El Testimonio de la Misión: La Mesa de la Unidad

Arusha (Tanzania) 2018. Foto: Albin Hillert/CMI

CUBA-

Por Ofelia Miriam Ortega-

Estamos celebrando la “Semana de oración por la unidad de los cristianos” del 18 al 25 de enero de 2021.Sentimos un gran regocijo al recibir las meditaciones de esta semana por las hermanas religiosas de Grandchamp en Suiza.

Siempre recordaremos este monasterio de tradición reformada donde encontramos en varias ocasiones a Julia Esquivel, guatemalteca y luchadora incansable por la libertad de su pueblo. En Grandchamp vivió sus 8 años de exilio compartiendo con las religiosas su pasión por América Latina. Abrió para ellas las puertas del sur global con sus poemas y meditaciones sobre la realidad que vivía su región. Allí en Grandchamp permanecen los recuerdos y los materiales escritos por nuestra querida Julia.

El tema de esta semana nos conmueve: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (evangelio de Juan: 15-5 -9). Durante todo este tiempo de pandemia hemos experimentado la fuerza del amor de las iglesias y la sociedad cubana al compartir la mesa de alimentos indispensables para las personas más necesitadas.

 Creo que para permanecer en el amor que nos demanda nuestra fe, los mejores frutos es compartir cada día las dádivas que recibimos. Por eso me gustaría presentar en esta meditación sobre la unidad alguna de las referencias del evangelio de Lucas para compartir las mesas y las comidas. Por 8 años la comunidad de Grandchamp recibió a Julia Esquivel y compartió con ella la hospitalidad y las comidas diarias, la espiritualidad y la Eucaristía. Por eso hoy las meditaciones de ese monasterio tienen para mí un sentido único de amor compartido.

 Las comidas en el Evangelio de Lucas

En el Evangelio de Lucas tenemos catorce referencias a mesas, comida y banquetes: de estos, solo las memorias de la mesa de Levi, de la partición de los panes y la cena pascual son comunes a los otros dos evangelios sinópticos. Las otras narrativas son exclusivas de Lucas. En este contexto, lo que sucede alrededor de la mesa donde Jesús está sentado, se convierte en el factor fundamental que ayuda a la comunidad en su proceso de discernimiento, para que a la luz de la memoria de Jesús, esta pueda continuar siendo un testigo de su proyecto de vida. En la mesa, las preocupaciones de Jesús y sus propuestas se manifiestan en relación con los desafíos que las comunidades de Asia Menor están enfrentando y acerca de lo que él estaba escribiendo.

I – La mesa de la compasión (Lucas 6: 1-8-3)

Sabbat era el día de la celebración de la victoria de Dios sobre la muerte, las sombras y dominios. ¿Para qué celebrar el Sabbat si el Imperio Romano y sus aliados (los sacerdotes) devastaban a los pobres, oprimían a los campesinos, rechazaban a los enfermos y a las mujeres? ¡Era y es una hipocresía!

Lucas nos ofrece una forma diferente de celebrar el Sabbat, ofreciendo dos comidas. La primera comida tuvo lugar en medio de la opresión (6:1-5). La segunda comida tiene lugar en una reunión de la comunidad en la sinagoga (6: 6-11). En ambos casos, nos encontramos con la situación de los pobres, enfermos o hambrientos. 

 El hambre del pueblo está por encima de cualquier ley y si nuestra ley no se preocupa por eso, debe ser puesta de lado.

De esta manera, la mesa se convierte en el elemento esencial de la hermenéutica del Evangelio de Lucas. La liturgia literaria también confirma esta lectura.

  1. Jesús camina a través de las tierras de Galilea. Existen tres mesas:
  2. La mesa de Levi y de los publicanos (5:29-32)
  3. La mesa de Simón el fariseo y de la mujer pecadora (7:36-50)
  4. La mesa del pan compartido (9: 12-17)
  5. Jesús en el camino a Jerusalén. Tres mesas más aparecen.
  6. La mesa de Martha y de María ( 10:38-42)
  7. La mesa de los fariseos y de los expertos en leyes ( 11:37-54)
  8. La mesa de los fariseos en el Sabbat (14:1-24)
  9. Jesús en Jerusalén y en camino a morir y resucitar de los muertos. Tres mesas más aparecen:
  10. La mesa de la Última Cena (22:14-27)
  11. La mesa de Emaús  (24:36-42)
  12. La mesa de Jerusalén
  13. Otras mesas bajo la forma de parábolas comúnmente del Evangelio de Lucas:
  14. La mesa del Señor para los esclavos (12:35-37)
  15. La mesa que el padre puso para su hijo que vuelve a casa (15:22-24)
  16. La mesa de los ricos, quienes desprecian a Lázaro (16:19).

II – La mesa de la nueva economía

El Reinado de Dios y el dinero. Estas dos palabras parecen ser una frase que se repite en los capítulos 16-19: los dos últimos capítulos antes de llegar a Jerusalén, nos enseñan que una cosa no tiene que ver con la otra, porque el Evangelio no nos deja solos. Oigamos las palabras de Jesús: “Ningún siervo puede servir a dos amos: ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas” (16:13).

III – La mesa compartida de Zaqueo (19:1-10)

La historia de Zaqueo se relaciona con la historia del joven rico. Zaqueo era también el principal cobrador de impuestos. El texto lo señala como un hombre rico para mostrar su posición similar al joven de la historia anterior. Su disposición a subir al árbol para ver a Jesús, y la percepción que Jesús tiene de él especialmente. Ante todas las críticas, Jesús lo llama “hijo de Abraham”. La respuesta final muestra dos aspectos: la evangelización (Zaqueo aceptó el mensaje de Jesús) y su conversación ética (devolver lo que había sido robado) y la diaconía (resolvió compartir sus propiedades con los pobres).

En la historia de los dos hombres ricos, sus acciones son completamente diferentes. El primero, el bueno, no tuvo el coraje de compartir su riqueza y apesadumbrado se fue. Zaqueo, el estafador, decidió: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado (19:8).

La palabra de Dios nos muestra que la única forma de asegurar la vida es la vía de fraternizar y compartir la mesa.

Para Lucas, la Última Cena es la mesa que sirve y no que gobierna. Aceptar que la mesa es el centro de nuestras vidas y nuestras relaciones es una verdad teológica extraordinaria.

En el capítulo 24, verso 50, se nos dice: “Entonces él los llevó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo”. Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos, y era llevado arriba al cielo. “Betania = el hogar de los pobres” .Este es el lugar que conecta la tierra con el cielo. Allí es donde debemos estar. Los pobres son la verdadera y definitiva presencia del Jesús de vida.

Betania = el hogar de los pobres = la casa de Jesús = nuestra casa: ¡Para Siempre!  Cuando permanecemos en el amor, ofrecemos los frutos de la hospitalidad, de la diaconía permanente, del servicio y de la mesa compartida para la gloria de Dios.

Recurso facilitado por el Instituto Cristiano de Estudios de Género

Las opiniones expresadas en las Columnas de Opinión son las de sus autores y autoras y no reflejan necesariamente las de ALC Noticias.

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