿Cómo “suenan” estas palabras en nosotros? ¿Cuáles primeros pensamientos, actitudes o reacciones provocan? ¿Y por qué? Quizás piensas cosas como estas: Pero, ¿no hay riesgos en un cambio tan radical? ¿No deberíamos dudar en pasar a la acción a este nivel hasta que no sepamos más? ¿No nos esperan grandes luchas y sacrificios ante cualquier intento de derrocar el sistema dominante de producción y de uso de la energía en respuesta al calentamiento global? ¿Hay alguna seguridad de que seremos capaces de crear una sociedad de desarrollo humano sostenible? ¿Acaso están dadas las condiciones para tal re-evolución? ¿Y si no? ¿Qué nos queda?  Probablemente a muchas de estas y otras preguntas similares responderíamos “honestamente, no lo sabemos.”  

En todo caso, sabemos que limitarse a las transformaciones socioeconómicas con la esperanza que estas darían soluciones a los problemas ambientales, sería una peligrosa miopía.  Y también sabemos lo que miles y miles de científicos de todo el mundo han venido advirtiendo desde hace más de 30 años, esto es, la creciente emergencia climática.xvii  

III.           Las contradicciones perversas pero sutiles del capitalismo

El sistema capitalista, preso de sus propias contradicciones, no está ni estará nunca dispuesto a frenar su voracidad de crecimiento. Esto significaría su fin. Por lo tanto, debe mantener el crecimiento sin límites y expansivo aun al costo de provocar catastróficos e irreversibles cambios en el planeta y de arrastrar a la humanidad a la barbarie. Maximización de las ganancias y expansión creciente de la producción sin importar cómo, son unos de sus férreos e inobjetables principios. Este es su carácter inmanente, y no cambiará por más ambientalista que se presente. 

Sin embargo, el capitalismo “se viste de verde” cuando con esto coincide con su necesidad expansionista absoluta del capital.   He aquí su sutil perversidad la cual es poco percibida por el ecologismo progresista. 

Primero, la sociedad moderna capitalista mantiene una profunda dependencia con relación a los combustibles fósiles en general, y a los derivados del petróleo y el carbón, en particular.  Sustituir completamente toda la energía generada desde fuentes fósiles actuales, exigiría mucho tiempo pero también movilizar extraordinarios recursos, energías y todas las tecnologías energéticas renovables disponibles actualmente. Con todo, tal concentración de recursos no sería suficiente.  Si bien la humanidad cuenta con los medios y tecnologías para iniciar esa transición hasta finalmente abandonar la dependencia a combustibles fósiles, el avance es muy lento. ¿Por qué? Porque el carácter auto expansivo del capital coloca barreras – cuantitativas y cualitativas – a cualquier producción, pues sólo es producido lo que produce lucro.xviii 

Segundo, como dijimos el avance ha sido muy lento, y siempre insuficiente. ¿Por qué? Porque el sistema capitalista tiene mecanismos que neutralizan cualquier avance en términos de energías renovables, si estas no generan expansión del lucro a corto plazo.  En las últimas tres décadas, hubo avances en las políticas climáticas seguramente como respuesta a los encuentros y acuerdos mundiales sobre el clima. Buena parte de estas políticas se volcaron al estímulo de ciencias energéticas y tecnologías renovables.   La energía de fuentes renovables aumentó un 66 %. Esto es algo notoriamente alentador. Pero a la misma vez, en el mismo período la generación de energía por carbón aumentó un 80 %.  En el período desde 1990 hasta hoy, en términos absolutos las fuentes de emisiones de energía, fueron: 

  1. Carbón
  2. Gas Natural
  3. Petróleo
  4. Energías renovables (10 veces por debajo que el petróleo)

Otra vez, queda evidente aquí la perversidad sutil del capitalismo. Es una paradoja. Estamos avanzando desde hace 30 años, y no hemos avanzado nada en 30 años. En la lógica del capital, la producción y su crecimiento incesante está orientada no por las necesidades humanas sino por la expansión del lucro. Tal es así que las energías renovables que logran “pasar el examen” y entrar en el mercado, son aquellas con las que se puede obtener el mayor lucro posible. 

En otras palabras: el propio carácter del capitalismo neutraliza, bloquea, o bien, enlentece los avances. Las iniciativas que buscan estimular fuentes de energía renovables se encuentran limitadas o bloqueadas por el capital. 

Veamos un ejemplo citado por Eduardo Sá Barreto que explica lo que venimos diciendo. 

El 19 de noviembre de 2019, el portal de CNN publicó un extraordinario y esperanzador avance tecnológico utilizando energía solar e inteligencia artificial.  Se trataba de la posibilidad de lograr la anhelada descarbonización de importantes industrias contaminantes de CO2.  La citada cadena de noticias lo anunció como ´la esperada tecnología para solucionar la crisis climática´.   No obstante, la noticia también mencionaba que – obviamente – la tecnología estaba patentada. 

Supongamos que esta tecnología tiene todo lo potencialmente necesario para eliminar las emisiones de GEE (gases de efecto estufa) de las industrias contaminantes. Recordemos también que científicos de todo el mundo alertan que ya vivimos una emergencia climática y esta que exige inmediatamente acciones globales concertadas y radicales para frenar las emisiones de CO2 y otros gases. Estos pronósticos enfatizan que ¡no tenemos 20 o 30 años! Si esa u otras tecnologías realmente son “salvadoras” el paso más inmediato e ineludible debería ser su acelerada socialización. Cualquier potencial beneficioso solo sería realizable si tales tecnologías se expandieran por todo el mundo. Pero – he aquí – que fue patentada, y esto implica restricciones legales y económicas sobre su uso. EL patentamiento de cualquier innovación tecnología, aun aquellas de urgente necesidad para la Humanidad, no revelan simplemente mala voluntad política, o ganancias exorbitantes de mega empresarios o política industrial errada. Además de todo esto, hay en esa práctica una evidencia de algo más profundo, que es la lógica propia del funcionamiento de la sociedad capitalista. Esto es: cualquier objeto útil sólo es producido si es capaz de producir lucro. Las necesidades – aun tratándose de la emergencia climática – son secundarias.xix  

Tecnologías que nos permitirían sobrevivir, existen y seguramente otras vendrán. Sin embargo, están neutralizadas por estructuras capitalistas interesadas únicamente en el lucro y la expansión de la ganancia económica. 

Destruir esos bloqueos de la lógica capitalista es urgente. Superar este modo socioeconómico de producción y consumo tan destructivo y encaminarnos hacia modelos de democracias eco-sociales donde la producción y consumo están orientadas y regidas por las necesidades humanas y de toda la comunidad de la vida, debe ser buscado con urgencia y decisión.   Esto es un presupuesto básico, si queremos tener oportunidad de sobrevivir en un mundo cada vez más hostil a la vida. 

Conclusión

En las últimas décadas cada año eventos devastadores se repiten y generalmente aumentando su potencia y destrucción. Aunque persista el malestar, en general la gente tiende a acostumbrarse a esas ocurrencias, y ensimismadas en las urgencias de su día a día, muy pronto deja de prestarles atención y no reacciona. Parece que hemos perdido el sentido de urgencia.  

Aquí puede ser útil citar una narración didáctico del gran dramaturgo alemán Bertold Brecht titulada “La parábola de Buda de la casa en llamas”.

Buda, sentado todavía bajo el árbol del pan, a los que no le habían preguntado les narró la siguiente parábola: “No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité que el techo estaba ardiendo, incitándoles a que salieran rápidamente. Pero aquella gente no parecía tener prisa. Uno me preguntó, mientras el fuego le chamuscaba las cejas, qué tiempo hacía fuera, si llovía, si no hacía viento, si existía otra casa, y otras cosas parecidas. Sin responder, volví a salir. 

Esta gente, pensé, tiene que arder antes que acabe con sus preguntas. Verdaderamente, amigos, a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de desear gustosamente cambiarse de sitio, nada tengo que decirle.”xx 

El ambiente global que el capitalismo ha producido es lo que constituye hoy nuestra “casa en llamas”. Ante este dilema, parece que hemos preferido generalmente hacer poco más que observar y hacer pequeños ajustes a lo que nos rodea en el interior, mientras las llamas arden sobre el tejado y toda la estructura de la casa amenaza con derrumbarse.

Fuentes de consulta

i https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54096983 ii https://www.bbc.com/mundo/noticias-54095916

  1. https://theconversation.com/no-solo-hay-incendios-en-california-toda-america-esta-en-llamas-146647
  2. https://elpais.com/sociedad/20200917/ciclonesenelatlanticoincendioseneeuuyunhuracanengreciaunalarmanteretratoplanetario.html  https://public.wmo.int/en

Ver también Worldview de NASA. https://worldview.earthdata.nasa.gov/  v https://www.cbd.int/undb/media/factsheets/undb-factsheets-es-web.pdf vi https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2020/09/informe-onu-biodiversidad-fracaso-de-objetivos vii Karl Marx y Frederick Engels: Collected Works, vol. 5 (New York: International Publishers, 1976) p. 40.

    Ver también John Bellamy Foster:  La ecología de Marx. Materialismo y Naturaleza (Ediciones El Viejo Topo: España 2004)       viii Foster, John B.: La crisis del Antropoceno (Ediciones de Intervención Cultural. Revista Sin Permiso: España, 2017) No. 16  

    (Fuente original: https://monthlyreview.org/2016/09/01/the-anthropocene-crisis/) ix Angus, Ian:  Facing the Anthropocene: Fossil Capitalism and the Crisis of the Earth System (Monthly Review Press, 2016). x Edburg, Rolf y Yablokov, Alexei: Tomorrow Will Be Too Late (University of Arizona Press, Tucson, AZ: 1991).  xi Sen, Amartya K.: Identidad y violencia: La ilusión del destino (Spanish Edition en Versión Kindle) pos 3027-3033 xii  Jacques,Peter at all: The organization of denial: Conservative think tanks and environmental skepticism  

    ( https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/09644010802055576 )

xiii Cornwall Alliance (s.d.) An evangelical declaration on global warming (https://cornwallalliance.org/2009/05/evangelical-declaration-on-global-warming/) xiv Hathaway, Mark y Boff, Leonardo: El Tao de la Liberación. Una ecología de la transformación (Editorial Trotta: Madrid 2014) p. 126-136 xv Sá Barreto, Eduardo: https://ladobdorio.com.br/sociedade/admin/capitalismo-x-ecologia-11-mil-cientistas-contra-o-negacionismo-paranoico/ xvi Sá Barreto, Eduardo: https://ladobdorio.com.br/destaques/admin/o-negacionismo-progressista-e-o-respeito-seletivo-a-ciencia/ xvii Ripple, William J.: World Scientists’ Warning of a Climate Emergency (BioScience: https://academic.oup.com/bioscience/article/70/1/8/5610806 )        xviii Sá Barreto, Eduardo: O capital na estufa: para a crítica da economia das mudanças climáticas (Consequência editora: Rio de Janeiro, 2018) p. 210

xix Sá Barreto, Eduardo: A insanável inviabilidade ecológica da sociedade capitalista (Travessia. Informativo da APES. No.106. Nov-Dez 2019)                             

(https://www.apesjf.org.br/wpcontent/uploads/TRAVESSIAFINALERRATA.pdf ) xx Brecht, Bertolt: Tales from the Calendar (Methuen, London 1961)pp. 31–32

Washington DC,

3 de octubre, 2020

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